Uno toma mate en El Bosque con uno y con alguien más y se alucina entre guerras y fiestas, entre quenas que truenan, y madres que ya no lloran porque nadie las martiriza y menos a sus hijos, a veces
Uno sueña que los hijos que no son de uno, son felices y dignos de crecer, en la libertad y el pasto de la libertad que se merecen
Y un tinto te agasaja soñado hasta el alba
Y los trombones que seguirán sonando
En Oruro, tras después del alba,
y los erkes-erkenchos de San Lorenzo, en Tarija
Mucho después que amanezca
Seguirán sonando, ardiendo, estallando
Hasta después que amanezca, metralla dios que amanece…
Pero lo importante no es el alba, no es que amanezca –aunque es crucial
Lo verdaderamente importante es que siempre exista, digámoslo sin culpa,
Un abismo
Un abismo, he dicho, digámoslo sin culpa: un abismo como el abismo de Andamarca, ese que inventó ese, ese que se llamó Jaime Sáenz
Un abismo entre lo que amanece y la culpa
Un abismo entre la gloria de lo que amanece y esa puta culpa
Que es cristiana, y no sabe, digo, de abismos.
A uno le suele importar el vino, no los abismos
A uno lo acostumbran a que le sucedan más los vinos que los abismos, lo cual es mucho decir.
Pero, la verdad de Dios y la verdad verdadera es que no podemos ampararnos en los vinos, debemos, ¡ay mi amor! acostumbrarnos a los abismos… y no porqué el tal Jaime Sáenz haya inventado y genial por él el abismo que te dije, el abismo de marras…
Podría decir, con el alto vate del Perú: Hay abismos en la vida, tan fuertes… Yo no sé. Abismos como el odio de Dios, como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido, se empozara en el alma… Yo no sé!
Si él, Vallejo, no sabe: ¿qué mierda sabré yo?
Solo se, y humildemente lo se
Que hay abismos, no vinos
Todos los vinos se consuelan en el mismo vino
Todos los abismos, y las cordilleras que los protegen
Se buscan. Todos los odios de Dios, diría el que ya te dije,
Se buscan. Se amparan.
Diría el general Perón, que siempre supo de abismos:
“Para un abismo, no hay nada mejor que otro abismo”.
Y así, y así nomás, hasta el fin del mundo.
Y así nomás, los abismos
Y así nomás
Los abismos.