Vuelve el «regionalismo abierto” cepalino y Unasur tropieza otra vez con la IIRSA

“Sudamérica vive uno de sus mejores momentos de integración política gracias a la construcción de un regionalismo positivo que ha demostrado que, a pesar de sus diferencias ideológicas, nuestros dirigentes han sido capaces de sobreponer el bien común sobre sus intereses”, destaca la presidenta de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) María Enma Mejía.

Mejía y decenas de analistas están convencidos de que América del Sur puede avanzar rápidamente en la construcción y consolidación de un bloque regional fuerte. “El análisis de la economía y la geografía sudamericanas demuestra la existencia de condiciones especiales y un inmenso potencial para ello”, asegura Luciano Wexell Severo, economista del Programa de Economía Política Internacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y profesor visitante de la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA). (Rebelión)

Sudamérica cuenta con un área territorial de 17,6 millones de kilómetros cuadrados y una población aproximada de 400 millones de personas. Además, posee casi un tercio de las reservas de agua dulce del planeta, el 21% de los bosques (ocho millones de kilómetros cuadrados), más el 12% de la superficie cultivable, el 32% de producción mundial de biocombustibles, 13% de petróleo, 44% de cobre y 48% de la producción de soya.

“Al mismo tiempo –subraya Wexell– (la región) mantiene la armonía absoluta entre las religiones y, de manera general, tiene un lenguaje común y una historia compartida. Posee, por lo tanto, las principales condiciones necesarias para mantener un alto ritmo de desarrollo y para formar un espacio integrado que permita una inserción internacional soberana y altos niveles de satisfacción social”.

Los consejos de Infraestructura y Planeamiento y de Economía y Finanzas de Unasur solicitaron asesoramiento a la Cepal para diseñar un plan de desarrollo regional más igualitario, solidario e inclusivo. Es así que ambas instituciones firmaron el año pasado un convenio para desarrollar políticas públicas que permitan remontar la pobreza y el atraso sudamericano.

El su primer informe presentado a mediados de 2011, denominado Unasur: un espacio de desarrollo y cooperación por construir, la Cepal brinda un panorama global sobre la agenda de desarrollo sudamericana, la problemática socioeconómica, las similitudes y las asimetrías que caracterizan a los países integrantes del bloque.

A principios de marzo de 2012, la Cepal presentó su segundo análisis titulado Unasur: Infraestructura para la integración regional, un diagnóstico exhaustivo de la infraestructura de América del Sur en los sectores de energía, telecomunicaciones, transporte y saneamiento básico.

Luego de analizar el grado de avance de la antigua Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), el documento concluye que los proyectos se encuentran rezagados en la subregión, lo que impide aprovechar las oportunidades del comercio Sur-Sur, y mejorar la calidad de inserción internacional.

A principios de marzo de este año la secretaria general de Unasur María Emma Mejía y la secretaria ejecutiva de la Cepal Alicia Bárcena suscribieron un acuerdo de cooperación económica para el bienio 2012-2013, con el objetivo de potenciar el crecimiento y el desarrollo económico y social de la región, y reevaluar las estrategias de inserción en los mercados globales.

Según Alicia Bárcena, Unasur tiene una “oportunidad única” para fortalecer el comercio intrarregional, cerrar las brechas y crear más empleos con un manejo adecuado de los recursos naturales. La clave es asegurar la provisión de servicios de infraestructura porque inciden directamente en los aspectos territorial (conexión de los habitantes con su entorno), económico (entrega de servicios fundamentales para la producción) y social (mejoramiento de las condiciones y calidad de vida).

¿Sudamérica otra vez subordinada?

En el período colonial todos los países sudamericanos privilegiaron mecanismos de vinculación directa con las metrópolis. “De esa manera, se consolidaron los caminos más cortos hacia los puertos, como un cordón umbilical propio de cada economía periférica, que drenan riqueza para los países desarrollados”, describe el profesor de la UFRJ Luciano Wexell Severo.

Según el académico, “es fácil ver que, a pesar de algunos avances, los países del subcontinente se mantienen de espaldas entre ellos mismos, tal como ha sido durante los últimos cinco siglos. (Pero) esta situación puede estar cambiando en los últimos años desde la llegada de los gobiernos con orientaciones políticas no-neoliberales o de izquierdas”.

Wexell considera “importante” la creación del Consejo de Infraestructura y Planificación (Cosiplan), la autoridad de Unasur que centraliza los planes estratégicos y la coordinación de las acciones de la Iniciativa para la Integración de la IIRSA.

“Como se sabe, la IIRSA, actualmente con más de 520 proyectos que alcanzan US$ 96 mil millones, fue establecida en 1990 bajo la dirección del ‘regionalismo abierto’ de la CEPAL y del ‘Nuevo Regionalismo’ del BID. La iniciativa serviría como la columna vertebral de la propuesta estadounidense de anexión continental, la zona denominada de Libre Comercio de las Américas (ALCA)”, recuerda el economista brasilero. (1)

Aunque el objetivo principal de la IIRSA es construir “corredores de exportación” en Sudamérica y consolidar su condición de proveedora de materias primas a los centros industriales, Wexell Severo cree que ahora el Cosiplan es capaz de voltear la torta y garantizar una “efectiva integración regional en materia de energía, transporte y comunicaciones”.

El economista brasilero dice que Unasur asumió “el control del proceso (de la IIRSA y) se entiende como esencial que los Estados nacionales y las poblaciones fortalezcan su poder de intervención en los proyectos. Uno de los compromisos de la nueva entidad es definir con exactitud las instancias de participación de las comunidades… Lo más importante es fortalecer una visión global de planificación y organización para la integración regional bajo criterios políticos y estratégicos, no simplemente como reflejo de los estímulos del mercado o de las empresas privadas”. (2)

En su criterio, “esta coordinación permitirá que las líneas de acción no tengan efectos aislados, sino creen relaciones y articulaciones de la integración física con los esfuerzos paralelos de facilitación del comercio intraregional y con la expansión de la complementación de las cadenas productivas”, dando por hecho que “la asociación de las cadenas productivas regionales puede desempeñar un efecto muy positivo en el fortalecimiento de las estructuras industriales y en la reducción de la vulnerabilidad externa”. (3)

“El gran reto –subraya Wexell– es distanciarse de las ideas ambientalistas fundamentalistas y defensoras del anti-desarrollo, banderas fácilmente asumidas por una porción ingenua y despolitizada de las izquierdas. Esos movimientos, cuyo líder bien podría ser el ex vicepresidente estadunidense Al Gore y su engañosa película sobre el calentamiento global, actúan camuflados en Organizaciones No Gubernamentales (ONG) financiadas por iglesias, empresas y gobiernos de los países desarrollados”.

Wexell Severo y decenas de voceros del “socialismo del Siglo XXI” garantizan el éxito de viejos proyectos de “integración” como la IIRSA por el solo hecho de que ahora están “controlados” por gobiernos “progresistas”, soslayando otras variables importantes: Unasur aún ostenta las tasas de desigualdad social más altas del planeta, además de enormes asimetrías económicas internas. En Sudamérica conviven Haití, uno de los países más pobres de la Tierra, naciones altamente endeudadas como Guyana, Bolivia y Honduras, y Brasil, la sexta potencia económica del planeta.

Bárcena admite que la dependencia de los recursos naturales hace que la región exhiba una estructura exportadora en ventajas comparativas estáticas y no dinámicas, con baja inversión en innovación, ciencia y tecnología. Los países de la Unasur apenas invierten 0,6% del PIB con Brasil a la cabeza, mientras China destina 3%.

Además de las enormes brechas productivas, otros problemas pendientes de solución son la falta de empleos de calidad con salarios dignos y la galopante pobreza, que aún es “nuestro gran dolor”, reconoce Bárcena. Si bien se registraron enormes progresos en los países de Unasur, donde el índice de pobreza cayó de 47% a 26,2%, aún hay 172 millones de personas pobres, de los cuales 77 millones son indigentes.

Con esos antecedentes, el lector se preguntará: ¿Los ingenuos son los fundamentalistas “antidesarrollo” o los neodesarrollistas que pretenden erradicar la pobreza y la desigualdad con más carreteras y mejores conexiones de Internet?

La IIRSA recargada

La Cepal estima que la región necesitará por lo menos 74.500 millones de dólares para reducir brechas económicas y lograr una verdadera integración en infraestructura. El informe Unasur: Infraestructura para la integración regional hace hincapié en la necesidad de un anillo óptico para democratizar el acceso a Internet.

Tras valorar la importancia de dicho estudio porque fija una hoja de ruta propia para Sudamérica en temas como la demografía, urbanización, migraciones internas y externas, empleo y gasto social, Mejía anunció que el Consejo de Economía y Finanzas de Unasur lanzará un “ambicioso plan regional que integrará verdaderamente la región con 31 proyectos de acción prioritaria seleccionados, los cuales demandarán una inversión de 16 mil millones de dólares”.

La Agenda Prioritaria de Proyectos, que incluye 88 obras viales para interconectar al subcontinente, será presentada a fines de abril en un foro en Sao Paulo. En la cita se profundizará la discusión sobre las iniciativas de financiamiento, ya sea a través del Banco del Sur, la CAF, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES), y el Sistema Único de Compensación Regional de Pagos (Sucre). (4)

El Sucre comienza a despertar el interés de países y bloques económicos más allá de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), resaltó el presidente del Consejo Monetario Regional del Sucre Eudomar Tovar. (5) En lo que va de año se concretaron 333 negociaciones en Sucres, equivalentes al 77% de las 431 transacciones de 2011 por un total de 216 millones de Sucre, y se espera que las operaciones superen los 750 millones en 2012.

El Consejo Económico de la Alianza se apresta además a poner en marcha la nueva zona económica y el Banco del ALBA, una ventana de oportunidades en medio de la crisis económica del capitalismo, dijo el coordinador económico de la ALBA Rodrigo Borja.

Por otro lado, el secretario General de ALADI Carlos Chacho Alvarez reveló que se exploran nuevos sistemas de pagos en monedas nacionales (6), replicando las experiencias del Sucre, del Convenio de Pagos de ALADI (al que adhieren 14 países) y del Sistema de Pagos en monedas nacionales firmado entre Brasil y Argentina.

Notas:

1. A mediados de la década de los 90 del siglo pasado la Cepal lanzó su teoría del regionalismo abierto funcional al neoliberalismo en boga, que proponía hacer de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) un bloque comercial totalmente orientado a la economía mundial, empeñado en insertarse en la globalización y no en ganar autonomía o soberanía. La Cepal validó como instrumentos de integración nada menos que iniciativas comerciales de la OMC como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que promovían el desmantelamiento del Estado y la desregulación de los mercados.

2. Según la economista peruana y ex asesora de la Cepal Ariela Ruiz Caro, la integración andina pasó a depender del mercado, del FMI y del Banco Mundial, y la CAN se convirtió en un títere sin capacidad de propuesta. El neoliberalismo no solo desarticuló el aparato productivo de la región sino que terminó arrebatando a los países su identidad comunitaria al obligarlos a competir entre ellos por inversiones y mercados para sus exportaciones. El regionalismo abierto hizo su parte al acentuar el componente comercial y recortar las aspiraciones políticas de los procesos de integración.

3. Cita como ejemplo “significativo” el caso de la frontera norte de Brasil y sur de Venezuela. En esa región la promoción de la integración física se viene realizando a través de esfuerzos conjuntos de los estados de Roraima y Bolívar, además de la creciente colaboración de instituciones brasileñas como el Ministerio del Desarrollo, Industria y Comercio Exterior (MDIC), el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), la Empresa Brasileña de Investigaciones Agropecuarias (Embrapa), la Caja Económica Federal (CEF), la Agencia de Promoción de Exportaciones e Inversiones (APEX), la Agencia Brasileña de Desarrollo Industrial (ABDI) y la Superintendencia de la Zona Franca de Manaus (Suframa), entre otros.

4. El gobierno boliviano adquirió 7.394 acciones de la serie B de la CAF, equivalentes a 104,9 millones de dólares, que serán pagados en cuotas anuales hasta 2017. El 29 de febrero el Tesoro General de la Nación pagó poranticipado 9,9 millones de dólares, con el objetivo asegurar créditos para la construcción de infraestructura de integración.

5. XVIII reunión de la ALBA, Quito, 23 de marzo de 2012.

6. Reunión de funcionarios de Bancos Centrales firmantes del Convenio de Pagos de ALADI, Montevideo, 20 de marzo de 2012.

Con información de Rebelión, Bolpress y de las periodistas Odalys Troya Flores, jefa de la Redacción de América del Sur de Prensa Latina, y Yurién Portelles, corresponsal en Quito.

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