“En un mundo pletórico de recursos”, comprometámonos a contrarrestar el alarmante descenso de la inversión en proyectos hídricos y de saneamiento en favor de los pobres, y reafirmemos nuestro compromiso de poner fin a la lamentable situación de los más de 800 millones de personas que todavía carecen del agua potable o de servicios de saneamiento imprescindibles para disfrutar de una vida digna, instó el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) Ban Ki-moon en la conmemoración del Día Mundial del Agua, el 22 de marzo de 2011.
La Asamblea de la ONU instauró el Día Mundial del Agua en 1992 con el propósito de sensibilizar a la comunidad internacional, y a iniciativa de Bolivia declaró en 2009 que el acceso al agua es un “derecho humano”. Este año adoptó el lema “Agua para las ciudades”, instando a todos los gobiernos a que reconozcan que las urbes del mundo viven una crisis de gobernanza ocasionada por medidas ineficaces y la mala gestión, más que por la escasez del líquido vital. [1]
En el período 1990-2008, el porcentaje de personas con acceso al agua potable en áreas urbanas prácticamente no ha cambiado (94%), pero aumentó del 60% al 76% en zonas rurales. La cobertura de servicios sanitarios de todas las regiones en vías de desarrollo aumentó 5% en las áreas urbanas, y 43% en las zonas rurales. A pesar de ello, ocho de cada 10 personas que todavía no tienen acceso a una fuente mejorada de agua potable viven en áreas rurales, señala el Informe 2010 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Entre 1998 y 2008, 1.052 millones de habitantes urbanos lograron acceder al agua potable y 813 millones a un saneamiento mejorado. Sin embargo, la población urbana en ese período creció en 1.089 millones de personas, lo que ha socavado el progreso, dice la ONU. Se calcula que en 2008 había 2,6 mil millones de personas sin acceso a instalaciones sanitarias mejoradas en todo el mundo, y si la tendencia continúa, esa cantidad aumentará a 2,7 mil millones para 2015. [2]
En el último decenio, el número de residentes urbanos sin agua corriente en su vivienda o en las inmediaciones aumentó en aproximadamente 114 millones, y el número de personas sin acceso a servicios sanitarios más básicos creció en 134 millones. Este aumento del 20% ha tenido repercusiones muy graves para la salud humana y la productividad económica, evalúa Ban Ki-moon.
En la actualidad, uno de cada cuatro ciudadanos urbanos, 789 millones en total, vive sin acceso a instalaciones de saneamiento mejoradas, mientras que 497 millones de citadinos dependen de un saneamiento compartido, casi el doble que en 1990 (249 millones).
En 2008, el 48% de la población de los países en vías de desarrollo carecía de instalaciones sanitarias básicas; en África subsahariana y Asia meridional, el 69% y 64% de la población, respectivamente, sufrían ese problema. Se calcula que el 27% de los habitantes de las ciudades de países en desarrollo no tienen acceso a agua corriente en su vivienda.
El 77% de la población de América Latina es urbana. En la mayoría de los países de la región, el acceso al agua y saneamiento es casi universal, pero la falta de agua potable y saneamiento es un problema no resuelto en Guatemala, Haití, Nicaragua y Bolivia, países que tienen una concentración significativa de hogares en los barrios marginales.
El Presidente de Bolivia Evo Morales lanzó el programa “Más Inversión para el agua, Mi Agua” con un crédito de 100 millones de dólares. Cada uno de los 327 municipios del país recibirá 300 mil dólares para masificar los servicios de agua potable y riego.
El 55% de los 5.565 municipios de Brasil podría enfrentar serios problemas de abastecimiento en 2015, alerta el Atlas Brasil-Abastecimiento Urbano de Agua elaborado por la Agencia Nacional de Aguas (ANA). La carestía afectará a Sao Paulo, Río de Janeiro, Salvador, Belo Horizonte, Porto Alegre y Brasilia, donde residen unos 125 millones de habitantes, el 71% de los 191 millones de habitantes del país. La ANA calcula que se necesitan alrededor de 1.300 millones de dólares para ampliar la cobertura.
Las dificultades ligadas al agua van más allá de las cuestiones del acceso. En muchos países, la falta de instalaciones sanitarias obliga a las niñas a abandonar la escuela, y a menudo los más pobres y vulnerables de la sociedad se ven obligados a comprar agua a revendedores informales pagando 100% más que los sectores sociales más acomodados.
Debido a la rápida urbanización y la creciente la demanda de servicios de agua y saneamiento, las ciudades sobreexplotan sus recursos hídricos. En la década pasada, la mayor actividad agrícola y manufacturera incrementó la demanda y contribuyó a la contaminación de fuentes superficiales y subterráneas.
Cada día se eliminan dos millones de toneladas de desperdicios y contaminantes químicos a través de los cursos de agua. En el área sanitaria, la actividad más peligrosa para la salud humana es la defecación en espacios abiertos, practicada por 1,1 mil millones de personas. En muchas ciudades, sobre todo en el mundo en desarrollo, las aguas servidas e industriales contaminan las fuentes subterráneas y superficiales.
Se calcula que al menos 72 de los 160 millones de habitantes de Paquistán beben agua contaminada con productos biológicos, químicos y heces fecales, según el diario Daily Times. Por otro lado, es preocupante la contaminación con arsénico, en particular en Bangladesh y otras partes del sur de Asia, o de flúor en China e India.
La contaminación de ríos y mares afecta a las ciudades costeras, donde vive más del 60% de la población de América Latina. En Bolivia, la actividad minera se ha convertido en la mayor amenaza para las fuentes hídricas, sobre todo en Potosí, donde se generaron al menos 91 toneladas diarias de residuos sólidos en 2009. En Oruro, las cloacas urbanas y las aguas contaminadas con metales pesados de las minas de la región degradan aceleradamente los lagos Uru Uru y Poopó.
En general, las principales causas de la contaminación de los ríos del centro y sur de Bolivia son las descargas de aguas residuales urbanas e industriales sin tratamiento. Es el caso del río Bermejo en Tarija, que recibe los deshechos de industrias lecheras, porcinas y avícolas; las descargas con elevados niveles de coliformes fecales y patógenos de la Cooperativa de Agua y Alcantarillado Tarija; y los vertidos del matadero municipal, dice el Instituto Interuniversitario Boliviano de Recursos Hídricos de la Universidad Juan Misael Saracho.
En Uruguay, el río Santa Lucía de una longitud de 248 kilómetros recibe cada día 42.600 metros cúbicos de contaminantes emitidos por frigoríficos, curtidoras y fábricas de lácteos, según la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) y la Agencia Internacional de Cooperación japonesa.
Los retos a futuro
La vital interrelación entre el agua, los alimentos y la energía plantea uno de los problemas más difíciles a los que se enfrenta la humanidad. El aumento de la temperatura media alteró el ciclo hidrológico en todo el planeta, y en la última década las sequías azotaron con más frecuencia e intensidad y los eventos extremos, que ocurrían cada un lustro a mediados del siglo pasado, han sido casi anuales.
El crecimiento demográfico urbano exigirá un suministro mayor de agua para beber, lavar y cocinar, recalca el subdirector de Recursos Naturales de la FAO Alexander Mueller. Dentro de dos décadas, casi el 60% de la población mundial (5.000 millones de personas) vivirá en zonas urbanas. El 95% de la expansión urbana tendrá lugar en el mundo en desarrollo, donde las ciudades ganan un promedio de 5 millones de habitantes cada mes.
El presidente de Venezuela Hugo Chávez denunció que Estados Unidos y países europeos intentan colonizar las reservas hídricas del planeta. El capitalismo destrozó y contaminó las fuentes hídricas, y ahora promueve guerras imperiales para apoderarse de los recursos de los pueblos. Según Chávez, la intervención militar contra Libia persigue el petróleo y las enormes reservas acuíferas de la nación norafricana, y ahora “el ojo del águila imperial está puesto sobre la cuencas del Orinoco y Amazonas”.
El secretario general de la ONU Ban Ki-moon advierte que muchos países todavía tienen mucho por hacer en cuanto a la meta relativa a los servicios de saneamiento y el agua establecida en los Objetivos de Desarrollo del Mileno. La meta es reducir a la mitad el porcentaje de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento para el año 2015.
Hasta ahora, los avances más importantes se registraron en Asia Oriental, donde el acceso a agua potable mejoró casi un 30% en el período 1990-2008. La cobertura también aumentó en África subsahariana (22% en el mismo período), pero sigue siendo muy baja, pues sólo alcanza al 60% de la población. En Oceanía no hubo avances y la cobertura sigue siendo muy baja (alrededor de 50%).
Todos estos problemas ocuparán un lugar destacado en la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible que se celebrará en Río de Janeiro en 2012 (Río + 20).
Fuentes. Prensa Latina, Informe 2010 Objetivos de desarrollo del milenio, http://www.un.org/es/comun/docs/?path=/spanish/millenniumgoals/pdf/MDG_Report_2010_SP.pdf
[1] Es frecuente en los sistemas de distribución urbanos una tasa de fugas del 50%. De 250 a 500 millones de m³ de agua potable se pierden en muchas mega ciudades cada año, cantidad suficiente para abastecer a entre 10 y 20 millones de personas más en cada ciudad.
[2] Los residentes urbanos que viven en barrios marginales suman unos 828 millones, superior a los 657 millones que había en 1990 y a los 767 millones de 2000. El porcentaje de población urbana que vive en barrios marginales en los países en vías de desarrollo ha disminuido de 39% en 2000, a 33% en 2010. Más de 200 millones de habitantes de barrios pobres lograron acceder ya sea a agua de mejor calidad, servicios sanitarios o viviendas más duraderas y menos hacinadas.
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