stimuladas por el gobierno de Ignacio Lula da Silva y su política de ocupación comercial de América Latina y África, empresas como Odebrecht, Andrade Gutiérrez y Camargo Correa están construyendo hidroeléctricas, puertos y metros en otros países con financiamiento del BNDES.
En los últimos cinco años, el banco desembolsó más de tres billones de dólares para las operaciones de las constructoras fuera del país. Hasta agosto de 2009, ellas ya habían recibido 957 millones de esta institución. Para las constructoras es un buen mercado, porque, como contratistas en otros países, reciben fondos del BNDES en Brasil a medida que realizan las obras. Después, el gobierno que las contrató tiene 12 años de plazo para devolver el dinero al banco brasileño.
El proyecto que tramita el Senado, de autoría del senador Raimundo Colombo (DEM-SC), cierra esa frontera, pues prohíbe que “el BNDES financie a gobiernos de otros países y a sus empresas”.
“El papel del BNDES no es ese. El no puede dar dinero para un metro en Venezuela o un puerto en Cuba, cuando hay tantas cosas para hacer en Brasil”, afirma Colombo. Cuando llegó al Senado, a inicios de año, el proyecto de Colombo llamó la atención de las constructoras y del BNDES. Pero la preocupación ha crecido incluso después de un dictamen favorable de la relatora de la Comisión de Constitución y Justicia, la senadora Katia Abreu (DEM-TO). En su dictamen, la senadora afirma que la función del BNDES fue “desvirtuada con el financiamiento a gobiernos extranjeros”.
En la visión de las constructoras, la disputa política puede arrastrar a discusiones en torno al papel del BNDES. Los opositores, entre ellos los demócratas Raimundo Colombo y Katia Abreu, piensan que el presidente Lula utiliza el banco público para aumentar su influencia en el continente y para agradar a gobernantes amigos, como el presidente Hugo Chávez de Venezuela. El gobierno, a su vez, afirma que el apoyo oficial es fundamental para abrir el mercado para las empresas brasileñas. “Ese proyecto es un tiro a los pies con la mejor de las intenciones y sólo perjudica a las empresas brasileñas”, afirma el ministro de Desarrollo, Miguel Jorge, quien está sujeto al BNDES.
Apoyo
Las constructoras están buscando parlamentarios en busca de apoyo y los senadores Gim Argello (PTB-DF), Romero Jucá (PMDB-RR) e Francisco Dornelles (PP-RJ) se comprometieron a ayudar.
Argello, incluso, ya entró en acción, porque, antes de pasar a la Cámara de Diputados, el proyecto de Raimundo Colombo necesita pasar por otra comisión en el Senado, la de Asuntos Económicos y este senador bloqueó esa hoja de ruta con un pedido para la realización de una audiencia pública sobre el tema. Las constructoras piensan que allí podrán convencer a los senadores de que el proyecto parte de un raciocinio equivocado.
“El BNDES no financia a otros países, el financiamiento es para las empresas brasileñas”, dice José Augusto de Castro, vicepresidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB). De acuerdo con Castro, los contratos adjudicados de esa forma son una palanca para nuevos negocios de Brasil.
Para conceder el financiamiento, el BNDES exige que las constructoras usen en sus obras extranjeras productos, materias primas y servicios brasileños. Así, cuando la Odebrecht o la Andrade Gutiérrez hacen un metro en Venezuela o en Chile, importan tractores, camiones, acero, rieles e, incluso, los cascos y botas de seguridad de Brasil. Por todo, según estimaciones del gobierno, este año deberán ser exportados 500 millones de dólares en productos para obras de constructoras brasileñas en el exterior. “El trabajo está ahí afuera y genera ingresos y puestos de trabajo aquí”, dice Castro. “En otro país, la obra genera gastos”.
Cuando luchan para mantener el BNDES de su lado en las incursiones al exterior, las constructoras brasileñas quieren asegurar condiciones para competir en igualdad de condiciones con sus rivales de otros países. En las licitaciones internacionales, quien no ofrece financiamiento en condiciones amigables no va muy lejos.
“El mundo entero ayuda a sus empresas en el mercado internacional”, dice Luis Claudio Jordão, director de financiamiento estructural de Andrade Gutiérrez. “Y en Brasil lo único que tiene financiamiento a largo plazo es el BNDES”.
El gobierno, por su parte, tiene todo el interés de mantener la asociación. No sólo por el impacto que producen las obras en otros países sobre las exportaciones de mercaderías brasileñas, sino también porque ese movimiento contribuye al proyecto de convertir a Brasil en una potencia regional dominante.