Capitalismo en crisis múltiple: Más que cambio climático, colapso ambiental total

Hay una incertidumbre energética enorme porque el petróleo se está acabando, porque la velocidad con la que se consumen los hidrocarburos amenaza con una situación climática catastrófica, porque las alternativas energéticas por las que se estaba apostando con la energía nuclear están “explotando”, porque la crisis ambiental no es solamente de cambio climático, pues hay una crisis hídrica, tenemos una gran amenaza de sequías, de muerte por falta de agua, pero además la cantidad de biodiversidad se está agotando, la contaminación del agua, tierra, aire, alimentos y biosfera con sustancias químicas alcanza unas dimensiones enormes, la aparición de nuevos virus está también fuera de control.

Es decir, hay una crisis ambiental que resulta falsa nombrarla como “crisis” porque si se alcanza la temperatura de 4 grados centígrados promedio en el planeta -temperatura que prevalecía en el Jurásico hace 400 millones de años-, no existe en el mundo una tecnología capaz de resolver ese problema y llamar “crisis” o “cambio climático” a esto es una gran hipocresía porque no es cambio, es un colapso, y no es climático, es ambiental y es total. Todo esto está coincidiendo probablemente con la peor crisis del capitalismo en términos de sobreacumulación, de crisis económica.

Ese el contexto en el que estamos inmersos todos los países, un periodo en donde pareciera ser que el tiempo se está agotando para llevar a cabo acciones vitales importantes, y estamos entonces en una situación extremadamente peligrosa.

El capital fue paulatinamente transformando su gran misión histórica, que era el desarrollo de las fuerzas productivas, lenta e incipientemente en una capacidad extraordinaria para desarrollar fuerzas destructivas. Las locomotoras, ese gran resultado industrial del siglo XIX, se fueron lentamente transformando en otros medios de transporte: en automóviles, camiones, tractores, aviones; los barcos que ya existían, se fueron transformando en submarinos y portaaviones.

En los primeros 30 a 40 años del siglo XX, de repente todos los medios de transporte se habían transformado, diversificado y convertido en instrumentos de guerra -por la vía del complejo militar-, y dentro de la industria automotriz se fue desarrollando paulatinamente la ciencia, la tecnología, el cálculo para que las cosas no duraran, la obsolescencia programada. También con el desarrollo de la agroquímica se fueron elaborando sustancias que fertilizaban la tierra pero que al mismo tiempo la agotaban y empobrecían, y al hacerlo se empobrecía la “salud” de las plantas, es así que se crearon más sustancias químicas que controlaban las plagas pero que envenenaban a quienes comíamos los alimentos y esto fue dando pie a que la industria química se fuera volviendo farmacéutica y la farmacéutica sacara provecho de las enfermedades degenerativas crecientes y apostara –digamos por medicamentos que retroalimentaran la destrucción de la salud.

Si el capitalismo hubiera desarrollado solamente fuerzas productivas y no destructivas, en realidad hace mucho que hubiera ocurrido la Revolución Comunista. Sin embargo, en el momento en que las fuerzas productivas se vuelven en fuerzas destructivas no solamente ya no producen riqueza sino que producen destrucción, producen pobreza, e incrementan artificialmente el margen de escasez de riqueza, cuando el capitalismo vino al mundo supuestamente para resolver los problemas de escasez, esa es su misión histórica.

Entonces el capitalismo es capaz de recrear de forma artificial aquello que le da sentido y aparentemente ya no tiene ningún límite, aunque ahora aparece otro límite que es que se acaba la naturaleza y se acaba el planeta. No se acaba el capitalismo, se acaba el planeta, se acaba la humanidad.

Ese es el problema en el que estamos, el modelo capitalista del siglo XX está en una disyuntiva grave y la propia burguesía en los centros metropolitanos más importantes está entrando en graves contradicciones internas porque no sabe para dónde ir, pero tampoco pareciera querer retroceder.

En este momento se está discutiendo si el capitalismo cambia de patrón de acumulación, cuya base es el patrón tecnológico. Ese es el momento en que nos encontramos. Entonces ¿a dónde se va dirigir el capitalismo?, creo que es una pregunta clave para América del Sur. No tengo bola de cristal, no les voy a dar la respuesta, lo único que se me ocurre es que tenemos que considerar a tres actores fundamentales dentro del mercado mundial, y observar cómo se resuelven y van evolucionando las contradicciones en el seno de ellos.

El primero, es la burguesía metropolitana (por ejemplo la estadounidense, la europea); el segundo, las burguesías del sur o burguesías no metropolitanas (por ejemplo la rusa, latinoamericana, islámica, árabe, iraní); el tercero, son los grandes movimientos sociales.

A nivel mundial un proletariado organizado no existe y quienes han reaccionado frente a esta oleada brutal de expropiación y despojo, son los campesinos, los indígenas, una fuerza social mundial. Y ésta converge con la lucha ecológica internacional, una lucha dispersa, desorganizada, en radicalización creciente.

Los escenarios no son lineales ni fáciles, las cosas no son tan sencillas para decir que estamos en el filo del fin del capitalismo, en realidad estamos muy lejos de eso, pero creo que el escenario es muy movedizo y que el grupo dominante apuesta a un escenario muy caótico. Quizás identificando los actores fundamentales y viendo las necesidades históricas de fondo podamos pensar de mejor manera en qué situación histórica estamos y cómo nos ubicamos históricamente frente a ella.

* Investigador mexicano; conferencia Socialismo y democracia frente a la degeneración civilizatoria del capitalismo mundial, Auditorio del Banco Central, 24 de marzo de 2011; III Ciclo de Seminarios Internacionales Pensando el mundo desde Bolivia, Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.

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