Colombia: La tierra, humus para la paz

P: ¿Por qué la tierra juega un papel tan importante en la Colombia actual?

R: El control de los recursos naturales que se encuentran en los territorios de las comunidades y el acceso y apropiación de sus tierras son los botines de la guerra en Colombia. La tierra y sus recursos están siendo acumulados y explotados por grandes elites y poderes regionales que controlan verdaderos ejércitos privados. En este contexto de conflicto armado y despojo de tierras, se desarrollan grandes inversiones privadas, en muchos casos en correspondencia con intereses multinacionales, lo que evidentemente agudiza el panorama. Las 31 comunidades y organizaciones que integran la Red de Iniciativas y Comunidades de Paz desde la Base, no sólo han sido víctimas de la violencia y el conflicto armado sino principalmente del despojo de sus tierras y los recursos que existen en sus territorios. En este sentido, incluso representantes del nuevo Gobierno han identificado esta problemática como la  piedra angular del conflicto armado.

Ambientar la paz desde el territorio

P: Podría darnos un ejemplo concreto para comprender mejor tales afirmaciones…

R: El despojo de tierras a las comunidades campesinas de El Garzal, al sur del Departamento de Bolívar. Estas comunidades, que han permanecido por más de 50 años en sus tierras dedicándose de manera exclusiva a la producción alimentaria, en los últimos diez años han sido objeto de presiones ilegales, amenazas y desapariciones forzadas. Han sido incluso víctimas del uso de la justicia y de las autoridades locales, quienes buscan desplazar a más de 300 familias campesinas y despojarlas de manera definitiva con el objetivo de entregar sus parcelas a un antiguo comandante paramilitar que dominó pública y abiertamente la región del Magdalena Medio durante más de 7 años. Dicho personaje, sin embargo, jamás se desmovilizó ni se entregó a la justicia sino, por el contrario, permaneció en la vida civil y fundó una compañía palmicultora. Es esta empresa  la que promueve todas las acciones legales e ilegales para obtener las tierras de El Garzal e iniciar la siembra de palma africana para la producción de agro-combustibles. La palma africana en la región debería alcanzar, según las políticas agrarias del Gobierno, las 300.000 hectáreas para 2019. Esta compañía ha obtenido también el apoyo del Programa Presidencial de Acción Social, que presenta a dicha empresa como un modelo de desarrollo alternativo en la región. De ahí mi afirmación que si la tierra y los recursos del territorio de las comunidades en Colombia no son protegidos del despojo por el Estado colombiano, no podrá  construirse una paz sostenible. El despojo de las tierras continuará siendo el principal motor del desplazamiento forzado, de las violaciones a los derechos humanos y del recrudecimiento del conflicto armado. Por esta razón desde el Programa SUIPPCOL nos hemos comprometido en el apoyo a comunidades como El Garzal en la lucha pacífica y legal contra el despojo como una de las formas más eficaces para ambientar la paz desde la tierra y el territorio.

El territorio, la misma “Madre Tierra”

P: En otros países de América Latina, los movimientos sociales ponen el énfasis en la tierra y en la reforma agraria como principal bandera reivindicativa y estratégica.  Pero se refieren mucho menos al concepto del territorio. ¿Qué significa, en vuestra percepción colombiana, cuándo hablan de territorio?

R: En general, se presenta al territorio como el lugar y el cuerpo donde las comunidades campesinas, las minorías étnicas y las mujeres, tejen su vida colectiva, cultural, económica, social y política. El territorio es un horizonte mucho más amplio que el concepto de la tierra,  que de manera casi exclusiva se refiere al espacio físico delimitado, ubicado en una zona rural, que puede ser explotado económicamente para la producción o explotación del recurso allí inscrito. El territorio comprende por supuesto a la tierra, pero va mas allá, ya que también incorpora todo el patrimonio inmaterial que se desprende de las comunidades mismas que lo han habitado y conservado, lo van cantando en canciones y puesto en historias, lo han hecho parte de sus usos y costumbres, de sus lenguas y dichos populares. Las reivindicaciones actuales en Colombia cada vez más no sólo se dirigen a la reforma agraria y al acceso y democratización de la tierra, sino que además exigen el reconocimiento de un estatus especial político y jurídico del territorio y de los derechos que de allí se desprenden. Estos estatutos incluso han sido recogidos en instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la Declaración de Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas.

P: ¿Con el nuevo Gobierno de Manuel Santos qué expectativas existen en relación a la tierra y el territorio?

R: El Gobierno actual  ha dado un cambio en relación al anterior en lo que se refiere a la política agraria. Venimos de ocho años de absoluta negación por parte del conjunto del Estado de temas como el despojo o la altísima concentración de la tierra -que ubica a Colombia en el puesto 15 del mundo en inequidad en la propiedad de la tierra. Más grave aún fue la ausencia de una reparación y devolución de las tierras arrebatadas a los casi 4 millones de desplazados. Hoy, el nuevo Gobierno, por el contrario ha anunciado como uno de los temas fundamentales a resolver  el despojo de tierras y la restitución a las víctimas a través del lanzamiento del proyecto de ley de Restitución de Tierras Despojadas. Sin embargo, las buenas intenciones no implican necesariamente una modificación fundamental en la política global agraria y en las visiones económicas más profundas.  Las comunidades creen que con estas políticas se busca hacer más eficaz los modelos económicos agroindustriales y extractivos que han sido diseñados e implementados durante los últimos ocho años y que precisamente generan inequidad, concentración de la tierra y abandono de la economía campesina. Para el Gobierno nacional y para las organizaciones y comunidades en Colombia un reto fundamental es: no sólo asegurar el debate sobre los aspectos fundamentales  de la restitución y la formalización del acceso a la tierra, sino también  abrir una verdadera concertación sobre el modelo económico que asegure la permanencia de las comunidades campesinas, indígenas y afro-descendientes y la soberanía alimentaria de la nación.

“Nuestro ecosistema pertenece a la humanidad”

P: SUIPPCOL impulsa en la segunda quincena de octubre una campaña de sensibilización en Suiza sobre estas temáticas. ¿Cuál es su mirada sobre estas iniciativas solidarias provenientes de la comunidad internacional?

R: La solidaridad internacional directa juega un papel fundamental  para la promoción de reivindicaciones legales y legítimas de las comunidades en Colombia a favor de su tierra y territorio. La Campaña en Suiza intenta promover un acercamiento entre la sociedad civil helvética y las comunidades y organizaciones que resisten al despojo y a la explotación irracional de sus recursos. Es importante que se entienda también como un aporte internacional para preservar estos territorios y ecosistemas, que por su valor en términos ambientales y alimentarios, deberían interesar al mundo entero, porque pertenecen a la humanidad entera. A través de esta Campaña queremos promover una iniciativa para convertir estos territorios en lugares protegidos por la sociedad civil suiza y por las demás organizaciones, pueblos y personas en el mundo que estén interesadas en esta construcción de la paz desde el territorio. Sin lugar a dudas, ello constituiría un paso fundamental para la preservación de la tierra y el territorio en Colombia.  Y por ende, para la construcción de una paz sostenible y duradera. Pues los problemas que confrontamos en mi país  sólo podrán resolverse a través del papel protagónico de la sociedad civil colombiana – especialmente de las comunidades y organizaciones que enfrentan día a día esta realidad. Pero en un hermanamiento activo con otros pueblos, organizaciones y personas de buena voluntad en el resto del mundo.

*Sergio Ferrari, colaboración de prensa de E-CHANGER, ONG de cooperación solidaria presente en Colombia y miembro de SUIPPCOL

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