El 80 por ciento de los bosques han sido talados en el Municipio de Cobija ubicado en el norte del Departamento Amazónico de Pando. Estos datos han sido difundidos por las autoridades del Municipio de Cobija y confirmados por la ONG Herencia. Una gran parte del 20 por ciento restante, son bosques secundarios o barbechos como se los conoce en la región y sólo el 10 por ciento pertenece a bosque primario.
Lo que antes eran exuberantes castañales y gomales rodeados de abundante vida animal y vegetal hoy en día solo son extensas praderas de pasturas artificiales con poco ganado vacuno. En los bosques que antes estaban poblados con castañeros y siringueros hoy solo quedan una decena de comunidades poco pobladas.
Nueva Esperanza, Bajo Virtudes y 17 de Mayo, son las tres comunidades que aún tienen bosques en pequeña escala, las demás prácticamente se han quedado sin tierras y las pocas hectáreas con las que cuentan no son aptas para la agricultura.
Este proceso de desforestación y de vaciamiento poblacional ocurrió en las tres últimas décadas, desde los años 80 hasta la actualidad. A principios de los 80 se cayó el precio de la goma y los siringueros quedaron sin fuentes de ingreso, adeudados por habilito, presionados y chantajeados por sus explotadores y convertidos en acreedores, regalaron sus tierras a bajos precios y se quedaron sin nada. La construcción de la carretera La Paz- Cobija el año 1993, con la presencia de mayor comercio y migrantes del interior, trajo consigo la mercantilización de la tierra. En las décadas del 80 y 90 hubo una explotación intensiva de maderas comerciales. Finalmente en el proceso de cambio de uso de suelo fue la ganadería que sustituyó a los milenarios castañales.
Los campesinos migraron a la ciudad de Cobija para trabajar como obreros jornaleros por míseros salarios y ocuparon los nuevos barrios periféricos de la urbe. Muy pronto verificaron que la diferencia en la calidad de vida es abismal. En la ciudad el agua no es gratuita, hay que pagarla. La tierra hay que comprarla y para tener vivienda hay que comprar la madera. En el bosque todo lo tenían en abundancia al alcance de sus manos, en la ciudad para tener las condiciones mínimas de subsistencia tendrán que trabajar duro varios años como obreros para lograrlo.
En el bosque el hombre amazónico subsistía de la extracción de la goma y la recolección de la castaña, lo que le permitía ingresos importantes pese a la explotación patronal de la cual era objeto. Tenía madera para construir sus viviendas, además usufructuaba de todos los demás recursos del bosque: caza de animales para su dieta como el jochi, la paca, el huazo (ciervo), chancho de monte, pavas, etc. La pesca en arroyos, vertientes y lagos de abundante especies: lisas, bentones, pintados (surubí), etc. Leña para cocinar, agua limpia de las vertientes para beber, miel de abeja silvestre para su dieta alimenticia. Además de frutas silvestres como la castaña amazónica, el piquí, el asaí, el majo, la chonta, el motacú, el pacay, la lúcuma, el chocolate, etc.
A los campesinos descendientes de indígenas les quitaron todo, han perdido sus condiciones de producción y de subsistencia, hoy viven en la periferia de Cobija y siguen siendo pongos políticos. Viven de nostalgias y de la ilusión de volver a tener un pedazo de bosque porque la vida era mucho mejor allí. Algunos vuelven ocasionalmente a cazar o pescar en algún lugar donde se lo permiten. Otros se han vuelto zafreros en la época de la recolección de la castaña amazónica.
¿Quiénes ganaron y quienes son los nuevos dueños de la tierra sin bosques? Las élites políticas locales neoliberales que gobernaron los últimos 30 años (ADN, MIR, MNR), los patrones privados, los comerciantes intermediarios y los migrantes de occidente que llegaron con capital y compraron tierras baratas. La gran mayoría de ellos son funcionales al nuevo Estado Plurinacional, que les ha ofrecido asistencia técnica y financiera, siempre y cuando, no les afecte sus intereses.
Los depredadores del bosque que han cometido crimen ambiental han sido perdonados por la Ley N° 337 de Apoyo a la Producción y Restitución de los Bosques, aprobada en enero de 2013. Esta ley fomenta a que se siga destruyendo los bosques y ampliando la frontera agrícola.
Ya no se podrá hacer nada para recuperar lo que se perdió. Esos bosques milenarios, los indígenas que lo habitaron, sus culturas, sus conocimientos, la riqueza de biodiversidad se han extinguido para siempre. Si esto es la civilización, el desarrollo, el progreso, la modernidad creo que es el camino más rápido a la destrucción de la esencia del origen del ser humano y de su casa grande, el bosque.