Se preguntó a altos dirigentes de izquierda si aceptan como cierto que sobre la humanidad de mañana se ciernen enormes peligros. Que se agotan los recursos naturales, que hay crisis climática, del agua, de alimentos, de energía, del empleo, financiera, política, y por tanto se deben esperar el decrecimiento, los despidos, hambres, migraciones, guerras, golpes de estado, como inevitables.
Respondieron que lo saben y concuerdan.
Se les preguntó luego si lo dicen en sus discursos para alertar y proponer desde ahora medidas solidarias y sustentables que sean menos dolorosas.
Uno dijo vacilante que lo hacen y están en su programa, otros más rectos contestaron que no.
Todos ellos coincidieron en que es imposible plantearlo clara y públicamente porque significa no ser políticos y no tener poder ahora para mejorar la redistribución del ingreso o realizar otros cambios dentro del orden existente.
Optan por el silencio para desempeñar el rol de socialdemócratas del sistema.
Si alguien afirmó que la verdad siempre es revolucionaria, ¿entonces quién lo debe advertir? Los que son revolucionarios, no los izquierdistas del sistema.
Es cierto que mucha gente no quiere oír malas noticias aunque sean verdaderas, pero es una obligación política, ética y científica sobreponerse a lo impopular y difundirlas, explicarlas y discutirlas junto con propuestas en la base.
Los revolucionarios para ser creíbles deben entregar todos los datos que expliquen los objetivos racionales de su futura civilización. Asumir que ese título siempre ha significado una lucha dura con largos períodos de incomprensión y aislamiento.
Los dirigentes se corrompen si frente a los que confían en ellos se guardan la mitad del mensaje sintiéndose dueños de la causa. Y serán descubiertos porque tendrán que levantar una dictadura.
Contacto romulo.pardo@gmail.com
«