El día jueves 5 de noviembre, en la ciudad de Bento Rodríguez, parte del interior del Estado de Minas Gerais, a 110 kilómetros al este de la capital Belo Horizonte, colapsó un dique que contenía aguas residuales en un yacimiento de mineral (Sanmarco) de hierro.
Dicha mina de hierro a cielo abierto poseía dos presas de relaves, mismas que en su colapso desataron al menos 62 millones de metros cúbicos de lodo que inundaron el distrito Bento Rodrigues, destruyéndolo todo a su paso. Así mismo, el colapso despejó miles de toneladas de basura tóxica al Río Doce, uno de los más importantes de la región central de Brasil. Rápidamente, la basura consumió todo el valle del Río Doce, casi todo el pequeño poblado de Bento Rodrigues, perteneciente a la ciudad de Mariana, que es uno de los más importantes sitios históricos de Brasil – donde están las estatuas del artista barroco Aleijadinho, entre otras atracciones.
La información publicada en los medios de comunicación señaló que se habían evacuado a aproximadamente 612 personas del poblado de Bento, que por la inundación, han perdido absolutamente todo lo que tenían. Se reportó a su vez la muerte de 16 personas y 45 desapariciones, citando al sindicato local.
El dique contenía el llamado “descolado”, un producto de desecho de la minería con limaduras de metal, agua y ocasionalmente químicos. El embalse que se ubicaba cerca del río, generó una potencial contaminación del agua. El lodo avanzó 60 kilómetros y llegó a los ríos Gualaxo y Doce, consumiendo totalmente el río que era fuente de abastecimiento hídrico de una docena de pequeñas y medianas ciudades en los Estados de Minas Gerais y Espírito Santo y de trabajo para pequeños grupos de pescadores artesanales. Son 15 ciudades en los estados de Minas Gerais y Espírito Santo las que actualmente están bajo riesgo de inundación.
La tragedia ambiental era ya inmensurable si quedara en la extinción de los peces y otras especies que vivían en el río, a los efectos en la vegetación aledaña y a los animales salvajes que vivían en la zona, en la crisis de falta de agua y empleo en las ciudades que dependían del Río Doce, problemas que llegaron para quedarse.
Grupos de ambientalistas y científicos, brasileños y extranjeros, que fueron a la zona dijeron que el daño causado al río es irreparable. Al analizar muestras del lodo la semana pasada, el director del Servicio Autónomo de Agua de Brasil, Luciano Magalhães, dijo que “el Río Doce está muerto”, e ironizó al comentar sobre la cantidad de químicos presentes en el material observado: “es como si hubieran tirado toda la tabla periódica de elementos al río”.
Pero el problema no solo llega hasta ahí, ya que con el empuje de las aguas del manantial, las miles de toneladas de basura recorrieron los poco más de 600 kilómetros que lo permitieron llegar al Océano Atlántico, el último fin de semana. Luego, en pocos días se tomó casi todo el litoral del Estado de Espírito Santo, y ya empieza a afectar al sur de Bahía y norte de Rio de Janeiro, más de 10 mil kilómetros cuadrados de zona marítima.
«Al llegar al mar, se convierte en el mayor desastre ambiental del mundo, solo comparable al accidente en Fukushima, debido a la extensión de la contaminación en el mar», cita el periódico El Comercio al ambientalista André Ruschi, director de la Estación de Biología Marina Augusto Rischi del estado de Espíritu Santo (Brasil).
Así mismo, Rischi afirma que se trata de «el flujo de nutrientes en una zona de alimentación para muchas especies únicas del mundo marino, la tercera parte de la región del sudeste de Brasil y la mitad del Atlántico sur, se verá comprometida por un mínimo de 100 años», información que se ve complementada por ecologistas, geofísicos y gestores ambientales, quienes señalan que se necesitarán unos 30 años para que el territorio afectado elimine el lodo tóxico.
Además, también ya amenaza alcanzar el archipiélago de Abrolhos, un local considerado santuario ecológico, por ser utilizado como sitio de reproducción por grupos de tortugas marinas en riesgo de extinción.
¿Qué se conoce de la empresa Samarco?
La empresa Samarco, propietaria de la mina, es una sociedad de la brasileña Vale y la anglo-australiana BHP Billiton, dos de los tres mayores productores mundiales de hierro.
Un reciente informe publicado por Newland y Chambers (2015) afirma que las fallas catastróficas de los embalses de relaves mineros (ERM) están aumentando en frecuencia y severidad debido a las técnicas mineras modernas. La creciente tasa de fallas de los embalses está directamente relacionada con el aumento del número de ellos, que son mayores de 5 millones de metros cúbicos de capacidad, requeridos para permitir la extracción rentable de minerales de bajo tenor. “Nuestra investigación demuestra que desastres como el derrame de residuos de la mina Germano de Brasil son inevitables”, dijo David Chambers, coautor del informe. Añadió que “la limpieza de cada uno de estos derrames costará al público cientos o miles de millones de dólares, si es que la limpieza resulta posible, y a veces, como en el derrame de Germano, tendrá un costo en vidas”.
El caso no es entonces la excepción, y deja una moraleja: cuando un yacimiento de minerales metálicos requiere una megaexplotación a cielo abierto, aunque se contrate a las empresas más conocidas y con amplios antecedentes en el rubro, no existen planes de cierre de minas ni garantías económicas ni de ningún otro tipo que puedan cubrir eventuales desastres socioambientales como este.
Samarco es un nombre poco conocido en el mundo de la minería, pero gana otra dimensión cuando uno recuerda que es un joint venture entre la brasileña Vale y la anglo-australiana BHP Billiton.
Por su parte, Vale es el gigante minero de Brasil. Era estatal, la Codelco brasileña – pero especializada en mineral de hierro –, hasta ser privatizada en 1997, por el gobierno neoliberal del presidente Fernando Henrique Cardoso, hoy guía político de la oposición a Dilma Rousseff. Su nombre fue simplificado en los 90 para hacerla más agradable al capital extranjero, ya que originalmente se llamaba Companhia Vale do Rio Doce, por haber sido creada justamente allí, en el valle del Río Doce. Es cruelmente irónico que la referencia al Río Doce haya sido borrada para saciar el paladar de las grandes corporaciones, y ahora la empresa que ya no lo lleva en el nombre sea responsable por apagar el río del mapa.
¿Dónde está el gobierno?
Nadie dudaba del poder que tenía Vale, por ser la gran minera estatal que se convirtió en un monstruo, luego de ser privatizada. Pero lo que sucedió en la región de Mariana fue algo que nadie imaginaba que pudiera pasar. La empresa fue capaz de desplegar un gigantesco aparato técnico, comunicacional e incluso de seguridad privada en cuestión de algunas horas, y pasó a controlar toda la zona, determinando quien podría ingresar, quien podría salir, quienes podrían dar entrevistas o no, qué tipo de información se podría dar.
Por supuesto que eso solo fue posible gracias a la ausencia de los poderes del Estado, tanto en el ámbito regional cuanto en el federal. Pero es curioso mirar como la izquierda oficialista ató sus propias manos en ambas esferas en esa cuestión.
El Estado Minas Gerais es el segundo del país en términos de riquezas y tamaño de población. Es territorio político tradicional de la derecha – por ser una región de fuerte influencia de grandes productores rurales, uno se puede imaginar lo que sucede. Sin embargo, el año pasado salió elegido por primera vez un gobernador de izquierda: Fernando Pimentel, del Partido de los Trabajadores (PT), quien había sido alcalde de Belo Horizonte y ministro del primer gobierno de Dilma, desplazando a los aliados del senador Aécio Neves quien fue gobernador la década pasada, antes de ser el referente nacional de la derecha y principal rival de Dilma en 2014.
Sin embargo, y aunque suene morboso decirlo, la tragedia siempre es una oportunidad en política. Era la oportunidad de mostrar la importancia de que el Estado este presente y firme en defensa de los intereses de las personas, de los afectados directamente, no importa si suena oportunista, no importa si mañana van a preguntar qué pasó con la fiscalización débil, los estudios que indicaban desde 2013 que el rompimiento de la represa era inminente y que fueron ignorados, la falta de un plan de contingencia y otros problemas resultantes de la improvisación. Había que actuar, al igual que actuó Dilma en enero de 2013, cuando abandonó la Cumbre CELAC-UE en Santiago luego que supo del incendio en una disco en el Sur de Brasil, que mató a 242 personas.
En esta ocasión, y aunque se encontraba en Brasilia, Dilma no actuó. No fue a terreno, tardó varios días en pronunciarse, y no pasó el mensaje esperado cuando lo hizo – no dimensionó el hecho de que uno de los ríos más importantes del país había sido completamente destruido, y no condenó de forma más enérgica a la empresa, anunciando solamente una multa de 250 millones de Reales (poco más de 6 millones de dólares).
El discurso y limpieza de imagen
De todas formas, la reacción popular ha sido contenida por la poca información sobre el caso en los grandes medios de comunicación. El tema ha tenido una repercusión contenida, y pocos son los que se atreven a buscar información fuera de las entregadas por la empresa – los que llegaron dar amenazas de muerte.
Una muy efectiva estrategia comunicacional aplicada por los asesores de Samarco logró que las grandes cadenas de noticias omitiesen los resultados de estudios técnicos del año 2013, los que decían que la represa era muy antigua, presentaba pequeñas grietas y otros problemas estructurales, y que pasó dos años bajo el riesgo inminente de rompimiento, lo que terminó sucediendo este mes.
La idea era reforzar la idea de que fue un accidente y que la empresa no tuvo responsabilidad. Se usó desde un principio argumentos como el del senador Neves, de que la culpa la tiene el gobierno por no haber supervisado y se adelantado a los hechos, entre otros, que buscaban no dañar el discurso de la eficiencia privada contra la incapacidad del Estado.
El punto más burlesco de la movida comunicacional fue la campaña lanzada en redes sociales horas después del rompimiento de la represa, dirigida a la victimización de la empresa, bajo la hashtag #SomosTodosSamarco, una versión espantosa del #JeSuisCharlie – que tuvo relativo éxito y adherentes como el mismo senador Neves, otros políticos y algunas celebridades televisivas.
El punto más vergonzoso se dio el domingo 15 de noviembre, cuando Fantástico, el tradicional noticiero dominical de la cadena televisiva Globo (el gigante de las comunicaciones de Brasil), presentó una cobertura especial de más de una hora, con un sin fin de reporteros, decenas de entrevistas con las algunas víctimas, familiares de otras, especialistas, académicos, autoridades políticas y todo. Pero calma, no me refiero a la tragedia ambiental en el Río Doce y las decenas de ciudades afectadas, sino que a los atentados de París, que ocurrieron dos días antes, y que provocaron un despliegue periodístico impresionante, capaz de producir tamaño material en poco más de 48 horas. En el último bloque del programa, salió una nota de poco más de cinco minutos, sobre los efectos que el lodo tóxico iba causando en su paso por el interior de los Estados de Minas Gerais y Espírito Santo, y su entonces inminente llegada al océano, basada en la idea ganadora, de que fue un accidente que la empresa no pudo prever y que la culpa la tenía el Estado.
Efectos sociales
Finalmente, los movimientos sociales y las pequeñas organizaciones de pobladores afectados, creadas tras la tragedia, tratan de no dejar que ella caiga en el olvido, y montaron juntos toda una red de solidaridad casi sin apoyo de ningún medio comunicacional masivo, solamente los pequeños y los de alcance regional.
Aun así, ha sido capaz de movilizar ayuda a los desplazados y a la gente que quedó sin agua, aunque el problema es mucho más profundo – algunas pequeñas ciudades no cuentan con una alternativa de suministro de agua en sus cercanías, y ahora, ante un río que no podrá ser recuperado, enfrentan en riesgo de desaparecer.
Este miércoles 25 de noviembre, algunos movimientos sociales marcharon por Brasilia para protestar contra la situación que se vive en las ciudades de la región, como Mariana y Valadares, en Minas Gerais, Serra y Colatina, en Espírito Santo, entre otras. Con el apoyo de entidades como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y la Central Única de los Trabajadores (CUT), los manifestantes llevaban carteles y gritaban contra la omisión del Estado en el caso.
Algunos de los manifestantes que llevaban botellas con agua contaminada por el lodo tóxico en el Río Doce, y que intentaron entregárselas a los diputados miembros de la comisión investigadora del Congreso, acabaron presos. Sin embargo, al momento no hay ningún indicio de que la empresa Samarco y sus altos ejecutivos sean llevados a la justicia, una que vaya más allá de la anunciada multa de aproximadamente 67 millones de dólares por parte de las autoridades brasileñas, mismas que afirman que se ha empezado a tomar medidas para prevenir un desastre global mediante la instalación de barreras en el agua.
Fuentes:
– https://actualidad.rt.com/actualidad/192659-fukushima-brasil-mayor-tragedia-ambiental-economico
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