EN PRIMERA PERSONA·LUNES, 11 DE SEPTIEMBRE DE 2017
El día de hoy, diversos artículos de periódicos difundieron la noticia sobre la masacre de un pueblo indígena aislado en el valle del río Javari en Brasil. Al leerla, unx quisiera que fuera mentira, sin embargo, la investigación en el vecino país ya se abrió para dar con los inculpados de este genocidio. Desde la distancia, solo podemos preguntarnos ¿qué está pasando en la Amazonía? Con el actual estado de alerta en el que vivimos por los diversos proyectos que se plantean en la Amazonía Boliviana: el TIPNIS, las mega-represas de El Bala y el Madera, la prospección de zonas petroleras en el río Madre de Dios, el avance de la frontera agrícola en la provincia Velasco y Ñuflo de Chávez en Santa Cruz; esa pregunta solo puede repetirse una y otra vez en nuestras mentes.
En Bolivia, lamentablemente la discusión se ha tornado mera propaganda partidista. Las viejas derechas ahora pretenden mostrarse defensoras de indígenas y del medio ambiente, las nuevas caras políticas que buscan aumentar su visibilidad, y claro, el súper estado del MAS, que con discursos “socialistas” y grupos de choque urbanos “amedrentan” a buenxs y malxs.
No obstante, tras el velo que nubla la vista de gran parte de la población, están sucediendo cosas. En la Amazonía, no importa si tu gobierno se declara neoliberal, de izquierda, de derecha o socialista, es lo mismo en todas partes. El caso de los indígenas aislados que fueron asesinados solo se entiende a partir de la política nefasta de Brasil frente a sus pueblos indígenas y su Amazonía, recordemos que el pasado mes Temer eliminó por decreto la Reserva Nacional de Cobre y sus Asociados (RECA), el área engloba 9 áreas protegidas que fueron abiertas por a la libre explotación minera. ¿Estará Temer diciendo también que las áreas protegidas son invento de los gringos? ¿Habrán salido grupitos de pseudocientíficxs a defender el desarrollo y el higienismo? Seguramente no, pues la situación política en Brasil es diferente a la de Bolivia, y sin embargo, lo interesante es saber que tanto Temer como Morales siguen el mismo mandato de los capitales internacionales, aunque uno se denomine socialista.
El caso del Perú no es mejor, tras la apertura de la interoceánica Brasil-Perú, el río Inambary y Tambopata se ha convertido en el centro la minería del Oro, creando un “desierto” en pleno pulmón del planeta. De la misma manera, desde el año 2015, se han presentado diversos proyectos para abrir la explotación petrolera en diversos parques naturales de este país.
Ecuador –país en que desde la primera presidencia de Rafael Correa afirmó que se trataba de un gobierno socialista, al igual que el gobierno boliviano– ha sido víctima de las mismas políticas de saqueo de los recursos naturales. El caso del Yasuní es emblemático, en cuanto al autoritarismo del Estado, y la forma en la que pasó por encima de la decisión que la población expresó en la consulta popular realizada por YASunidos para no explotar petróleo en este parque nacional.
Entonces, ¿cómo podemos entender la situación de la amazonía? En emergencia.
Mientras en los diversos países se discute a partir de viejas ideologías, de discursos y partidos políticos, el capital hace gala de su pragmatismo asolando y saqueando la Amazonía. Ni los discursos socialistas, ni las políticas neoliberales han frenado el saqueo de recursos naturales en el continente. El comercio internacional, la demanda de los mercados industriales, la recesión económica del sistema mundial, empujan poco a poco las fronteras de la Amazonía, reavivando viejos discursos nacionalistas y etnocéntricos; el primero, afirmando que los recursos son “nuestros” y deben ser explotados, y el segundo, difundiendo ideas que desde el darwinismo social y el racismo, señalan abiertamente que lxs indígenas son “pobres” y/o “enfermxs”, por lo que necesitan que se les lleve un poco de “desarrollo” (léase civilización) para quitarles un poco de eso que no entienden más que como “miseria”, y que, al precio que sea, “deben” extirpar.
En pleno siglo XXI, es casi una broma de mal gusto ver la situación del pulmón del planeta. El viejo sueño sobre el Paititi, Kandire, o Dorado, se ha transformado en el “sueño” del saqueo de los recursos naturales. Petróleo, energía, madera, oro, narcotráfico, tráfico de vida silvestre, se han convertido en ese motor que impulsa la “conquista” de la Amazonía, y los indígenas masacrados en Brasil, son un testimonio de ello.
La historia se repite. Los Estados en América Latina siempre han considerado la Amazonía una región de frontera interna, y tras dos siglos de repúblicas independientes, esto se ha mantenido intacto. La amazonía está siendo el nido del narcotráfico, de la minería ilegal, de la deforestación masiva, y todo esto, con la venia de los Estados y sus vínculos con el poder.
En pleno siglo XXI los Estados se han convertido en los socios primordiales de las economías ilegales; abren carreteras, fomentan la explotación de recursos, e “ignoran” o niegan el narcotráfico. Cualquiera que haya viajado por la Amazonía de uno de estos países, sabe muy bien de lo que estamos hablando.
La Amazonía está en peligro, y no por el MAS, ni por Temer, ni por cualquier gobierno de turno. Urge abandonar el chauvinismo, la miopía “analítica” de considerar que la realidad nacional es la base del problema, y por tanto, también de los análisis.
Los indígenas del Javari son las víctimas de esta obsesión sin final por los recursos naturales y el poder, pero, ¿a dónde irá a parar el oro que se extraerá de su territorio?
Colectivo En Primera Persona