Maravilla y vértigo: la ciudad de La Paz

Esa ciudad invisible es, al final, la que se impone y es la que te amarra con sus poderosos tentáculos de vida, con sus sutiles pero no menos colosales lazos de muerte: es la urbe verdadera, es la encrucijada hecha destino, que se eleva, teje, trama, tensa tu ser, te halaga y te desarma, te asfixia y te revive, va cercándote, seduciéndote, dejando su marca en tu espíritu: cuando lo adviertes, ya es tarde. Nunca te abandonará; nunca dejarás de acunarla: basta mirar el Illimani, basta sacudirse con la nieve y la piedra, basta sentir para convocarla…

Amazonía Blues, la canción

En la selva los tamboreshan parado de tocarya no cantan sus cancioneslos seres de libertadsolo se escucha a lo lejosla estridencia del metal arrasando la esperanzade toda la humanidadAmazonas madre fiera no dejaste que te hirierantu batalla no dio treguate tragabas la soberbiaasí escupiste a Adánlo botaste junto a Evaa la tierra del olvido hasta…

Jirira, Coquesa, Aike: rastros y hallazgos

En 1640, un fraile laborioso e inquietísimo, de apellido Barba, publicó un libro maravilloso que tituló El arte de los metales. Entre sus páginas, se atesora la primera descripción histórica del salar que la mayoría conoce por Uyuni. Afirma de él, algo indudable y que nadie creyó por tres siglos y medio: que es una de las maravillas naturales del que fue conocido como Nuevo Mundo.

La poesía de Alvaro Diez Astete se lee en Agosto (primera aproximación a su poética)

Díez Astete nos recuerda que nuestra sustancia última es la imagen, no la superficial imaginería de los sentidos (superficialidad potenciada en la actual cultura de masas), sino aquella imagen como materia del misterio de vida y muerte, cultivada por los sueños y reconocida por nuestros pueblos originarios como la “verdadera imagen del mundo”, la de la imaginación fecundante, la seminal, la poética.

La concepción textil de febrero

Las parcelas son en realidad telares. La roturación de la tierra debe ser perfecta y armoniosa para que los duendes que habitan la tierra no huyan de ella y permitan el crecimiento de las plantas y los tubérculos. Los bordes de la parcela deben ser perfectos, así como los límites de la roturación. De este modo, los duendes saltan en el telar y se quedan en él, del mismo modo que los duendes saltan en la parcela y se quedan en ella como nutrientes.

El León del Pueblo

Así empezaba la canción: “Larga muchacho tu voz joven…”, y luego seguía la voz ronca y cascada afirmando “como larga la luz el sol…”, para finalmente terminar la estrofa, con una sentencia infinita: “que aunque tenga que estrellarse/contra un paredón/Que aunque tenga que estrellarse/se dividirá en dos”.