El León del Pueblo

Fue el primer tema musical que escuché de León Gieco, fue el primero que grabó León en un disco (uno antológico, que marcó época, llamado El Acusticazo, de 1972) y para quien escribe, sigue siendo la mejor composición de Gieco, una de las mejores de toda la historia del rock nacional argentino y, sin dudas, uno de los himnos amados por mi generación, pero no por toda mi generación, sino por aquellos de mi generación que nos volcamos a la militancia social y política.

Fue amor a primera vista. La primera impresión, queda probado, es la que valió siempre. Con Hombres de Hierro, que así se titula el tema de los muchachos y las muchachas que no tenían miedo a los paredones de los hombres de hierro “que no escuchan el dolor”, quedamos marcados para siempre: esa, la voz de León Gieco, era también nuestra voz. Esos pensamientos vueltos poesía, eran también nuestros pensamientos y nuestra poesía. Esos sentimientos cantados por un solo hombre con su guitarra acústica y su armónica eran también nuestros sentimientos. Y lo mejor de todo: cuarenta años después lo siguen siendo.

Por más que el mundo de hoy sea otro, por más que hayamos tenido que sufrir la desaparición y la muerte para volver a encauzarnos por el camino de la liberación, por más que en algún momento, nos hayamos sentido solos, tristes y derrotados, cada vez que nuestro corazón flaqueaba, volvía a sonar bien adentro la canción de León, y en un fogón en el medio de los cerros, en la casa humilde de un compañero, en cualquier rincón de la patria y en todas las patrias juntas, en los caminos idos y venidos, y también en los campamentos de formación política, en las vigilias de la Marcha de la Resistencia junto a los Madres de Plaza de Mayo, en los encuentros con nuestros hermanos los Ex Combatientes de la Guerra de Malvinas, volvíamos a rasgar la guitarra y a cantar: Suelta muchacho tus pensamientos/como anda suelto el viento/ Sos la esperanza y la voz que vendrá/ a florecer en la nueva tierra.

Y cantábamos, y la seguimos cantando, porque nosotros éramos esos muchachos, nosotros que ahora no somos tan muchachos pero que seguimos sintiendo y pensando lo que sentíamos y pensábamos cuando lo éramos, y que también ahora seguimos cantando Hombres de Hierro con nuestros hijos, que se alucinan de escuchar algo que atesora tantos años encima pero que suena siempre a futuro, porque siempre aparecerán nuevos muchachos y muchachas que no tengan miedo, que quieran seguir cambiando al mundo, que quieran ser solidarios con nuestros hermanos que menos tienen, que quieren que haya justicia y libertad para todos.

Muchachos y muchachas sensibles del siglo XXI que saben también, con nosotros, que “gente que avanza se puede matar/pero los pensamientos quedarán”. Ese impulso, ese sentir, ese latido perpetuo en el espíritu, se lo debemos a él, a León, a León Gieco, el León del Pueblo, del Pueblo Argentino y del Pueblo de la Patria Grande, y se lo debemos al Che, al Che Guevara, a quien, en lo personal, siempre asocié a esta canción, junto con nuestros queridos mártires de Trelew.

Ahora que León Gieco está en Bolivia, está entre nosotros, ¡abracémoslo! ¡Celebrémoslo! ¡Cantemos con él! Porque nos pueden volver a matar, pero los pensamientos, la poesía y las canciones que nacen del alma y que son del pueblo, siempre, siempre, siempre quedarán!

Río Abajo, 11 de julio de 2013

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