Namibia: El Parque Nacional Etosha

Hay que tomar medidas urgentes, para evitar impactos negativos contra las bellezas naturales del continente y salvarlas. Esa es la principal función del Parque Nacional Etosha.

Esta zona privilegiada de la Naturaleza se encuentra al norte de la República de Namibia, en el territorio de Owambo, nombre del principal grupo étnico del país, de lengua bantú, que habita esa región. Su extensión alcanza los 20 mil 700 kilómetros cuadrados y resulta mayor que países como Eslovenia, Gambia o Bahamas, con una longitud máxima de este a oeste de 350 kilómetros.

Tiene una forma entre rectangular y oblonga, limitada entre los paralelos 180 40I y los 190 50I de latitud Sur, y entre los 140 50I y 170 20I de longitud Este. La distancia en línea recta al Océano Atlántico es de unos 200 kilómetros y está a 348 kilómetros al norte de Windhoek, la capital Namibia.

El parque fue fundado en 1958 y casi una cuarta parte de su extensión lo forma la llamada Cubeta de Etosha, ubicada en su región este, que da nombre a la reservación. Se trata de un antiguo lago que recibía los aportes de un río, probablemente el Kunene, que modificó su curso más al norte hasta desembocar en el mar. En la actualidad, la hondonada es un desierto salino con algunas charcas en las que beben los animales, pero durante la estación lluviosa se convierte, de nuevo en un lago.

Su nombre significa "el gran lugar blanco", debido al aspecto que le da a esta gran planicie el color de las sales carbonatadas depositadas en la superficie. En esta área geográfica, a más de mil metros de altura, las precipitaciones alcanzan solo los 500 milímetros y ocurren en verano (de octubre a marzo).

Las montañas Ondundozonananandana, nombre nativo que significa "lugar donde el muchacho perdió a su rebaño, probablemente a causa de un leopardo", situadas al sur actúan como barrera climática contra los vientos que en ocasiones vienen cargados de humedad desde el océano. La temperatura tiene un promedio de 21,1 grados centígrados y en invierno las mínimas bajan de los cinco grados centígrados.

Las dos corrientes principales de agua que desembocan en la depresión de Etosha son los ríos Ekuma y Oshigambo.   Al sur de la depresión hay varios manantiales que sostienen pequeñas charcas durante la larga estación seca. Las tres más importantes son las de Okakuejo, Halili y Namutoni, cerca de las cuales se han instalado funcionales miradores y campamentos para los innumerables turistas y científicos.

En Namutoni es una atracción la presencia de una pequeña fortaleza colonial que tiene una historia curiosa, pues fue construida como puesto fronterizo en 1902 y destruida por los owambo en 1904. El fuerte fue reconstruido después del alzamiento de los herero, como puesto policial, y abandonado hasta los años 30. Posee categoría de Monumento Nacional.

La flora de Etosha está integrada por herbazales con pequeños arbustos dispersos y, por bosquecillos de diversos tipos de árboles propios de la sabana africana, como palmeras datileras y acacias. El bosque mopanes (Colophospermun mopane), que alcanzan los ocho metros de altura, con sus hojas en forma de mariposa, constituye el 80 por ciento de todos los árboles del parque.

El mopane ofrece alimento a numerosos animales, sobre todo a elefantes, jirafas y rinocerontes, que lo consideran uno de sus manjares favoritos. Cerca de la puerta de Lindequist predomina un tipo de árbol alto y oscuro llamado tamboti (Spirostachys africana).

El parque está formado por dos ecosistemas: el bosque bajo con matorral y sabana, que abarca un entorno de más de 10 mil kilómetros cuadrados, y las depresiones de lagunas saladas secas. La más importante es precisamente la llamada Etosha, situada al nordeste del parque, con una extensión de más de cinco mil kilómetros cuadrados y unas dimensiones de 120 por 55 kilómetros de este a oeste y de norte a sur respectivamente.

El parque es el hogar de animales característicos de la sabana y de ambientes semidesérticos.Abundan variados tipos de antílopes, como los dik-diks, elands comunes, kudús, gacelas, impalas y el maravilloso órix de El Cabo, de hasta un metro 40 centìmetros a la altura de la cruz. Ellos tienen allí el último refugio de sus manadas constituidas por más de una decena de individuos de la especie.

El color gris-arena del pelaje de sus flancos hace al órix de El Cabo (Oryx gazella) casi invisible cuando se encuentra en su hábitat desértico y de matorral ralo. Sin embargo ese enmascaramiento no los ha salvado de los cazadores que buscan sus cuernos largos y llamativas marcas faciales, como trofeos.   

Este antílope se defiende bajando los cuernos hasta ponerlos paralelos al suelo y embistiendo, con lo que consigue rechazar a los leones y a otros predadores. Es un corredor veloz y, cuando galopa, puede dejar atrás a un caballo.

Las jirafas, cebras y ñúes , disfrutan este hábitat junto a depredadores como leopardos, leones, guepardos, zorros, chacales e hienas que encuentran allí una fuente segura de alimentos y un buen sitio para procrear y cuidar sus crías. Hay grandes manadas de elefantes, rinocerontes negros y pequeños mamíferos, como ardillas, liebres, ginetas, rateles, linces y mangostas.

Durante el periodo de lluvias la cuenca se llena de flamencos y gansos, aparte de abundar el avestruz, las águilas, buitres, grullas y garzas. En el parque se han contabilizado 114 especies de animales, 340 de pájaros, 110 de reptiles, 16 de anfibios y una de pez sorprendente. Entre los grandes mamíferos se han contabilizado 250 leones, 300 rinocerontes, dos mil elefantes, dos mil 500 jirafas y seis mil cebras. Según los expertos, el más abundante es la gacela saltarina (conocida como springbok) de la cual hay más de 20 mil ejemplares.

Hasta la década de 1980, la fauna de Namibia estuvo expuesta a altos niveles de caza furtiva por parte de los habitantes de las zonas rurales. Ellos necesitaban el alimento que les proporcionaban los animales salvajes y el dinero que obtenían con la venta de sus pieles y cornamentas.

Hacia 1985, se inició un programa de conservación impulsado después de la independencia, alcanzada el 21 de marzo de 1990. El gobierno nacionalista de Sam Nujoma contrató a personas de las comunidades locales para que vigilaran y enfrentaran a los cazadores furtivos. Los prepararon como guías turísticos, en un radio de acción en torno a sus casas. A cambio de unos cuantos meses de trabajo por año, reciben una ración mensual de alimentos y un salario.

Al convertir la preservación de la fauna en una contribución al sustento de los habitantes del campo, sin alterar su tradicional modo de vida, se hizo efectiva la conservación en el Parque Nacional Etosha.El acceso a esta maravilla de la Naturaleza, puede realizarse por dos entradas principales: la de Namutoni (Von Lindequist Gate), al este, y la de Okakuejo (Anderson Gate), al sur, a 435 y 535 kilómetros de Windhoek, respectivamente.

El resto del parque, salvo la menos usada puerta de King Nehale Gate, al norte, está vallado para mayor seguridad. Hoy, la conservación de esta joya, es un deber del pueblo namibio, pero es también un problema de todos, un desafío para el siglo XXI.

El mundo desarrollado, responsable de las emisiones de CO2, que han elevado la temperatura terrestre, debe cumplir las convenciones internacionales, en la ingente tarea de salvar la civilización humana. El respeto y amor a la Naturaleza, en la conciencia de los hombres, es la única alternativa para preservar a nuestro planeta para las generaciones futuras.

* El autor es especialista del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) de Cuba y colabora con Prensa Latina.

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