Una mochila llena de imágenes paceñas

La fórmula, por ello, es perfecta, está tocada por la divinidad, y no podría fallar, ni menguar: a pesar que el libro fue escrito hace unas cuantas décadas atrás, y la ciudad cambió, mutó radicalmente en muchos ámbitos y experiencias, Imágenes paceñas es un libro de esencias, es una obra, un hacer, un sentir esencial.

Imágenes paceñas es un libro escrito con sangre, barro, amor, lluvia, nieve, fervor, fuego encendido y ceniza a atizar, por eso perdura y conmueve, por eso pasarán mil siglos y alguien volverá a leerlo y conmoverse, por eso es un libro eterno, siempre presente, y que no se puede olvidar: libro-tatuaje, libro que labra un cauce –como el amor al Choqueyapu, aunque lo contaminen sin piedad-, libro perpetuo que te ampara –como el Illimani, coronando todos nuestros afanes, nuestros falsos afanes y nuestros sueños-, como la ciudad, que aunque se transforme, pervive, que así se trasvista o camufle, sigue allí –Chuquiago Marka por siempre!- y como diría el propio Jaime: porque la ciudad se está, como el libro, que es su espejo sensible, ciudad vuelta escritura, escritura que se vuelve ciudad, y la sigue habitando, y todos seguimos aquí, estando, sintiendo, conmoviéndonos con el poeta y su obra.

Que la Alcaldía haya incluido esta obra en una mochila que obsequiarán a los estudiantes secundarios de las escuelas fiscales del municipio de La Paz, ahora que empiezan las clases, habla bien de muchas cosas.

A mí me conmueve el hecho, sin remedio, porque si algo me hace feliz son los libros, pero si algo me hace más feliz aún, es que las instituciones públicas promuevan la lectura de libros, especialmente entre los changos –a esa edad, donde un libro puede cambiar el rumbo de una vida-, y el colmo de la dicha, en este caso que aludo, es que no sólo obsequien libros a los jovencitos sino que el libro que les entreguen sea Imágenes Paceñas. Felicito a quien tuvo esta iniciativa.

Lo celebro también como una ofrenda a todo esto que fui anotando –que son las marcas, las huellas que La Paz y el espacio-tiempo donde vivimos te va dejando- y como un homenaje al poeta de la ciudad, al inmortal Jaime Sáenz, que allí donde se encuentre, estará complacido que miles de jovenzuelos paceños y no paceños reciban –como en tributo- su obra. Habrá que challarla el martes que ya viene y challar a los cerros y compartir y challarse sintiendo todo lo bueno que tiene la vida, que el arte cura y que la cultura es tan necesaria como el pan.

Río Abajo, 2 de febrero de 2013

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