El debate sobre los transgénicos en Bolivia va adquiriendo posturas que podrían ser interesantes, pero también confusas y poco sustentadas. Considero necesario mostrar y aclarar conceptos que parecen estar distorsionados.
La herencia de caracteres de una generación a otra es la forma más común de transferencia de información, se la llama transferencia vertical, y es necesaria para mantener una especie y la vida misma. Sin embargo desde que los organismos más primitivos como las bacterias habitan el mundo ha existido otra manera de transmisión de la información, aunque bastante menos frecuente y más estocástica; se trata de la transferencia horizontal, así es como los cloroplastos de las plantas y las células con núcleo diferenciado o eucariotas (las nuestras y del resto de los animales, plantas y hongos) se formaron y evolucionaron hasta lo que ahora somos.
La transferencia genética horizontal o lateral implica que el material genético no sea transmitido de una generación a otra e incluso que pase entre diferentes especies, es un mecanismo bastante común entre bacterias, sin embargo también se tienen evidencias en las células eucariotas.
Hace 1500 a 2000 millones de años aproximadamente se formaron las células eucariotas, y según la teoría de la endosimbiosis varias bacterias entre ellas una que respiraba oxigeno se fusionaron en diferentes tiempos y dieron lugar a las células que ahora conforman a los animales, plantas y hongos. Pero no solo ocurrió hace millones de años, aun ahora vemos ejemplos de la transferencia horizontal. Se sabe de un pulgón que tiene genes que sintetizan pigmentos de plantas y hongos, una babosa marina que adquirió genes para la fotosíntesis del alga de la que se alimenta, entre otros igual de asombrosos ejemplos.
Esta forma de transmisión de información puede generar lo que llamaríamos transgénicos, sin embargo en la naturaleza las presiones selectivas y la capacidad de adaptación de los individuos en un entorno específico, determinan que estos cambios se mantengan o se eliminen. Esto es más complejo con la modificación genética que la biotecnología nos propone, pues las condiciones son impuestas y arbitrariamente decididas. No es adecuado extrapolar estos ejemplos de la naturaleza, para emitir un juicio sobre los transgénicos. Para esto es necesaria una evaluación más completa.
Primero es necesario distinguir la transgénesis en laboratorio o condiciones estrictamente controladas para generar productos útiles en la industria de la farmacia, de la medicina, y hasta de alimentos, de la transgénesis que implica una introducción del organismo genéticamente modificado en el medio ambiente.
La implantación de genes de una especie en otra mediante la biotecnología y su introducción en un ecosistemas, implica toda una serie de incertidumbres y riesgos
El proceso de la transgénesis requiere de genes con secuencias específicas de iniciación y terminación que les permiten insertarse en el genoma, esto implica que en la dinámica poblacional, el lugar de inserción puede cambiar por tanto afectar genes funcionales de la especie, ser pasados a otra especie o incluso generar genes de resistencia a otros químicos no previstos como los antibióticos (1)
Además, la introducción de los transgénicos es comparable a la introducción de especies lo que implica una mayor competencia por los recursos con las especies nativas, una alteración en la cadena trófica que puede resultar en una inestabilidad e incluso un cambio en la sensibilidad de las perturbaciones naturales (2), también implica depredación de especies nativas, alteración del hábitat, introducción de parásitos asociados y enfermedades e incluso la hibridación con especies nativas (3). Un estudio sobre la amenaza que representan las especies introducidas en la biodiversidad de Sud América (4) resalta los impactos sobre los procesos dentro de los ecositemas, los riesgos sobre la salud humana por las enfermedades asociadas y sobre las especies nativas lo que además es una fuerte amenaza para el endemismo. Todo esto en mayor escala puede llevar a una pérdida de la biodiversidad, degradaciones de los ecosistemas y a una inestabilidad ambiental.
Y ello es solo lo que podemos suponer, la introducción de organismos transgénicos en la maquinaria de la naturaleza es aún más compleja. Se necesitan muchos años para evaluar que otros efectos insospechados a nivel adaptativo, evolutivo y ecológico podría tener, y para entonces ya sería tarde. Algunos ejemplos de lo impredecible que es el terreno en el que pretendemos introducirnos es la soya a la que se introdujo un gen de castaña y terminó siendo alergénica, o la levadura modificada para mayor producción que generó una epidemia del síndrome de eosinofilia-mialgia en 1989 en Estados Unidos (1)
Otro efecto importante y asociado implica no a los transgénicos en si mismos sino a los químicos a los que se los hace resistentes. Aunque también estos son usados en cultivos no transgénicos
El 40% del maiz y el 70% de la soya que se produce en el mundo son transgénicos y con modificaciones que los hacen resistentes al glifosato, el herbicida más utilizado.
El uso masivo de este herbicida tiene fuertes efectos sobre los ecosistemas, desde el hecho que elimina todas las hierbas, hasta la acumulación de este químico en la cadena trófica. Este químico es transportado a través del suelo, y los cuerpos de agua, llegando a afectar a anfibios y a la reproducción, el desarrollo y sobrevivencia del zooplancton y (5), lo que a su vez tiene un efecto sobre los peces (6). Es decir, a parte del claro efecto sobre las especies y su sobrevivencia, si este químico no es eliminado o mata a los organismo se bioacumula en ellos y podría llegar a afectarnos a nosotros como parte de la cadena trófica.
En cuanto a los riesgos sobre la salud muchos estudios realizados con este químico concluyeron que tiene efectos evidentes sobre los sistemas digestivo, respiratorio y nervioso, reproductor y endocrino (7;8;9). Además se encontraron efectos genotóxicos (10;11), y por tanto posiblemente carcinogénicos en animales. Estudios similares sobre insecticidas y plaguicidas muestran riesgos similares.
Con todo lo expuesto es evidente que para emitir un juicio certero sobre los transgénicos y más aun sobre su introducción en los ecosistemas de Bolivia se necesitan considerar todas sus posibles consecuencias e implicaciones, que no son pocas y no pueden ignorarse, por la magnitud de su impacto y destrucción.
Por otro lado Bolivia tiene grandes posibilidades económicas más estables y sostenibles que podrían ser desarrolladas sin necesidad de alterar y dañar nuestros ecosistemas, sino que por el contrario nos permitiría aprovecharlos adecuadamente sin comprometer nuestro bienestar actual y el de las generaciones futuras.
Bibliografía
(1) Ceccheto S. 2002. Biotecnología, Transgénesis y Equivalencia Sustancial.
Agora Philosophica, Revista Marplatense de Filosofía, Número 5/6.
(2) Gutiérrez-Yurrita P.1999. Consecuencias de la introducción de especies. Biología Informa, 25, 1-6.
(3) Lodge D. 1993a. Biological invasions: Lessons for ecology. Trends in Ecology and
Evolution, 8: 133-137.
(4) Rodríguez J. 2001. La amenaza de las especies exóticas para la conservación de la biodiversidad suramericana. Interciencia, 26(10), 479-483.
(5) Chen C, Hathaway K, Thompson D y Folt C. 2008. Multiple stressor effects of herbicide, pH and food on wetland zooplankton and a larval amphibian. Ecotox Environ Safety, 71: 209-218.
(6) Rondón-Barragán I., Pardo-Hernández D. y Eslava-Mocha P. 2010. Efecto de los herbicidas sobre el sistema inmune: una aproximación en peces. Revista Complutense de Ciencias Veterinarias 4(1): 1-22
(7) Daruich J., Zirulnik F. y Jiménez S. 2001. Effect of the herbicide Glyphosate on enzymatic activity in pregnant rats and their fetuses. “Environmental Research” Environmental Research 85: 226-231.
(8) Eslava P, Ramírez W. y Rondón I. 2007. Sobre los efectos del glifosato y sus mezclas: Impacto sobre peces nativos. Villavicencio-Meta, Editorial Juan XXIII. Universidad de los Llanos. p 150.
(9) Ramírez W., Rondón I. y Eslava P. 2008. Acute toxicity and histopathological alterations of Roundup® herbicide on “cachama blanca” (Piaractus
brachypomus). Pesq Vet Bras, 28(11):547-554.
(10) Bolognesi C., Bonatti S., Degan V., Gallerani E., Peluso M., y Rabón M. 1997. Genotoxic activity of glyphosate and technical formulation Roundup. Journal of Agricultural and Food Chemistry 45: 1957-62.
(11) Mañas F., Gonzalez M., Garcia H.,Weyers I., Ugnia L., Larripa I. y Gorla N. 2006. La genotoxicidad del herbicida glifosato evaluada por el ensayo cometa y por la formación de micronucleos en ratones tratados. Theoria, Vol. 15 (2): 53-60