Patricia Molina
SENA-FOBOMADE
07/10/14
La existencia actual de diversos recursos genéticos en Bolivia está asociada principalmente al trabajo de custodia, siembra, selección e intercambio que realizan los agricultores de comunidades indígenas y campesinas. Este manejo va asociado al uso y multiplicación de la biodiversidad y se contrapone al monocultivo asociado a la utilización indiscriminada de pesticidas y transgénicos del agronegocio, modelo que se complementa con la homogeneización y privatización de semillas y la estructuración del consumo modificando hábitos alimenticios, hacia unos pocos alimentos industriales o productos chatarra que terminan con la salud de la gente. La consecuencia es también la erosión y pérdida de los recursos genéticos, y la degradación de agroecosistemas.
En 1995, las políticas públicas implantadas en el marco de los lineamientos del FMI y el Banco Mundial, definieron la privatización de la investigación y con ello, de los recursos genéticos. El primer paso fue traspasar las estaciones experimentales del Instituto Boliviano de Tecnología Agropecuaria (IBTA) a las Prefecturas de conformidad a la Ley No. 1654 de Descentralización Administrativa, promulgada el 28 de julio de 1995. Y el segundo paso, crear fundaciones privadas que recibían fondos estatales y otros y que definían lo que se investigaba a través de concursos y la creación del Sistema Nacional de Recursos Genéticos que nunca llegó a funcionar como tal.
En este contexto se perdieron importantes recursos genéticos porque las estaciones quedaron literalmente cerradas y bancos de germoplasma fueron a parar a diferentes espacios o fueron rescatados por algunos investigadores. Mientras tanto los inventarios, accesiones y “salvatajes de material genético” continuaron en Bolivia como siempre, sin que los resultados fueran accesibles. El 17 de diciembre de 2010 el INIAF asumiendo sus funciones de administrar el Sistema Nacional de Recursos Genéticos, agrícolas, pecuarios, acuícolas y forestales, bancos de germoplasma y centros de investigación, recibió los bancos de germoplasma de Proinpa (Granos Altoandinos, Papa y raíces Andinas) y del Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani (Maíz, cucurbitáceas, leguminosas). El INIAF fue creado el 2008, incluyendo entre sus principios el respeto a la normativa de prohibición de transgénicos establecida en la Ley Marco de la Madre Tierra, la Ley de Reconducción Productiva Comunitaria y la Constitución Política del Estado.
Hace un poco más de un mes, el INIAF organizó el I Congreso Nacional de Recursos Genéticos de la Agrobiodiversidad, en la ciudad de Santa Cruz, evento en el que se presentaron resultados de investigación en varios cultivos de los cuales el país es o forma parte de centros de origen y de diversidad, entre ellos papa, quinua, maíz, raíces andinas, yuca, copoazú y también recursos zoogenéticos.
Las plantas más importantes para la agricultura se originan en solo una fracción del globo, en áreas llamadas centros de origen, que cubren apenas el 2-3% de la superficie terrestre. Los centros de origen fueron la cuna de grandes civilizaciones en el pasado.
Los centros de origen de una especie de cultivo son aquellas regiones donde se inició su proceso de domesticación y donde existen los parientes silvestres que originaron este cultivo. Estos centros de origen no siempre son los lugares donde se encuentra la mayor diversidad de variedades, porque agricultores de otras regiones pueden haber desarrollado mayor número de variedades de cultivo. Es por ello que la Ley de Reconducción Productiva Comunitaria ha incorporado en el artículo 15 la prohibición de cultivos transgénicos de los cuales la región andina es centro de origen o de diversidad, quedando el maíz transgénico definitivamente prohibido en Bolivia.
Si bien es importante mantener bancos de germoplasma para guardar semillas “ex situ”, la forma más sostenible de preservar la diversidad de los cultivos es conservarlos en su medio. Esto implica garantizar el intercambio de semillas y los sistemas de custodios de los agricultores, fomentar la agroecología y los sistemas agroforestales en lugar de monocultivos y semillas homogéneas. Pero fundamentalmente se hace necesario un trabajo sostenido de educación y concientización que oriente el consumo de alimentos hacia la diversidad en el campo y en la mesa, porque la comida es y porta cultura. Y porque un consumidor responsable con la Madre Tierra y solidario con quienes producen alimentos, recuperando la diversidad, enfrenta la hiperespecialización de los sistemas de producción agroalimentaria de escala mundial es decir al agronegocio.
“América Latina es la región del mundo que tiene mayor diversidad agrícola, es por ello que la introducción de plantas transgénicas tienen un gran riesgo, especialmente por la posibilidad de transferencia de estos genes modificados en las plantas silvestres y las variedades cultivables locales, lo que puede causar graves desequilibrios en los ecosistemas. Los riesgos de transferencia de genes de una variedad transgénica a una especie o variedad pariente, son mayores en los centros de origen y/o diversidad, ya que los genes insertados tienen más oportunidades de pasar a otras plantas donde se pondrían en juego los recursos genéticos aún existentes. Una vez que las plantas transgénicas se liberan al ambiente no se pueden contener, el cruzamiento natural entre las plantas emparentadas. La vía principal de escape de los nuevos genes a otras zonas y especies es a través del polen, que puede fertilizar plantas sexualmente compatibles en la zona”.
“El sólo hecho de pretender introducir cultivos transgénicos en centros de origen y de diversidad de estas especies, -que son fundamentales en la alimentación y agricultura mundial-, debería ser un argumento contundente para rechazarlo. Se debe proteger a las variedades tradicionales y los parientes silvestres (que además de su valor cultural, constituyen la materia prima para el mejoramiento de las variedades modernas). No es cuestión de manejar el riesgo o de saber responder ante emergencias, en casos de contaminación genética, sino de evitar la contaminación; porque la contaminación genética es irreversible, y las vías de contaminación son múltiples, no sólo a través de flujo de genes, sino de contaminación de semillas, de tubérculos (en el caso de la papa y de la yuca), y sobre todo por prácticas culturales de las comunidades indígenas y campesinas, puesto que dentro de sus estrategias de conservación y mejoramiento de la diversidad agrícola, experimentan con semillas nuevas, intercambian y llevan semillas y productos de una región a otra”. (Montoro, Vélez, 2008)
Maíz, frejoles, maní, tomate, tomate de árbol, papa, quinua, cañahua, achira, yacón, isaño, yuca, mora, zapallos y calabazas, pasifloras, entre ellas granadilla, maracuyá y tumbo son algunas de las especies que tienen como centro de origen o al menos de diversidad en Bolivia.
Algunos cultivos de los cuales Bolivia es centro de origen y/o diversidad.
Maíz
La domesticación del maíz así como el desarrollo de técnicas culinarias y de conservación de alimentos, se produjo en la época de las grandes civilizaciones. El maíz habría ingresado a Bolivia en una etapa de domesticación muy temprana y de hecho, en un periodo de evolución precerámico. En Bolivia se desarrollaron bastantes tipos de maíz diferenciados de las especies mexicanas “por haber estado sometidos a patrones evolutivos muy variados, haciendo de la región el centro de diferenciación secundario, con una enorme cantidad de variabilidad genética, especialmente por la diversidad de los granos. Goodman y Brown señalan que del total de 260 razas descritas para América, 132 son originarias de la zona andina”.
Según Gonzalo Avila, Director del Centro de Recursos Fotogenéticos de Pairumani, la secuencia evolutiva de los maíces sudamericanos muestra más variabilidad que en México. En Bolivia se cultiva hasta los 3800 msnm. Los maíces bolivianos fueron clasificados en 7 complejos raciales, 45 razas y centenares de variedades, considerando como raza a una población con características comunes que ocupa un área geográfica definida y que ha sido seleccionada para finalidades utilitarias definidas y con características morfológicas y fisiológicas comunes, como los complejos raciales Alto Andino, Amazónica, Perla, Morocho, Harinoso de los Valles Templados, Pisankalla, Cordillera.
Chuquisaca es el centro de mayor diversidad del maíz en Bolivia.
Según investigadores del Centro Pairumani, las razas de maíz boliviano: Hualtaco, Huillcaparu, Kulli, Morocho y Blando Cruceño, poseen elevada importancia económica para el país, debido a su buen potencial comercial y por la demanda originada en los mercados de productos tradicionales. Sin embargo, diversos factores están determinando la erosión genética de los materiales locales, esta erosión se traduce en la desaparición de algunas razas existentes hasta hace pocos años.
Frejol
El sur de los andes, especialmente los valles interandinos de Bolivia, se piensa que es un punto probable de domesticación y centro primario de diversidad del frijol común (Phaseolus vulgaris L.). La colección de trabajo de Phaseolus conservada en el Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani, consta de 345 accesiones, donde la mayoría de las accesiones son de frijol común, algunas cultivadas y otras silvestres relacionadas.
El frijol común es una leguminosa de grano importante cultivado en muy diversas zonas agroecológicas, especialmente en América Latina. Los recursos genéticos de frijol común consisten en dos grandes reservas genéticas de las accesiones silvestres y cultivadas: la de Mesoamérica, originaria de América Central, México y Colombia, y la de los Andes del sur de Perú, Bolivia y norte de Argentina (Koenig y Gepts, 1989). Los acervos genéticos mesoamericano y andino se sub-clasifican en razas de acuerdo a sus características agronómicas tales como el hábito de crecimiento, así como la adaptación agroecológica. Las variedades nativas andinas han sido clasificadas en tres razas diferentes: Perú, Nueva Granada y Chile.
La forma silvestre del frijol común se distribuye desde el norte de México hasta el norte de Argentina. Las diferencias del frijol común de tipo andino con los de tipo mesoamericano y andino silvestres sugieren eventos de domesticación independiente de los tipos silvestres locales y un efecto fundador asociado con la domesticación en cada región .
Aparte del valor alimenticio, los frijoles también podrían haber sido domesticados por su valor estético y el uso simbólico. Algunos autores han sugerido que fueron utilizados como una forma de mantenimiento de registros o la escritura no fonética en las culturas precolombinas, sobre la base de las formas y colores de semillas de granos o patrón (Avila et al, 1987; Freyre et al, 1996). En los valles aislados de los Andes, algunos agricultores tradicionales cultivan y mantienen las mezclas de semillas de todos los tamaños y colores, y los niños de las zonas rurales siguen utilizando frijoles con forma esférica conocida como ‘chuis’ como juguetes. Los frijoles reventones, especiales del sur de Perú y Bolivia se llaman ‘k’opurus’ o ‘nuñas’, se consumen como grano tostado, como aperitivo (Tohme et al., 1995).
Ajíes
En Bolivia, se utilizan por lo menos 15 variedades de ajíes nativos pertenecientes a las 5 especies de ajíes domesticados y varias especies silvestres (C. cardenasii, C. eximium, C. microcarpum ), consumiéndose tanto en estado fresco como deshidratado. Sin embargo, muchos presentan una comercialización marginal, ya que son cultivados o recolectados de arbustos silvestres para autoconsumo o distribuidos ocasionalmente a nivel local. El departamento de Chuquisaca es el principal productor de ajíes en Bolivia, representando cerca del 90% de la producción total nacional (3.600 ton/año). En este departamento, las provincias de Tomina (Padilla), Villa Serrano, Hernando Siles y Luis Calvo, presentan los más altos niveles de producción, debido a que el suelo y el clima favorecen el desarrollo de las diversas especies cultivadas.
Los ajíes nativos y los comerciales no nativos y pimientos, pertenecen al género Capsicum y a la familia botánica Solanaceae. Este es un grupo muy diverso encontrándose desde pimientos, pimentones dulces y páprika, hasta una gran variedad de ajíes, desde dulces hasta muy picantes. Muchas especies y variedades de Capsicum tienen actualmente interés comercial en la industria alimenticia, médica y química, no solo por su diversidad de colores, formas y tamaños, sino también por su aroma, sabor y por la presencia de aceites esenciales y variados principios activos (Krishna 2003; TIPS & AUSAID 2004). A nivel taxonómico es considerado un grupo complejo con una alta variabilidad genética, por lo que sus diferentes especies y variedades muestran la amplia gama de colores, formas, sabores y grados de pungencia (IBPGR 1983).
El género Capsicum tiene uno de sus centros de origen en Bolivia y Perú, evolucionando en las regiones andinas más secas y posteriormente migró hacia las tierras bajas tropicales (McLeod et al. 1982; Walsh & Hoot 2001). De las 30 especies en el género, solamente cinco especies han sido domesticadas.
En Bolivia se utilizan diversas especies tanto cultivadas como silvestres de ajíes tanto nativos como más comerciales no nativos, distribuidos en diferentes regiones del país.
El INIAF mantiene 387 accesiones de ajíes y locotos.
Tomate
El centro de origen del tomate es la región andina de Perú, Ecuador, Bolivia, el norte de Chile y las islas Galápagos, donde se encuentran materiales cultivados y silvestres adaptados a una amplia variedad de condiciones climáticas y geográficas. El ancestro común de las formas domesticadas es el Solanum lycopersicum var. cerasiforme, que crece espontáneamente en las regiones tropicales y subtropicales de América.
La diversidad genética de tomate (Solanum lycopersicum spp.) habría disminuido en los últimos años. La Fundación Internacional para el Progreso Rural (RAFI, actualmente ETC), comprobó en 1982 que el 80% de las variedades comerciales del tomate que figuraban en la lista de 1903 del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ya no se encontraban en los bancos de semillas, por lo que se habrían extinguido. Dicha pérdida de diversidad se debe a las exigencias del mercado, el desplazamiento de las variedades criollas por los cultivares foráneos y destrucción de ecosistemas, lo cual conduce a la erosión genética.
El Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) cuenta con un Banco de Germoplasma de Hortalizas que alberga 61 accesiones de este género, las cuales aún no han sido caracterizadas.
Maní
El maní es una especie originaria de los Andes Centrales y Chaco donde fue domesticado hace unos 4000 años. Los ancestros próximos al maní cultivado se localizan en el sur de Bolivia, constituyéndose por tanto las proximidades de Villamontes en la cuenca baja del río Pilcomayo, como el centro de origen del maní cultivado. Martin Cárdenas, fundamentado en sus investigaciones científicas y en la cantidad de variedades en estado silvestre, aseveró que el territorio originario del maní, se encuentra en Bolivia entre las vertientes orientales del Pilcomayo y el Parapetí.
El género Arachis incluye al menos 80 especies silvestres utilizadas en los programas de mejoramiento de maní como fuentes de resistencia a plagas y enfermedades y otras características, de las cuales 20 se han encontrado en Bolivia, considerada como centro de domesticación u origen y el resto en Argentina y Paraguay. Dos de las especies silvestres encontradas en Bolivia se consideran como origen del maní cultivado: A. duranensis y A. ipaënsis. Casi todas las especies silvestres de maní tienen algún grado de amenaza, y al menos dos especies (A. rigonii y A. ipaënsis) probablemente se han extinguido en la naturaleza debido a la urbanización y los cambios de uso del suelo.
Debido a la característica de enterrar sus frutos, la tasa de dispersión es extremadamente lenta, lo cual les impide escapar de los graves y rápidos efectos del cambio climático y otras amenazas. Una especie silvestre típica de Arachis fija su semilla no más de 1 m de la planta madre), requiriendo un período aproximado de 1000 años para dispersarse a una distancia de 1 km. Es sembrado por pequeños agricultores y en pequeñas extensiones (de una a dos hectáreas), entre las zonas productoras se encuentran los valles interandinos de occidente, los valles orientales y la zona sur del país.
El Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal, INIAF, administra 1054 accesiones.
Tomate de árbol
El centro de origen del tomate de árbol cultivado podría estar situado en Bolivia, ya que algunas especies silvestres bolivianas han sido identificadas como parientes cercanos de la especie cultivada. En Bolivia, el tomate de árbol es conocido como Lima tomate, Monte tomate, Tomate extranjero o K´ita tomate y su consumo se restringe a aquellas áreas en donde se cultiva. Existe poca documentación sobre su cultivo. Las investigaciones realizadas en Colomi, provincia Chapare, Cochabamba han identificado 16 cultivares nativos y 9 ecotipos, así como información sobre los usos que los productores locales le dan a este frutal.
El tomate de árbol tiene como centro de diversificación la región amazónica del Brasil, donde se encuentran 19 especies de las cuales 8 son endémicas (Lobo, 2008). Tomando en cuenta los estudios de Bohs (1991, 1994), el centro de origen de este cultivo podría situarse en Bolivia, puesto que algunas especies bolivianas han sido identificadas como parientes silvestres cercanos de C. betacea. Luna & Osorio (1993) y Bernal & Días (2003) también sugieren que el probable centro de origen de la especie se localiza en aéreas boscosas del sur de Bolivia y Norte de Argentina.
Esta fruta es cultivada en los Andes Suramericanos en lugares ubicados desde los 1800 hasta los 3000 m de altitud y hoy en día se encuentra dispersa por diferentes partes del mundo. Se sabe que el tomate de árbol se cultiva desde épocas prehispánicas (Bernal & Días 2003).
Los mayores productores de este frutal a nivel mundial son Colombia y Ecuador, donde es conocido como Tamarillo.
Papa
La papa fue domesticada hace diez mil años por los ancestros de los agricultores andinos en los alrededores del lago Titicaca entre Perú y Bolivia (CIP, 2008). En la actualidad, las familias de montaña albergan una amplia diversidad de papas nativas distribuidas en agroecosistemas tradicionales. Existe una alerta y preocupación por la pérdida paulatina de variedades nativas, entre ellas la papa en la región andina, por su importancia en la alimentación local y mantenimiento de procesos evolutivos del cultivo. Una alternativa se constituye el fortalecimiento de la conservación in situ de las variedades tradicionales realizada por comunidades campesinas.
La colección de papa boliviana está ubicada entre las más importantes en el mundo por el número de accesiones conservadas. La representación geográfica de la colección del Banco de Tubérculos y Raíces, proviene de siete de los nueve departamentos de Bolivia y de 39 provincias). El germoplasma de papa ha sido conservado desde la década de los años 60 en la Estación Experimental de Toralapa. Al presente cuenta con 1586 accesiones de las cuales 981 son Solanum tuberosum subsp andigena Buk (Tetraploides (4n), reflejando la más alta variación intraespecífica de las papas nativas cultivadas (INIAF, 2014). Éstas se distribuyen o se cultivan en Bolivia en los departamentos de La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija, entre los 1900 y 4300 msnm.
Quinua
La quinua es un cultivo nativo de la región Andina y se cultiva entre los 2500 y 4000 msnm. La mayoría de los investigadores coinciden que la quinua es originaria del altiplano que comparten Perú y Bolivia, ya que en dichas áreas se encuentra la mayor diversidad de plantas cultivadas y parientes silvestres. Bolivia es un país rico en cuanto a la variabilidad genética de la quinua, actualmente se tiene 3100 accesiones conservadas en el Banco de Germoplasma de la Estación Experimental de Toralapa procedentes de Bolivia y otros países, las mismas que se encuentran en conservación ex situ para preservar el material genético.
Cañahua
La cañahua (Chenopodium pallidicaule Aellen) es una especie originaria del altiplano de Bolivia y Perú. Los principales lugares de cultivo se ubican en la cuenca del Lago Titicaca donde tiene importancia en la alimentación de las familias por la alta calidad de sus granos, en cuanto a proteína, aminoácidos, vitaminas, fibra y minerales. También es apreciada por sus cualidades medicinales y por presentar tolerancia a factores adversos como sequía y heladas. Asimismo, los subproductos de la planta como la broza, jipi y rastrojos son utilizados como forraje para el ganado ovino, bovino y camélido (Pinto, 2008, Pinto et al. 2008)
Reconociendo la importancia que tiene este cultivo andino, desde la década de los 70’ se iniciaron colectas de semillas en el altiplano de Bolivia y Perú, y se conformó la colección boliviana de germoplasma de cañahua, la cual cuenta actualmente con 801 accesiones y forma parte del Banco de Germoplasma de Granos Altoandinos (BNGA), bajo la responsabilidad del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF). Los resultados indican que existe amplia variabilidad genética en cuanto a ciclo fenológico, tamaño de planta, cobertura foliar, rendimientos e índices de cosecha. Se identificaron variables agromorfológicas que son componentes del rendimiento, que facilitan los procesos de selección y mejoramiento genético. Las accesiones del germoplasma se clasificaron en tres grupos y siete subgrupos.
Las 445 accesiones de tipo Lasta, de ciclo tardío con buenos rendimientos de grano y broza pueden ser utilizados en la producción de semilla y forraje; las 73 accesiones de cañahua silvestre tipo Pampalasta por su precocidad, porte bajo y amplia cobertura foliar pueden utilizarse como cobertura natural en suelos degradados; y las 226 accesiones de tipo Saihua, de buena altura de planta y estrecha cobertura foliar, pueden facilitar la cosecha manual o mecanizada en parcelas de producción
Achira
La achira es una planta de flores vistosas y hermosas, conocida como ornamental, pero en las zonas rurales de los andes bolivianos, los agricultores cultivan ésta planta para la producción de cormos comestibles. Conocida como papa achira o Chiri en aimara fue domesticada para diferentes usos, originaria de la región andina y cultivada desde Colombia hasta Bolivia. El género Canna contiene cerca de 55 especies nativas de América subtropical y tropical. Siendo Bolivia, un país que importa más del 90 % del almidón que consume, la achira se constituye en una alternativa promisoria como fuente de almidón nativo para contribuir a la soberanía alimentaria del país.
Yacón
La importancia y potencialidad actual del yacón no es por su valor alimenticio, sino por su contribución a la salud, lo cual radica en la calidad de sus carbohidratos conocidos como fructooligosacáridos, de pocas calorías y que no elevan el contenido de glucosa en la sangre. Como otras raíces andinas como arracacha (Arracacia xanthorrhyza), achira (Canna edulis), ajipa (Pachyrrhizus sp.), maca (Lepidium meyenii) y mauka (Mirabilis expansa) el yacón ha sido poco estudiado y marginado de programas de investigación, razón por la cual la información aún es escasa, lo que impide un mejor y mayor aprovechamiento de sus propiedades. Grau et al. (2001) señalan que posiblemente la domesticación del yacón comenzó en las zonas de yungas (1000 a 2300 msnm) o zonas montañosas del Norte de Bolivia o el Sur de Perú. De acuerdo a Sevilla y Holle (2004) la diversidad de una especie está constituida por todas las variaciones genéticas, producto de la diferencia de las especies, no se debe confundir la diversidad genética con la variabilidad genética que es una característica de poblaciones dentro de especies.
La variación entre poblaciones de una especie, más la variación dentro de poblaciones es la diversidad genética total de una especie. Las especies pueden ser más o menos diversas; las características de las poblaciones pueden ser más o menos variables. El INIAF posee 5 accesiones de yacón.
Grau y Rea (1997) mencionan que pese a que la erosión genética afectó al yacón en Bolivia, el cultivo de la especie es muy común todavía en la mayoría de los departamentos andinos del país; Tarija, Chuquisaca, Cochabamba y La Paz. En el departamento de La Paz principalmente en la provincia Camacho y Sud Yungas, probablemente los de mayor superficie cultivada y los de mayor diversidad de germoplasma. En las zonas productoras se ha determinado básicamente dos tipos de sistema de producción de yacón: un sistema en jardín o huerto familiar y un sistema asociado con algún cultivo (principalmente el maíz o Zea mays).
La caracterización de la diversidad genética del yacón por parte del agricultor se la realiza por los rasgos observables de color de la pulpa a nivel de raíz en el momento de cosecha, distinguiéndose tres morfotipos: amarillo, blanco, morado.
La forma de consumo de la raíz de yacón en la zona es cruda, no tiene un manejo post-cosecha ni forma de conservación, En cuanto a los usos se destaca el empleo como refresco, alivia la temperatura. El destino de la producción es el autoconsumo, venta y en algunos casos al intercambio por frutas, esto se realiza en la feria de Ticachuri. Las fechas de aparición de yacón o aricoma en los mercados de las ciudades de La Paz y El Alto coinciden con el Corpus Christi en junio de manera muy variable en diferentes gestiones agrícolas
Isaño
El isaño tiene su origen y diversidad en los Andes, fue conocido por incas y aymaras, como Añu, mashua e isaño.La zona de Candelaria en Cochabamba y la zona circundante al Lago han sido identificadas como zonas de alta diversidad de tubérculos (papa, oca, papalisa e isaño). Se lo cultiva asociado a la oca y papalisa, por compartir requerimientos de suelo y prácticas de manejo similares, además de ocupar la misma zona agroecológica. Se trata de uno de los cultivos más adaptados a la ecología andina, ya que su cultivo se extiende desde Venezuela hasta el norte de Argentina y Chile entre los 3000 y 4000 msnm. Se adapta a rangos de altitud muy amplios que van desde 1500 a los 4200 msnm. Está catalogado como el l cuarto cultivo en importancia encontrándose después de la papa, oca y papalisa. Posee cualidades medicinales, sirve como repelente de insectos, nematodos y otros patógenos. Posee un alto contenido de carbohidratos (11% en base fresca), alto contenido de ácido ascórbico (67 mg por 100 g en base fresca) y el contenido de proteína que pueden variar de 6.9-15.9% en base seca.
Yuca
La yuca (Manihot esculenta Crantz), proporciona el sustento de 500 millones de agricultores y un sin número de procesadores y comerciantes de todo el mundo. Según la FAO, es el alimento básico para centenares de millones de personas en el cinturón tropical y subtropical, además de ser una materia prima para numerosas aplicaciones industriales. Existen más de 6.000 variedades de yuca y más de 20.000 accesiones distribuidas en los bancos de germoplasma a nivel mundial. Bolivia cuenta con una variabilidad alrededor de 200 clones locales distribuidos en toda la zona tropical y subtropical del país.
Vavilov indica que la yuca, junto con el caucho, el mate, el mani y la piña tienen como origen el Centro Brasilero Paraguayo de plantas cultivadas. Saper considera al maíz como la primera planta cultivada, el sueco Nodenskiold considera a la yuca. Cree que el noroeste de sudamerica es la región donde se originaron las yucas más rústicas y de mas bajo contenido de almidón –no venenosas- hasta alturas de 1500 m, siendo la Amazonia la región de yucas venenosas hasta los 700 m de altitud.
Cacao
El cacao se halla distribuido en Bolivia en los departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz, Norte de La Paz y Cochabamba, en forma silvestre y genotipos introducidos. Son tres las regiones productoras de cacao, la más grande e importante es Alto Beni, en el departamento de La Paz, seguido del Chapare en Cochabamba y Baures en Beni. También en el Tipnis se produce cacao silvestre.
El cacao en estado silvestre tiene su origen en la América Tropical (Amazonia) y actualmente es cultivado en todas las regiones húmedas del mundo, en los trópicos de América, África y Asia, 20° al norte y sur del Ecuador.
Copoazú
La región Amazónica en general es considerada como el mayor reservorio de recursos genéticos vegetales del mundo, entre los que se encuentran varias especies del género Theobroma, destacándose el copoazú (Theobroma grandifl orum). Se cree que la especie fue diseminada de su centro de origen a las distintas subregiones por la intensa movilidad de los grupos indígenas.
El copoazú es un árbol tropical, que se encuentra distribuido en forma silvestre en la cuenca amazónica, en los países de Perú, Colombia, Ecuador y Brasil. Su importancia económica radica en su fruto, el cual se puede aprovechar ya sea por su pulpa o por la almendra para la agroindustria, la cual se comercializa fresca o procesada, para la fabricación de chocolate y cosméticos. También se puede aprovechar la cáscara como abono orgánico.
En base a la diversidad observada en plantas de copuazú cultivada en la región norte de Bolivia, es importante considerar ciertas recomendaciones como ser: realizar plantaciones con clones con características sobresalientes en cuanto a producción de pulpa, producción de semilla y tamaño del fruto. Así mismo es importante realizar estudios respecto a la propagación vegetativa de estos clones, además de ejecutar prácticas de injerto, tomando en cuenta las características sobresalientes o deseadas para garantizar la cualidad de las futuras plantaciones
Mora
Un representante de la gran diversidad existente en el país es el género Rubus, que son pequeños arbustos apoyantes y espinosos con frutos denominados comúnmente “moras”. Este género presenta a nivel mundial aproximadamente 750 especies, de las cuales en Bolivia existen 23 especies de Rubus en estado silvestre, 2 especies son introducidas (R. procerus y R. rosifolius ), 2 tienen carácter endémico (R. bullatus y R. briareus), el 80 % tienen frutos comestibles.
Las moras silvestres son conocidas por la población local del Municipio de Colomi, en el Chapare, con los nombres de Khari-khari para arbustos de frutos pequeños y Monte frutilla para arbustos con frutos de mayor tamaño. Los frutos de estas especies se utilizan principalmente en refresco por ser altamente perecederos, también se usan como colorante de una bebida refrescante llamada api. En la época de mayor fructificación las amas de casa del lugar suelen elaborar mermelada, principalmente con la especie R. urticifolius.
En la medicina popular se reporta que la mayoría de estas especies son utilizadas para curar enfermedades respiratorias, dolores de cabeza, dolores estomacales, de garganta, como antidiarreico, entre otros. Se cree además que puede servir de estímulo al habla de niños pequeños.
La región Subtropical del Municipio de Colomi cuenta con diversidad de moras silvestres (8 especies), 2 especies se encuentran en peligro y las demás son vulnerables ante la pérdida de su hábitat
Zapallos
Junto con el maíz y el poroto, el zapallo, fue la base de la alimentación de los Incas, Aztecas y Mayas antes de la colonización española. Se encuentran entre las plantas de cultivo más antiguas de América.
Se han encontrado semillas de calabazas y zapallos de 2600 años de antigüedad en los Cerritos de Indios de la zona este, estos hallazgos son evidencias muy fragmentarias de que pudieron tener algún tipo de agricultura o intercambio con algunos otros grupos indígenas que si la practicaban.
El INIAF posee 483 accesiones de cucurbitáceas (zapallo, joco, escariote, lacayote, achojchas y otras).
José María Boso, en el relato de su viaje en 1815 por el Oriente Boliviano describe algunas como el pabi, al enumerar las frutas nativas de la montaña de los yuracarés y ede la Chiquitania.
La calabaza es la especie más importante de los trópicos, por su extensión y riqueza varietal. En la época prehispánica se cultivaba desde Estados Unidos hasta Bolivia, por lo que no se puede localizar su centro de domesticación ni sus parientes silvestres, siendo las muestras arqueológicas más antiguas de Mexíco y de la costa del Perú.
Los zapallos son originarios de Argentina, donde crecen parientes silvestres y de donde se extendieron por los Andes hasta el Perú.
Pasifloras andinas
Las passifloras (Passifloraceae) corresponden a un grupo de plantas que comprende entre 12 y 18 géneros, de los cuales el más importante, por número de especies y por valor económico es Passiflora. En este hay alrededor de 400 especies distribuidas en el continente americano, entre las que se destacan el maracuyá Passiflora edulis Sims var flavicarpa, la granadilla, Passiflora ligularis Juss, y el tumbo Passiflora mollisima Bailey. El tumbo es un fruto agridulce con alto contenido de ácido ascórbico (42,24 mg/100 gr jugo).
En Bolivia se han encontrado alrededor de 60 especies, ninguna de las cuáles ha sido sometida a mejoramiento, a pesar de la utilización comercial de algunas de ellas. De acuerdo a Avila et al, estas plantas poseen una diversidad genética única y características de rusticidad como resistencia o tolerancia a condiciones adversas de clima, suelo enfermedades y plagas.
El centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani cuenta con una colección de especies silvestres de passifloras andinas y parientes silvestres. Passiflora mollísima, Passiflora ligularis, Passiflora pinnatistipula, Passiflora umbellicata, passiflora amethistyna, Passiflora naviculata, Passiflora mandonii, Passilofta morifolia, Passiflora tricuspis, Passiflora tarminiana. Existen 49 accesiones de pasifloras andinas (tumbo, granadilla, lokosti, y otras)
Frutales introducidos
Las especies frutales de clima templado en nuestro país, como el duraznero, manzano, peras, vides y otras, son conocidas desde la época de la colonia. Éstas se encuentran perfectamente adaptadas a nuestros valles, lo cual es favorable para una mayor ampliación de las superficies y además para introducir variedades nuevas. La gran parte de los cultivos de duraznero y manzano son producidos para consumo en fresco, luego para deshidratado y otra parte destinada para jugos y mermeladas. Según el INE (2008), existen más de 5000 has de frutas de estas especies en el país. La colección de trabajo de frutas de clima templado de la Fundación PROINPA, conserva 161 accesos, distribuidos en 3 géneros, de los cuales la mayoría (117), están concentrados en el género Prunus, seguido de Pyrus y Malus. Se cuenta dentro de estos géneros con 9 especies. La gran parte de estos materiales fueron introducidos de los países vecinos y poseen un gran potencial económico.
Referencias:
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