La Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992 instó a la humanidad a actuar pronto para preservar el planeta y la especie, y comprometió a los gobiernos a adoptar medidas para evitar el desastre climático. Surgió así la Convención sobre el Cambio Climático, ratificada por casi todos los países del mundo.
En las negociaciones del Protocolo de Kyoto, la Unión Europea propuso metas relativamente ambiciosas de reducción de emisiones en 15% hasta el año 2010 y arguyó que la acción doméstica debería ser la principal medida para lograr ese objetivo. Pero Estados Unidos se opuso a cualquier meta o cronograma, obligó a bajar el conjunto de metas de los países desarrollados al 5% para el año 2012, e insistió en permitir mecanismos fraudulentos de mercado de carbono para alcanzar esas metas, explicó elembajador de Bolivia ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) Pablo Solón en una entrevista con el diario The Guardian.
En la tercera COP en Japón, en 1997, se aprobó el Protocolo que compromete a 36 naciones industrializadas a reducir “emisiones de gases de efecto invernadero que generan principalmente la quema de combustible fósiles en un 5% de los niveles del 1990 para el 2012”.
Este porcentaje global debía alcanzarse con metas muy concretas y diferentes según el caso. La mayor responsabilidad recaía en las naciones industrializadas, causantes del 55 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los seis principales emisores del planeta son Estados Unidos con 2,530 millones de toneladas de GEI, seguido de China (2,430), Rusia(600), India (529), Japón (363) y Alemania (323).
En la Conferencia 13 de Bali, Indonesia, las naciones ricas oficializaron su interés por dar continuidad al Protocolo, y más adelante añadieron al tratado el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), mecanismos de financiación y otras iniciativas del mercado del carbono para hacer realidad la añorada reducción de emisiones de GEI.
Pero pasaron 18 años desde la Cumbre de la Tierra y los gobiernos hicieron poco por enfrentar el problema y hasta el día de hoy violan el espíritu de la Convención. Estados Unidos, el principal emisor mundial, cuyas emisiones tóxicas al ambiente aumentaron en un 13 por ciento, se ha dado el lujo de no ratificar el Protocolo de Kyoto.
En la Cumbre de Copenhague, los países desarrollados mostraron nuevamente al mundo su poco interés o voluntad política de ratificar compromisos vinculantes, y en las siguientes reuniones se negaron a debatir sobre el meollo del problema: la reducción de las emisiones de combustibles fósiles en el menor plazo posible.
En las sesiones preparatorias de Tianjín en octubre de este año se debían sentar las bases de negociación de Cancún, donde se esperaba alcanzar un acuerdo que sustituya al Protocolo de Kyoto que expira en 2012. Pero algunos países desarrollados condicionaron la adopción de mayores compromisos de reducción de emisiones “a la creación de nuevos mecanismos de mercado y al establecimiento de reglas que les permitan incumplir sus obligaciones y traspasar sus responsabilidades a los países en desarrollo”, denunció Solón.
“Esto es inadmisible; estamos a las puertas del 2012, año de conclusión del primer periodo de compromisos bajo el Protocolo de Kyoto, y aún no tenemos una propuesta seria y coherente por parte de los (países del) Anexo 1 (bajo el Protocolo de Kyoto) para cumplir con su obligación en el segundo periodo”, se quejó el embajador boliviano.
La ceguera de los ricos
Uno de los principales aportes de la Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático celebrada en abril de 2010 en Cochabamba fue identificar la causa estructural de la crisis climática que está destruyendo la naturaleza y por ende a la humanidad: el sistema capitalista que impulsa modelos de desarrollo irracionales basados en un crecimiento económico sin límites.
El inédito cónclave social concluyó que no se puede continuar con la lógica de los países ricos que dejan una huella ecológica cinco veces más grande de lo que el planeta es capaz de soportar. Para salvar al planeta es preciso remplazar el capitalismo por un otro tipo de relacionamiento con la naturaleza, que no busque siempre el crecimiento y el vivir mejor saqueando la naturaleza, sino más bien un sistema que permita vivir bien en armonía con la naturaleza, respetando los límites de la Madre Tierra.
Las causas del calentamiento global son perfectamente conocidas, como también las medidas necesarias para evitar que se profundice. Sin embargo, los gobiernos ricos siguen negando evidencias científicas acerca de los peligros que acechan a la humanidad, y siguen montando descomunales farsas para evadir su responsabilidad con la catástrofe ecológica futura.
Mientras los países en desarrollo como China están imponiendo cortes de electricidad para cumplir sus metas climáticas [1], muchos en Estados Unidos siguen debatiendo sobre si el cambio climático existe o no, pese a que casi a diario las pantallas de televisión muestran inundaciones en Pakistán, olas de calor en Rusia, y el derretimiento sin precedentes en el Artico, observó Solón.
Las grandes firmas privadas del norte gastan millones de dólares en campañas para negar el cambio climático. Según un informe de Greenpeace Internacional, la empresa Koch Industries ha impulsado una gran campaña propagandística para negar la base científica del recalentamiento planetario. Nada menos que 30 millones de dólares se invierten cada año en esta cruzada mediática.
El candidato republicano a presidir el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes de Estados Unidos John Shimkus aseguró que el cambio climático es “una farsa” que nunca ocurrirá por una razón muy sencilla: “Dios le aseguró a Noé que no se produciría un nuevo diluvio”. Shimkus citó al Génesis para respaldar sus afirmaciones: Dios (o Yahvé) asegura que “nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque las trazas del corazón humano son malas desde su niñez, ni volveré a herir a todo ser viviente como lo he hecho. Mientras dure la tierra, sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche no cesarán”.
Lo más preocupante es el manifiesto el interés del mundo desarrollado de barrer definitivamente con el Protocolo de Kyoto o de modificarlo sustancialmente. El jefe negociador de China Su Wei denunció que los países ricos tratan de reescribir el Protocolo de Kyoto con el objetivo oculto de evitar el establecimiento de una meta de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero posterior a 2012.
Según Solón, Estados Unidos es el más interesado en acabar con el Protocolo, el único mecanismo vinculante en cambio climático. “En su lugar ellos arengan, amedrentan e insisten en que cualquier negociación climática debe basarse en el acuerdo no vinculante de Copenhague, que retrocede en la lucha contra el cambio climático”, declaró a The Guardian.
Sumándose al coro del imperio, este martes Japón confirmó que no firmará un acuerdo vinculante post Protocolo de Kyoto y exigió mayor flexibilidad en cuanto a la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Financiamiento
Indigna a muchos observadores y analistas la mínima voluntad política del mundo rico para transferir recursos a las economías más pobres para que puedan cumplir planes de mitigación y adaptación. La ONU ha puesto énfasis en la necesidad de lograr un paquete equilibrado y operativo que permita aplicarproyectos concretos en la adaptación, mitigación, financiación, transferencia tecnológica e incentivar capacidades.
En la conferencia de Copenhague los países industrializados prometieron un primer apoyo de 30 mil millones de dólares entre 2010 y 2012 (mil millones por año). Los primeros 10 mil millones debieron hacerse efectivos en 2010, pero “hasta ahora nadie ha visto un centavo”, reclamó el jefe del Gobierno de Ciudad de México Marcelo Ebrard.
Los 10 mil millones de dólares ofrecidos por los países desarrollados son insignificantes y representan menos del uno por ciento de todo lo que gastan en sus presupuestos de defensas. “No es posible que se destine 120 veces más recursos para la guerra y la muerte que para preservar la vida y nuestra Madre Tierra”, criticó el gobierno boliviano.
El Acuerdo de los Pueblos suscrito en Cochabamba exige que los países desarrollados comprometan un financiamiento anual nuevo, adicional, publico, directo y sin condicionamiento de al menos 6% de su producto nacional bruto para enfrentar el cambio climático en los países en desarrollo. Esto es viable tomando en cuenta que destinaron cinco veces más para rescatar bancos y especuladores en quiebra.
El Informe de Desarrollo Mundial de 2009 del Centro Internacional de negocios y Desarrollo Sustentable estima que se necesitan entre 140 mil y 175 mil millones de dólares durante los próximos 20 años en programas de mitigación, mientras que los proyectos de adaptación costarían entre 30 mil y 100 mil millones de 2020 a 2050. [2]
La secretaria ejecutiva del Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático Christiana Figueres informó que se requieren al menos 100 mil millones de dólares para programas de adaptación en los países del Sur, citando las conclusiones de un informe anual del Grupo Asesor de la ONU.
El primer ministro de Noruega Jens Stoltenberg, uno de los co autores del informe, subrayó que “no se trata de (simplemente) dar fondos, sino de compartir la carga”. En nombre de las naciones africanas, el primer ministro de Etiopía Meles Zenawi reprendió a los países ricos por eludir acuerdos vinculantes.
El secretario general de la ONU Ban Ki-moon informó que la propuesta del Grupo Asesor incluye impuestos al transporte marítimo y aéreo, y el fortalecimiento del mercado del carbono que incluye el Programa de Reducción de Emisiones procedentes de la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD) y otros mecanismos del mercado como los MDL y Cap and Trade, que permitirían a los países desarrollados comprar “derechos” para contaminar.
Solón reprochó a los organizadores de las conferencias de Naciones Unidas sobre cambio climático, frecuentemente supeditadas a un lobby intenso de grandes corporaciones, que están más preocupados en inventar nuevos mecanismos de mercado para hacer dinero antes que en detener el cambio climático.
Algunos expertos afirman que el mercado de carbono “es la mejor propuesta ecológica de las últimas décadas”, aunque es una vulgar y gigantesca estafa que ha fracasado en la práctica porque no contribuyó a una reducción real de las emisiones.
“La compensación de carbono no tiene ningún beneficio para los países en desarrollo y solo beneficia a los inversores privados y los principales contaminantes, y les permite a los países ricos evitar sus compromisos de reducción de emisiones. Constituye una distracción que nos aleja de las acciones reales para abordar las causas estructurales del cambio climático”, afirmó la organización Amigos de la Tierra Internacional.
El gobierno boliviano advirtió que el mecanismo REDD “abre una nueva fase nunca antes vista de mercantilización de la naturaleza que tendrá un impacto insignificante sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que toda deforestación evitada es convertida en derecho de contaminar por el mercado, pero que impulsara el acaparamiento de los bosques por el sector privado, afectando el derecho soberano de los países y de los pueblos indígenas sobre sus bosques y las selvas”. [3]
No habrá acuerdo
Semanas atrás, la secretaria ejecutiva del Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC) Cristiana Figueres aconsejó no cometer el mismo error de la Cumbre del año pasado. “Un serio problema que tuvimos en Copenhague fue que todos queríamos un acuerdo legalmente vinculante; el nivel de ambición no era realista en relación a lo que era alcanzable”, dijo.
Luego el secretario general de la ONU Ban Ki-moon admitió que “tal vez no podamos lograr un acuerdo integral, global y vinculante (en Cancún), pero esperamos conseguir avances tangibles en varias áreas”, entre ellas la lucha contra la deforestación, la transferencia de tecnología y dinero a los países en desarrollo para ayudarles a reducir sus emisiones y a enfrentar los efectos del cambio climático.
El 22 de noviembre, el secretario general adjunto de Naciones Unidas Robert Orr descartó la posibilidad de firmar un acuerdo final en la cumbre de Cancún, aunque espera “avanzar en los asuntos en que se pueda”. No obstante, reconoció que el costo del cambio climático crece rápidamente y “mientras más nos demoremos (en resolver el problema) más pagaremos en vidas y dinero”.
“En Cancún buscaremos decisiones concretas sobre las acciones que deben asumir los países en cuanto a mitigación, reducción de emisiones y adaptación, independientemente del estado en que se encuentren las negociaciones para un pacto final”, explicó Orr, y consideró la posibilidad de acordar pasos futuros antes de la próxima Conferencia a realizarse en 2011 en Suráfrica.
Hace poco, el presidente de México Felipe Calderón declaró que “la construcción de un nuevo tratado que aborde el llamado Protocolo Post Kyoto va a ser muy difícil de concretar en Cancún… No es esa la idea de esta reunión (COP 16), no es específicamente lo que está en las prioridades de los países hasta ahora”.
Apenas iniciada la conferencia en Cancún, los países industrializados advirtieron que mantendrán “bajas expectativas” en torno a los resultados. “Me pregunto sobre qué expectativas están hablando: ¿Piensan que el millón de personas de la ciudad de El Alto de Bolivia, que enfrentan un incremento crónico de la escasez de agua debido a la desaparición de los glaciares, tienen bajas expectativas? ¿Ellos piensan que las isleños del Pacífico, cuyas tierras pronto desaparecerán debido al aumento del mar, tienen bajas expectativas? Creo que la mayoría de la humanidad demanda y tiene altas sus expectativas, por lo que nuestros líderes políticos deben actuar para parar el ya descontrolado cambio climático”, arengó Sólon.
El representante boliviano ve “con tristeza que muchos de los medios de comunicación e incluso algunas organizaciones medioambientales se han subordinado a este cinismo de un pequeño grupo de países industrializados que están jugando con el futuro del planeta”.
También juega en el bando de los ricos nada menos que la propia secretaria ejecutiva del CMNUCC, quien lanzará en Cancún un «paquete de medidas» negociado en Copenhague que es incongruente con el requerimiento de la ciencia. Varios investigadores y científicos advirtieron que el llamado “Entendimiento de Copenhague” aumentará las temperaturas en cuatro grados, un nivel desastroso para la vida humana y los ecosistemas.
Los países del Grupo de los 77 más China, los pequeños estados insulares y los de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) anunciaron que defenderán el Protocolo de Kyoto en la Conferencia de Cancún, conscientes de que su no continuidad después de 2012 significaría un verdadero golpe a los esfuerzos humanos por enfrentar el cambio climático.
China advirtió que rechazará cualquier proyecto que no haya sido plenamente discutido o reconocido por los países miembros de la ONU como bases para las negociaciones. Cualquier acción dirigida a derrocar el Protocolo de Kyoto será denunciada, advirtió el representante chino Su Wei.
La propuesta de China y de otros países es que las conversaciones de Cancún deben enmarcarse en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el tema, el Protocolo de Kyoto y la Hoja de Ruta de Bali, respetando el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”.
Este grupo de países reivindicará algunas propuestas del Acuerdo de los Pueblos suscrito en Cochabamba, como por ejemplo exigir a los países ricos que reduzcan sus emisiones al menos en un 50% en el periodo 2013-2017, sin recurrir a la compensación de carbono, y que se comprometan a esto en el marco del segundo período de compromisos del Protocolo.
“Tenemos altas expectativas en Cancún y vamos a insistir en que el objetivo debe ser más alto… No es correcto que un pequeño puñado de senadores de Estados Unidos tenga secuestrada al resto de la humanidad. Si Estados Unidos no puede hacer lo que es correcto, debe dar un paso al costado. Mientras tanto, el bloque de los países desarrollados, como la Unión Europea, ya no debe esconderse detrás de la intransigencia de Estados Unidos. Ellos deben comprometerse urgentemente a reducir la emisión de los gases de efecto invernadero al 50% antes de 2017”, recalcó Solón.
Los movimientos sociales y organizaciones ecologistas de todo el mundo son conscientes de que los gobiernos ricos no actuarán solos sino al amparo de poderosas corporaciones que lucran con la explotación y venta de combustibles fósiles, la principal causa del cambio climático. Sin embargo, ello no los exime de su responsabilidad de proteger el clima del planeta, un bien común de la humanidad.
Dadas las posibles consecuencias para la supervivencia de la humanidad, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales y otras organizaciones sociales advierten a los países ricos que si se niegan a abordar el verdadero problema (cómo salir rápidamente de la era de los combustibles fósiles), cometerán una grave violación que puede ser tipificada como un crimen de lesa humanidad.
Notas:
[1] China reafirmó el compromiso de controlar de manera eficaz las emisiones de gases de efecto invernadero en el próximo lustro. Este compromiso figura en el “Informe Anual sobre Acciones para Enfrentar el Cambio Climático”, publicado por la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo, el máximo órgano de planificación de la economía en este país. Sabido es que el gigante asiático figura como el principal emisor de gases, factor asociado a su condición de ser el mayor país en desarrollo del mundo y a la vez el más poblado -sus habitantes sobrepasan los 1.300 millones-, aunque sus emisiones per cápita son relativamente bajas. De 2006 a 20010 el gobierno desembolsó 30 mil 100 millones de dólares del presupuesto central para el mencionado objetivo. Además, se estima que en esa etapa el país puede haber disminuido sus emisiones de dióxido de carbono en mil 500 millones de toneladas, apoyado también en el ahorro energético. Poco antes de la Cumbre de Copenhague, China anunció que para 2020 recortará entre un 40 y 45 por ciento la intensidad de las emisiones de dióxido de carbono por unidad de Producto Interno Bruto respecto a los niveles de 2005.
[2] El Plan Verde de la Ciudad de México demanda una inversión de 5.400 millones de dólares y sólo se han obtenido de la comunidad internacional dos mil millones. La Ciudad de México sufre la elevación de dos grados centígrado, el cambio en sus patrones de lluvias y alertó en el sentido de que su gobierno carece de posibilidad de duplicar la capacidad del sistema de drenaje para evitar una gran inundación.
Se estima que San Salvador requiere 10 mil millones de dólares a precios de 2002 para enfrentar las pérdidas ocasionadas por el aumento en la intensidad de huracanes, tormentas e inundaciones en el sector agrícola, recursos hídricos y biodiversidad, dijo la experta de cambio climático de la CEPAL Julie Lennox. El director de la sede subregional de la CEPAL en México Hugo Beteta alertó que el impacto del cambio climático ya representó para la región un estimado de 15 mil millones de dólares entre 2002 y 2008. Lennox detalló que, de mantenerse la tendencia actual, los costos por los daños podrían ascender a US$73 mil millones en 2100, un equivalente al 54 por ciento del PIB de 2008 de los siete países del Istmo centroamericano. (ACAN-EFE)
La ONU pedirá 7.400 millones de dólares para cubrir las necesidades de asistencia humanitaria a nivel mundial para el próximo año. Se trata del mayor monto de ayuda reclamada por la organización en toda su historia y pretende alcanzar a 50 millones de personas de 28 países afectadas por 14 crisis provocadas por conflictos y desastres naturales. Figuran en la lista Haití, Afganistán, República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo, Djibuti, Kenya, Níger, Somalia, Sudán, Yemen y Zimbabwe. También incluye a África Occidental, como región, y a los territorios palestinos ocupados por Israel.
[3] Los sistemas de compensación del carbono ponen en riesgo el derecho de propiedad de las comunidades locales sobre los bosques. Los impactos pueden ser muy negativos, pues puede producir la ruptura de ciertas prácticas colectivas y la división en el seno de las comunidades indígenas y campesinas de todo el mundo.Sistemas compensatorios como el PSE están en vigor desde hace decenios. La FAO ha propuesto a los agricultores practicar el “ecobuage” a cambio de una compensación. Los PSE no obligan más que a los pequeños productores poniendo fin a sus derechos de uso”, reconoce Alain Karsenty, consultor del Banco Mundial. Existen también las “reservas de activos naturales” (RAN) administradas durante 30 a 50 años por bancos y sociedades privadas, habilitadas para transformar a los territorios en activos financieros y para especular con ellos. LifeWeb financia proyectos que promueven la conservación de las áreas protegidas para que estas sirvan de sumideros de CO2. www.lexpansion.com/…/pour-se-desendetter-la-grece-n-a-qu-a-vendre-ses- iles_228033.html
Esta financiarización de la naturaleza va a sustraer a las comunidades locales y a las soberanías nacionales el uso de sus recursos y de sus territorios porque implica la transformación del derecho de propiedad del Estado y de las comunidades de África y del hemisferio Sur en general. “No se puede proteger la biodiversidad sin alterar el derecho de propiedad”, reconoció el ex consejero europeo Patrick Hubert.
La Conferencia de Cochabamba rechazó toda forma de aplicación de los derechos de propiedad intelectual sobre la vida, en particular en la agricultura, que obstaculizan la transferencia y al acceso a tecnologías ambientalmente apropiadas y a los conocimientos asociados útiles para luchar contra el cambio climático, por lo que el Acuerdo de Cochabamba propone también que aquellas tecnologías y conocimientos sean excluidos de la patentabilidad y sean de dominio público por el bien común.
Fuentes: 1. Reportes periodísticos de Marta Gómez Ferrals y Germán Fernández-Burguet, de la Redacción de Temas Globales de la agencia Prensa Latina. 2. Pesimismo ensombrece Cancún; Kanya D’Almeida
3. http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=96971 4. http://www.wrm.org.uy