En estos días, estuve observando, una Paraba con el ala cortada en la cima de un árbol, en lo alto tenía puesta la mirada hacia el suelo y ensayaba las alas como si fuese a volar pero no se animaba a lanzarse porque sabía o intuía que no podía volar porque estaba mutilada. Pero el caso es que repetía una y otra vez el movimiento de alas hasta que al final de la tarde se bajó con sus garras y con la ayuda de su pico. En la memoria del ave quedaron registrados los vuelos de libertad antes de ser capturada y mutilada. Entonces desde la cima del árbol cada día tiene la intención de volver a volar en libertad, pero sabe que no puede, aun así lo intenta, hace el ademán y se frustra y vuelve a intentarlo así se repite de manera interminable hasta que muera.
Ha habido casos en que les han dejado crecer el ala y vuelan un breve espacio y caen porque sus articulaciones están atrofiadas por la falta de uso y porque no tienen la energía y la fuerza para hacer largos vuelos. Además esos vuelos son desconcertantes porque no saben a dónde ir. ¿Cómo volver a volar sobre las copas de los arboles gigantes o compartir la tierra salada de los barrancos colorados con otras guacamayas de su especie? Pese a que le han quitado su libertad nunca deja de intentar el vuelo porque prevalece su instinto porque esa es su naturaleza.
Los hombres y las mujeres no pueden volar como los pájaros, pero en el ámbito humano el deseo de volar o los sueños volando tienen su significado en la idea de libertad. Al igual que al ave muchas gentes viven mutiladas por el sistemas capitalista o las convenciones sociales. La sociedad del vigilar y castigar como decía Foucault a través de las instituciones sociales como la escuela, la familia, los medios de comunicación social instituyen una sociedad disciplinada y domesticada. Es la sociedad del miedo, la sociedad del consumo, la sociedad que genera pobreza. El orden civilizatorio ha creado seres que han moldeado una forma de pensar de sentir y de actuar que niega el ser, la naturaleza humana originaria.
No somos plenamente libres porque nacimos y nos desarrollamos en una estructura social injusta de dominación y alienación en la cual tenemos que seguir las reglas del juego de las formaciones aparentes donde todo parece natural, pero como dice René Zavaleta (1988) “la explotación está enmascarada como igualdad, las clases colectivas como individuos, la represión como ideologías, el valor se presenta como precio, la base económica como superestructura y la plusvalía como ganancia”
El hombre está encadenado a la sociedad que ha sido construida sobre la base de la violencia y la injusticia. El progresismo, el desarrollismo del orden civilizatorio moderno ha profundizado la exclusión social, ha exacerbado el individualismo, ha fragmentado y disuelto las relaciones sociales y está destruyendo la naturaleza. Ante esta situación los colectivos sociales han manifiesta la resistencia y rebelión contra las instituciones y las autoridades que es un principio de una búsqueda de libertad.
Las rebeliones de la denominada primavera árabe en el Norte de África de hace dos años, seguidas de otras protestas en Grecia, Portugal y España; y las últimas protestas en Turquía y Brasil son la muestra de la insatisfacción de los pueblos en contra del modelo capitalista. Aunque los desenlaces no son una alternativa concreta al modelo capitalista de mercado, inclusive se dan regresiones, es un germen de algo que aún está por construirse.
Especialmente la juventud expresan un deseo irrefrenable de libertad como una respuesta de una generación golpeada por la exclusión y el marginamiento social. El desempleo, la pobreza, falta de participación activa en las decisiones políticas y económicas, son entre otras cosas las razones de esta rebeldía que ha perdido el miedo al sistema.
Simbólicamente podemos decir que el sistema nos corta las alas para impedir que seamos libres pero no ha logrado evitar la capacidad y la voluntad de nuestros pueblos de seguir luchando por la dignidad y la justicia colectiva y de hacer renacer siempre esas alas de libertad.
