El complicado juicio, que empezó en Estados Unidos y fuera trasladado a Quito a posteriori, contra la trasnacional Chevron-Texaco en el Ecuador tiene todos los ingredientes de una clásica película de suspenso de Hollywood.
La compleja trama se resume de la siguiente manera:
Una multinacional negada a reconocer su errores, expertos en contaminación ambiental que ofrecen datos científicos precisos sobre la catástrofe existente allí y la acción de agrupaciones ecologistas que denuncian el impacto tóxico de Chevron sobre las comunidades de la Amazonía ecuatoriana.
Pero lo peor de todo es la evidente ejecución de tácticas legales dilatorias y tramposas por parte de la gerencia de Chevron para evadir la responsabilidad por el grave daño ecológico causado a los pueblos indígenas de la zona.
La poderosa entidad ha desarrollado maniobras legales de intimidación, demoras y distorsión de la realidad durante los siete años en que ha durado el proceso legal. Los demandantes sostienen que Texaco, actualmente propiedad de Chevron, produjo daños considerables al medioambiente y a los empobrecidos habitantes de la región donde se realizaron actividades intensas de extracción petrolífera entre 1964 y 1990.
El perito designado por la corte estimó los daños, que son calificados por los demandantes como otro destructivo accidente similar al del reactor nuclear de la planta de «Chernobyl», en más de 27 mil millones de dólares señala el Wall Street Journal .
El experto Daniel Rourke, del tanque pensante estadounidense Rand Corporation, ha investigado que por lo menos 10 mil ecuatorianos están diagnosticados como en alto riesgo de contraer enfermedades cancerosas en las próximas décadas.
Ann Maest, una destacada ingeniera geoquímica descubrió que en la mayoría de los pozos petroleros que opera Chevron tienen contaminantes peligrosos que están ubicados cerca de importantes fuentes de agua potable utilizadas por poblaciones indígenas cercanas.
Muchas auditorias realizadas por los funcionarios de Chevron en la década de los años noventas reconocen que existen peligrosos elementos tóxicos en todos los lugares donde se hacen extracciones petroleras por la empresa y que era necesario eliminar las aguas toxicas y los derramamientos petroleros accidentales.
Pero lo cierto es que la trasnacional jamás realizó un estudio sobre el impacto medio ambiental durante los 26 años en que operó en Ecuador, afirma el abogado investigador Jonathan S. Abady.
El autor del libro La Nueva Geopolítica de la Energía, Michael T. Klare, pronostica que las grandes empresas trasnacionales petroleras crecerán aún más, al igual que los precios del combustible como resultado de los elevados costos de los procesos de extracción en las zonas de difícil acceso.
Los pueblos originarios y la contaminación
Cincuenta millones de indígenas pertenecientes a más de 671 pueblos de América Latina sufren la grosera imposición por empresas trasnacionales de actividades altamente contaminantes principalmente en la minería, la extracción petrolífera y la tala indiscriminada de los ancestrales bosques tropicales en sus territorios apunta el New York Times.
El 90 por ciento de la población indígena del continente se concentra en cinco países latinoamericanos: Guatemala, México, Perú, Bolivia y Ecuador a partir de las estadísticas de censos de población recientes en esos países.
En nuestro Hemisferio Occidental son precisamente estos habitantes los más afectados por la salvaje explotación de las materias primas y los recursos naturales por parte de trasnacionales inescrupulosas que saquean esas riquezas no renovables señala Greenpeace.
El novelista mexicano Juan Rulfo en su obra Pedro Páramo, evoca un pueblo imaginario llamado Comala que simboliza con una atmósfera asfixiante, un lugar que se encuentra sobre la mismísima boca del infierno y que es la antesala de éste donde penan las almas culpables.
El lugar es también una síntesis de muchos pueblos y sus características son comunes a todos ellos: la desesperación, la contaminación asfixiante, las enfermedades y en fin un mundo que agoniza rápidamente por culpa nuestra.
Los pueblos indígenas sencillamente no quieren que nuestro planeta se convierta en la moribunda Comala representada magistralmente por Rulfo y por eso hoy luchan por proteger a la madre naturaleza.
* El autor es jefe del Departamento de Difusión de Prensa Latina.