Quizás nuestro destino sea el de la Amazon­ia

 

La Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, juntamente con otras entidades, en el mes de enero pasado, presentó la investigación titulada «Amazon­a Peruana en 2021», del investigador Marc Dourojeanni y otros. En dicho libro, los autores denuncian que si en 2003 las petroleras hurgaban el 15% de la selva peruana en busca del petróleo, para el 2009 esta actividad obsesiva ya afectó el 70% de dicho territorio. Además, con datos irrefutables, indican que 52 proyecto de centrales hidroeléctricas, 53 lotes petroleros, 24,818 derechos mineros, 4,486 Km de proyectos de carretera, 483,581 Hectáreas de tierras destinadas para plantaciones nuevas para biocombustible, etc. convertirían a la Amazon­a peruana en la nueva Oroya (histórica zona minera del Perú, convertida en un monstruo de pasivo ambiental, en la que nacen nidos de plomo para morir respirando y bebiendo cianuro).

Lo más irritante de esta destrucción suicida de la Amazon­a es que el despilfarro se hizo y se hace en absoluto desconocimiento del pueblo peruano.  Aunque Ud. no lo crea. El Estado peruano ha colonizado de tal manera a su ciudadan­ía que lo ha convertido en simples consumidores sumisos y acríticos bajo el slogan de «¡Consume, que el Perú avanza!» Casi nadie sabe que para el 2041 la Amazona peruana sólo respirar­á con el 10% de su pulmón. ¡Ni las áreas protegidas serán protegidas! Y, ¿sabe Ud. quien «capitaliza» este suicidio? Las empresas y bancos de Brasil y otras multinacionales ¡El 85% del potencial hidroenergético del Perú se encuentra en su Amazon­a! Ganan los consorcios de consultores, de construcción… Aunque más temprano que tarde todos perdemos. Primero las y los ind­ígenas guardianes del bosque, ahora como ayer, maltratados como la última especie de la fauna silvestre.

Pero, ¿cuáles son los argumentos para continuar cercenando frenéticamente el pulmón del planeta herido? ,¿Cómo explicar que en estos tiempos de cambios los bosques de Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina sigan siendo rebanados de manera irresponsable y sin planes de transformación sostenible como en tiempos neoliberales?

Ocurre que en estos pa­íses progresistas sólo han cambiando los actores políticos. La política económica del desarrollismo continua vigente bajo la modalidad del neo extractivismo. Importa más generar mayor excedente económico para distribuir dinero (bonos) que cultivar con cuidado nuestra única casa. Nuestra maldita condición inmediatista hace que nos comamos el futuro sin pensar en sus impredecibles consecuencias, ni en el dolor de quienes vendrán después de nosotros/as.

En políticas económicas neo extractivista no hay diferencia entre los actuales gobiernos latinoamericanos, sean estos indígenas, de izquierda o neoliberales. Cito como ejemplo algunos discursos de gobernantes que descalifican a los defensores de la Amazon­a:

Rafael Correa: “Los ecologistas son extorsionadores. Las comunidades no son los que protestan, sino un grupillo de terroristas. Los ambientalistas románticos y los izquierdistas infantiles quieren desestabilizar al gobierno” (R. Correa, 02/12/07). «(…), “no vamos a permitir levantamientos que bloqueen caminos, que atenten contra la propiedad privada, (….) Es un absurdo estar asentado sobre centenares de miles de millones de dólares y por romanticismos y noveler­as decir no a la miner­a» (Rafael Correa, 11/10/08).

Evo Morales: “Compañeros y compañeras, con mucho respeto, no podemos ser perros del hortelano. No comen, ni dejan comer. Para orientación de todos nosotros, primero la patria.» (Evo Morales, 30/10/08). «(…), de qué entonces Bolivia va a vivir. Si algunas ONGs dicen Amazoni­a sin petróleo’. (…) Están de acuerdo entonces que el pueblo boliviano no tenga plata, que no tenga IDH, (…), pero también van diciendo que no haya Juancito Pinto (bono), ni la Renta Dignidad, ni el bono Juana Azurduy (…)» (Evo Morales, 10/07/09).

Alan García: «(…), apenas la décima parte de esos recursos está en proceso de explotación, porque aquí­ todavía discutimos si la técnica minera destruye el medio ambiente, lo que es un tema del siglo pasado (…) Y contra el petróleo, han creado la figura del nativo selvático “no conectado”; es decir, desconocido pero presumible, por lo que millones de hectáreas no deben ser exploradas, y el petróleo peruano debe quedarse bajo tierra mientras se paga en el mundo US$90 por cada barril. (…) el viejo comunista anticapitalista del siglo XIX se disfraza de proteccionista en el siglo XX y cambia otra vez de camiseta en el siglo XXI para ser medioambientalista. Y todo ello por el tabú de ideologías superadas, por ociosidad, por indolencia o por la ley del perro del hortelano que reza: «Si no lo hago yo que no lo haga nadie». (Alan Garc­ía, El Comercio, 28/10/07)

Como Ud. verá, la Amazon­a es lapidada por gobiernos neoliberales y progresistas, sin diferencia alguna. En ambos casos a las y los guardianes de la Amazon­a, de facto se los declara en enemigos del desarrollo. Si en el Perú se mata a mansalva a indígenas de la selva, en Bolivia el derecho a la consulta previa que las y los indígenas lograron incorporar en la nueva Constitución Política se constituye en una traba para el desarrollismo del actual gobierno. Del anuncio de «reglamentar dicho derecho para demostrar que los pueblos indígenas no tienen derecho al veto». ¿A caso no es nuestra obligación exigir planes de transformación integral y sostenible a nuestros gobiernos de «cambio»?

En la medida en que nos aproximamos más a la lí­nea roja del cambio climático, es ineludible pensar más allá del inmediatismo. Nadie se opone a generar mayor excedente económico fruto de los recursos naturales, mucho menos a su redistribución. Pero lo que ocurre es que, después de La Oro y petróleo­, el extractivismo en lugar de luchar contra el empobrecimiento se ensaña con las y los empobrecidos, acelerando aún más sus tempranas muertes ya anunciadas.

La exploración y explotación (qué feo es este término) de la Amazon­a se hace a la deriva. Sin ningún plan de transformación integral, ni sostenible. El único plan es que no hay plan para ingresar a la Amazon­a. Mucho menos, información amplia, consulta participativa y concertación transparente con las y los afectados inmediatos.

¡Oiga!, no estamos hablando de la superficie de la luna. ¡Están exterminando, no sólo la biodiversidad, con las culturas incluidas, sino los alveolos últimos del pulmón del planeta infestada de depredadores! Sin Amazon­a no sólo no habrá lugares exóticos que visitar. ¡Aceleran el agotamiento del agua dulce! ¡Están destruyendo uno de los últimos climatizadores del planeta cada vez más caliente! ¡Nos quitan nuestro último balón de oxí­geno! Y nosotros miramos sin ver, ni conmovernos, quizás porque nuestro destino sea el de la Amazonía.

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Fobomade

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