Los bambara en la historia
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Descubrimientos arqueológicos realizados en el territorio que hoy ocupa Malí demostraron que la presencia del ser humano en la región data de épocas muy remotas; sin embargo, no existen pruebas documentales sobre el período en que los bambara se insertaron en la historia antigua de la nación. Hacia el siglo XVII había dos reinos bambara: segu y karla, que convivían en plena armonía, en tanto una centuria más tarde, grupos musulmanes agresivos provenientes de regiones norteñas los derrocaron y dejaron su influencia en las creencias de la población. Aunque la mayoría de los bambara afirma que son musulmanes, muchos de ellos siguen sus creencias tradicionales de culto a los antepasados; creen que los espíritus ancestrales pueden asumir la forma de animales e incluso de verduras. En las ceremonias extraordinarias, los espíritus se adoran y se presentan con ofrendas de harina y agua; el miembro de más antiguo linaje actúa como mediador entre los vivos y los muertos. Los bambara hablan bamana, que es una de las lenguas mandingas y la más utilizada en la actualidad en Malí, sobre todo en las áreas del comercio y los negocios; está conectada con la expresión bantú. La bantú incluye el swahili, que es el habla principal en Tanzania y Kenya, en el Africa Oriental, y el zulú en Suráfrica; hoy en día el bamana en Malí usa el alfabeto N" ko, un sistema de caracteres ideados en 1949 como un método de escritura para las lenguas mandé de Africa Occidental. N" ko significa "yo digo" en todas las lenguas mandé; empezó a emplearse al principio en Kankan, República de Guinea y desde allí se diseminó por distintos sectores del mundo de esa habla. El idioma de los bambara también se usa como vehículo de comunicación entre los diferentes grupos étnicos malienses; existen algunos hablantes en Burkina Faso, Costa de Marfil y Gambia, todas naciones del occidente africano. Esta proliferación de lenguas y su empleo por numerosos grupos ofrece una idea de cómo se han mezclado las etnias en esa vasta región. La vida diaria Como la mayoría de los grupos étnicos tradicionales, los bambara son agricultores. En un continente de escaso desarrollo, ese sector se convierte en el más importante para la supervivencia; sus principales cultivos son maíz, yuca, tabaco y variedades de hortalizas. Las sequías, recurrentes en el país y en general en la zona, han perjudicado programas agrícolas, con su efecto negativo en los ingresos familiares. Los agricultores también crían ganado, caballos, cabras y ovejas, entre otros que confían a los fulani -otro grupo étnico maliense- durante las cortas temporadas de lluvias para dedicarse por entero a la actividad agrícola. Tanto los hombres como las mujeres comparten las tareas agrícolas, sin embargo, en comprensión a sus características, estas han conseguido acudir más tarde a los campos y salir antes que ellos para cumplir con las obligaciones hogareñas. Cada pueblo bambara se compone de muchas unidades familiares, por lo general todos de un mismo linaje; el hogar o gwa es responsable de producir para la totalidad de sus miembros, así como para ayudarles con sus tareas en la agricultura. Las casas bambara se caracterizan por ser más grandes que las viviendas de otras comunidades de la región; por esa razón algunas tienen hasta 60 o más personas y sus miembros trabajan juntos todos los días, excepto los lunes, los cuales dedican a actividades comunitarias. El matrimonio es muy importante, aunque su precio resulta caro y se considera como un tipo de inversión; su propósito principal consiste en tener hijos que proporcionen la fuerza laboral y aseguren el futuro del linaje familiar. La mayoría de las mujeres tienen un promedio de ocho hijos y todos los adultos están casados, e incluso viudas de edad avanzada, en sus 70 u 80 años, poseen pretendientes pues los bambara creen que una mujer aumenta el estatus del hombre. La colonización francesa Los bambara, al igual que los demás habitantes del territorio, ofrecieron una encarnizada resistencia a la colonización francesa en el siglo XIX, pero las rivalidades entre los grupos no permitió que cristalizara un movimiento sumamente fuerte para rechazar las pretensiones de la metrópoli europea. Este grupo -de la misma forma que todo Malí-, sucumbió ante el poderío de una de las principales potencias coloniales europeas que actuaban en Africa. Cuando en 1960 Malí obtuvo su independencia de Francia, los bambara, junto a todas las comunidades étnicas que habitaban en esa nación, celebraron con júbilo el fin de una era colonial, la cual no pudo destruir ni su cultura ni sus tradiciones. * El autor es periodista cubano especializado en política internacional, ha sido corresponsal en varios países africanos y es colaborador de Prensa Latina.