22 Ago
2014

Desarrollismo brasileño extermina usos sociales del bosque y aguas amazónicas

Por ejemplo, las líneas de transmisión ya instaladas (y otras proyectadas) para el segundo ciclo de grandes hidroeléctricas en la región (Santo Antonio y Jirau, Belo Monte, Tabajara e Complexo Teles Pires y Tapajós) precisan recorrer más de 3 mil Kilómetros de extensión de alto voltaje continuo. Eso ya demuestra a qué misión responden. Es energía para ser disponible para plantas industriales electro-intensivas donde quiera que estén.  Aquí tienen energía barata para los que se dedican a ampliar la producción de commodities, -anuncian concesionarias y gobierno.

Y tanto favor al hidronegocio que, en este caso, es la energía que se deslocaliza.  Y energía hidroeléctrica que proviene de megaproyectos deslocaliza modos de vida sustentadores de biomas. Sin mayores formalidades, fue puesta en vigor una política de exterminio de usos sociales del bosque y de las aguas. Cada megaproyecto de esos implica  implosiones de sociabilidades y socializaciones. Son sacrificios sociales impuestos que ni siquiera son dimensionados, mucho menos evaluados y discutidos públicamente.

Las represas del río Madera ya eran consideradas por instancias del propio gobierno como un caso de “desastre social”. No se admitía el “desastre ambiental” strictu sensu, teniendo en cuenta los efectos minimizados prospectiva y retroactivamente por la tecnología de las “represas al filo del agua”, como argumentos del tipo (si” fuesen represas con reservorios convencionales, los impactos serían mayores)

Más el desastre social nadie lo negaba: la Secretaria Especial de Derechos Humanos acompañó y registró los brotes de violaciones, casos de violencia contra mujeres y niños y exploración sexual de adolescentes en Jacy Paraná entre el 2008 y 2012. El Ministerio del Trabajo y la Secretaría de la Presidencia testimoniaron condiciones análogas a la esclavitud en la cantera de obra, cuya expresión más visible fue la rebelión obrera de Jiraú el 2011.

El Ministerio de Pesca sabe que miles de pescadores artesanales perdieron su capacidad de sustento y que ningún programa compensatorio puede alterar el hecho que el trecho superior del río Madera fue transformado en dos escalones que alteran de forma drástica los flujos –de agua, sedimentos y seres vivos- que provenían de las cabeceras en los Andes y su desague en las tierras bajas del Amazonas,

El Ministerio de Desarrollo Social y hasta el IBAMA fueron testigos de la inviabilidad económica de los reasentamientos realizados por los consorcios y comprobaron la desestructuración familiar y pulverización de los reasentados en las periferias de Porto Velho.

Con la gran inundación del 2014, potenciada por la imprevisible operación  de los “peculiares” embalses de las represas, ahora quieren ocultar el rastro de los desastres acumulados. El “desastre fue natural”, repiten directivos de los consorcios, técnicos de los órganos licenciadores y fiscalizadores, senadores, gobernador del estado y hasta la presidenta del país. Tratamiento patrón para “calamidad natural”, a fin de ocultar la calamidad construida y que continúa en curso.

Sería necesario suspender las licencias de operación de las dos represas y repensar el proyecto “Complejo Madera” como un todo, incluyendo sus extensiones, ramificaciones y su efecto acumulativo en la cuenca. Pero esto no es lo que piensa el sector eléctrico y el gobierno (en proceso de relección). Ha sido sellado un pacto de silencio e inacción de los órganos fiscalizadores y del propio Poder Judicial para que no se ponga óbice a proyectos de infraestructura del PAC, considerados “estratégicos para el país”.

En la estrategia de los promotores del Complejo Madera, se cuelan muchas otras estrategias empresariales convergentes con el fin de la incorporación previa de bloques de recursos naturales y ejes de corredores interoceánicos. Por eso ahora las carreteras vuelven a ser priorizadas.

Los caminos en la Amazonia eran los ríos. Con la llegada de las carreteras, el pillaje fue visibilizado. El mercado hace su trazado mirando el mapa abstracto en una planilla de costos. El Belén-Brasilia, la Transamazónica (aun no completamente pavimentada), la BR 364 (Cuiabá- Río Branco) y ahora la BR 163 (Cuiabá- Santarem) fueron y están siendo edificadas con historias nada edificantes a lo largo de cada trecho.

El caso más reciente, la pavimentación de la BR 319 (Porto Velho-Manaus) prosigue sin licenciamiento específico, sin que se adopten medidas adicionales de fortalecimiento de las Unidades de Conservación y tierras indígenas en su curso. Nada contra carreteras en general, pero cuando determinadas vías producen espacios homogéneos que propician situaciones de etnocidios y biocidios, es preciso hablar lo que viene junto con las carreteras y lo que no viene.

La construcción de vías de acceso de larga escala en regiones situadas en la frontera del mercado trae incorporados proyectos de desarticulación y rearticulación de un conjunto de territorialidades no mercantiles. Es lo que debería ser admitido y discutido. Para podar cualquier discusión, en tanto, siempre habrá una situación de excepción a disposición. El riesgo de un nuevo apagón impone la expansión de la frontera eléctrica en la Amazonía en marcha forzada. En seguida no pueden abrir más las tasas mínimas de “crecimiento” frente la crisis internacional y nuevas excepciones son abiertas: desregulaciones, subsidios e incentivos directos a los “sectores dinámicos” de la economía. Y si hay un desastre ampliado, asociado a grandes variaciones pluviométricas, aflora entonces, con mérito salvacionista, un gobierno de excepción que hace la “gestión de urgencia” durante el medio y el pico de la última crecida del río Madera.

Dos ejemplos de eso fueron las carreteras representadas e reivindicadas como gran solución después del aislamiento provocado por la inundación: la carretera Parque, que fue anunciada en los periódicos como única alternativa para vincular Guajara-Mirim a la BR 364, arteria del estado de Rondonia; y la carretera que une la BR 319 a las comunidades ribereñas de Maravilla de Niteroi, situadas río debajo de la represa de Santo Antonio. Esta última carretera fue construida de forma prácticamente clandestina con el alegato de que era preciso rehacer accesos destruidos por los efectos de la inundación.

La carretera Parque, la BR 421, atraviesa el Parque Estadual de Guajara-Mirim. Este parque es contiguo con el territorio de la etnia Karipuna y se sabe que hay en la región indicios de indios no contactados por los blancos (el término es “aislados” es corriente, sin embargo, más justos ería “resistentes voluntarios a la modernidad capitalista”).

La carretera fue prohibida como resultado del trabajo del Ministerio Público Federal de Rondonia en marzo del 2014, con el argumento de que era preciso proteger la vida de/en el bosque. El mismo mes la carretera fue reabierta, inviabilizando el área de protección integral. Después que las aguas bajaran y la BR 364 fue liberada, no se tuvo noticia de la reversión de esa decisión que hiere frontalmente derechos conquistados por los pueblos indígenas. Por el contrario, los titulares de los periódicos locales conmemoran que la Carretera Parque está garantizada.

La carretera nueva que se sitúa en la margen izquierda del Madera se tornó solución para la especulación  fundiaria/inmobiliaria estimulada por la construcción del primer puente que atraviesa el río. La carretera que parte de la BR 319 no parece reglamentada: además de no haber placa indicativa, simplemente quebraron la guía de la  BR a lo largo de la estrada nueva. La comunidad de Maravilla tuvo su llamada “carretera del borde” tomada por el río Madera y por el sedimento y acabó quedando muy cerca del barranco debido a la erosión de las playas. La comunidad de Niteroi, donde surgieron muchos lotes y loteadores, se convirtió en la cabeza de puente para expandir el negocio de la incorporación inmobiliaria y fundiaria.

El problema es que la carretera fragiliza aún más la porción más preservada de APA (Area de Protección Ambiental) Río Madera, donde aún muchas familias agroextractivistas persisten en mantener su economía de subsistencia y/o semi-mercantil. La comunidad Maravilla es una de las pocas áreas próximas a Porto Velho que contiene manchas de bosque denso, ojos de agua y formas de interacción tradicional con el medio ambiente. El puente nuevo, asociado a la carretera de grava, extiende la ciudad de Porto Velho y sus asimetrías para el margen izquierdo del río Madera.

13 DE AGOSTO DE 2014

Lou-Ann Kleppa e Luis Fernando Novoa Garzon son profesores de la Universidad Federal de Rondônia.

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