El ave Siringuera acompaña con este canto al hombre siringuero que extrae del árbol de la siringa el látex o leche de la goma.
Es la trilogía siringuera, la simbiosis perfecta de la naturaleza; el hombre, el ave y el árbol en una interrelación única en la selva amazónica. El ser humano junto a la fauna y la flora en un momento mítico, mágico, y a la vez real. Incluso la trilogía se completa en el lenguaje por que los tres elementos vivos tienen el mismo significante que los nombra.
El ave siringuera que canta y acompaña con un sonido fuerte agudo pero con armonía resuena y retumba como un eco agradable que se expande entre la espesura y el follaje de los árboles.
Este canto singular del pájaro siringuero ha sido utilizado a través de la historia y es utilizado actualmente por el hombre a través del silbido para cortejar y expresar su admiración por las mujeres amazónicas.
En la época del auge de la goma Miles de siringueros se internaban, en la madrugada con su poronga, en la selva profunda, por las estradas o sendas rayando de árbol en árbol; escurría la leche en la tichela, luego recogida en bolsas engomadas para luego ser defumadas y convertidas en bolachas. En este recorrido el ave siringuera con su canto acompañaba al siringuero amazónico en su faena diaria.
En ese caminar largas horas del siringuero, desde las 5 de la mañana hasta la una de la tarde enfrentando los peligros de las serpientes y de los fieros tigres, tenía una realidad palpable el tacto y contacto con el árbol de la siringa el cual raspa, raya, enclava la tichela; al retornar la tichela ya está llena y la vierte en su balde luego la limpia con sus dedos, es el contacto con la leche del árbol de la siringa. Posteriormente la transforma en el defumado o coagulado; va dando vueltas un palo rollizo, mientras va vertiendo lentamente la leche que se va coagulando por el efecto del humo que va saliendo del hueco en forma de chimenea. En todas estas largas horas de trabajo, está ahí el ave siringuera cantando, alimentando el alma.
Ese estar ahí adentro en la selva con los árboles y las aves es otro mundo, otro el sentir, las pulsiones son distintas, el tiempo es otro. En el centro gomero, allí en el centro de la selva está el pahuichi que es el refugio temporal donde descansa el siringuero en su hamaca; a veces se queda varios días acopiando bolachas de goma. En ese lugar escucha todos los sonidos de la selva, el cantar de las aves, el rugir del tigre (jaguar), el chirriar de las chicharras, el cruac de las ranas, los chasquidos del jochi, el sonar del viento entre las copas de los gigantes arboles; a veces el silencio absoluto.
En la selva se vence todos los miedos, los miedos internos y externos y se vive todos los días con la adrenalina a cuesta. Las sensaciones en la selva es otra cosa, hay que estar con los cinco sentidos alerta ante el peligro, la percepción de la vista y el oído se desarrollan más. A su vez el paisaje te deslumbra, pero también hay momentos de absoluta paz consigo mismo, ajeno al mundo de afuera.
En el intermedio está el chaco y la parcela agrícola, ahí está la mujer y los hijos que son el bálsamo que mitiga todo sacrificio y dolor.
Más allá están los intermediarios y explotadores que son los que compran la goma a mitad del precio que vale. Muchos hicieron fortuna y quedaron registrados en la historia como exploradores y defensores del territorio; pero nunca vivieron la pulsión y la pasión de la selva, ese contacto con el árbol de la siringa y el ave siringuera.
Quien vivió esta realidad queda en su imaginario y en la memoria profunda. Hoy la actividad de la extracción de la goma es parte de la economía marginal que no despega y aunque hay pocos siringueros está la memoria histórica. Son los castañeros que aún siguen interactuando con el pájaro siringuero en las profundidades de la selva amazónica.
No existe una fecha, un tiempo, desde cuando se utilizó este canto universal; es inmemorial. Lo que si sabemos, es que es un ave milenaria que acompañó y acompaña la historia de los pueblos indígenas de la Amazonía.
Me imagino los romances selváticos de los hombres y mujeres araonas y pacahuaras, al ritmo del canto siringuero. Los amores y desamores que fue testigo silencio el mítico y mágico árbol siringuero y el ave siringuera.
Todavía no he visto pintar la trilogía siringuera. ¿Pintor porque no pintas la trilogía siringuera?
El silbido del pájaro siringuero
(Canto de la selva pandina)
Eloy Añez Marañon
Quiero ser como el pájaro siringuero
Volar libre,
Invisible entre los siringos
Con su silbido misterioso
Único y eterno!
Cuentan que el pájaro siringuero, es
Tímido, pequeño y de color ceniza
Y que con su silbido desorienta
A quienes circulan en la selva
Es el rey de los pájaros que vuelan
Entre arboles de siringa y castaña con su misterioso
Silbido que inunda la naturaleza de vida y sonido
Como la savia que circula por el árbol del caucho
Tras la herida cortante de la cuchilla
Y que gota a gota
Llena de esperanza la tichela del siringuero