Aquí en Bolivia, sucede todo lo contrario. Aquí impera una visión única y monolítica. No hay disensos en el gabinete. Eso puede advertirse, en el problema sobre el que seguimos insistiendo: la relación entre comunidades indígenas, de un lado, y políticas y acciones en beneficio de una economía extractiva y de matriz desarrollista, por el otro.
Con relación al asunto, no hay ninguna voz contrastante en toda la esfera del poder ejecutivo, no la hubo tampoco en la esfera del ex Congreso de la República. Todos repiten los mismos argumentos, desde la máxima autoridad del Estado hasta el último funcionario de Petroandina o de la COMIBOL.
Una voz que sería interesante escuchar es la del Canciller Choquehuanca, pero no se lo escucha, y es una pena no poder saber qué opina acerca de la situación de los hermanos Mosetenes o sobre la situación de las comunidades del Jacha Suyu pacajeño afectadas por el proyecto cuprífero de Coro Coro.
Veremos qué pasará ahora en el marco de la flamante Asamblea Legislativa Plurinacional. Aunque las señales son agoreras. Las recientes declaraciones de la ya juramentada primera Presidente del Senado Plurinacional, doña Ana María Romero de Campero, número dos en la sucesión presidencial, y registradas por la Agencia de Noticias Indígenas, de la Red ERBOL, el pasado 16 de enero, son más que decepcionantes.
Frente al anuncio de la Central Indígena del Pueblo Leco de Apolo (CIPLA) del Norte del departamento de La Paz de iniciar movilizaciones en defensa de sus derechos, en respuesta a las desafortunadas declaraciones del presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Carlos Villegas, quien aseguró que el derecho a consulta a los pueblos indígenas es un obstáculo a su labor al frente de la estatal petrolera, la tercera autoridad más importante del Estado Plurinacional dijo con referencia a tan espinoso tema «que se debe buscar las respectivas vías de solución pacífica antes de iniciar con las movilizaciones y exhortó a los lecos a ser flexibles y pensar en el departamento de La Paz. Se debe buscar el bien mayor, las comunidades no deben cerrarse, protegiendo sólo lo suyo, olvidando del departamento o el propio país en su conjunto», puntualizó.
En la llamada a la búsqueda del bien mayor, suenan los ecos de las declaraciones del Vicepresidente García Linera explicando que por sobre el derecho de las comunidades está el derecho de Estado. Lo mismo sucede con esa apelación a no olvidarse de la región y de la nación en su conjunto. Es decir, la que fuera la primera Defensora del Pueblo que tuvo Bolivia, y una valiente periodista que firmaba sus escritos con el seudónimo de AnaMar, parece que ahora, tras haber sido elegida como senadora independiente pero dentro de las listas del MAS, se ha sumado al coro monotemático de los defensores de la exploración y la explotación petrolera en la Amazonía, a como dé lugar.
Los Lecos de Franz Tamayo y de Larecaja son los sobrevivientes de una nación indígena muy numerosa, que fue diezmada por las enfermedades y por las sucesivas invasiones que sufrió su territorio ancestral. Un héroe de la Guerra de la Independencia contra los españoles, fue el capitán de origen Leco, natural de Atén, Santos Pariamo Guayama, que tras mil combates, prefirió inmolarse antes de rendirse y entregarse vivo a los opresores.
Sería interesante que la senadora Romero explique mejor que significa pedirle a los Lecos que sean flexibles. ¿Qué dejen entrar a la petrolera a sus territorios para que contamine sus ríos, destruye sus bosques y los condene una vez más a tener que enfrentarse al dilema de cómo sobrevivir frente a este nuevo avasallamiento a su existencia como pueblo originario y preexistente a la República y al propio Estado Plurinacional y con derecho no sólo a la consulta sino a la autodeterminación como lo consagra la propia Constitución estatal?
Insistimos en nuestra posición: pareciese que ahora, paradójicamente en el momento de mayor vigencia legal de los derechos indígenas y los de la Madre Tierra en Bolivia, deben seguir siendo los mismos indígenas -los Mosetenes, los Lecos, los Takanas, los Ese Ejas, los comunarios aymaras de Pacajes o de Los Lípez y tantos otros- los que se deben seguir sacrificando a nombre del resto de los bolivianos, o lo que es peor: a nombre de los países consumidores de petróleo, y en nombre de un «desarrollo» del cual siempre los marginaron por siglos. Es injusto y doloroso que se siga pidiendo sacrificios y flexibilidad siempre a las víctimas. ¿Cuándo habrá paz y respeto verdadero para los pueblos indígenas? Lo mismo vale para la naturaleza.
Las declaraciones de Villegas afirmando que los indígenas son un obstáculo, son las mismas que, en otros contextos históricos (la expansión norteamericana hacia el Oeste, la ocupación argentina y chilena de la Patagonia, por citar sólo dos ejemplos), justificaron el exterminio de pueblos enteros. El ministro puede que no sepa de historia, pero podría aprenderla y no repetir ese viejo discurso positivista que sigue enlutando a la humanidad sensible.
Ojalá que AnaMar también reflexione. Existen fórmulas, ideas, mecanismos, acciones donde compatibilizar el interés nacional y departamental con el interés de los pueblos indígenas del Norte amazónico de La Paz y la preservación de sus territorios e ecosistemas. Esa memoria histórica viva de dignidad y de defensa intransigente de la patria y de sus recursos naturales encarnada en la figura del Capitán Santos Pariamo debería unirnos a todos, debería inspirarnos a todos, debería guiarnos a todos.