El 16 de octubre se celebró el día internacional de la alimentación y en esta ocasión se han visibilizado datos según la FAO como que 842 millones de personas sufren hambre crónica y que al mismo tiempo cada año se desperdicia 1300 millones de toneladas de alimentos. El propio Papa Francisco denunció que el despilfarro de alimentos de las elites mundiales no es ético. La causa es el orden económico internacional capitalista que determina la producción y distribución de alimentos en base de la ganancia y la explotación. En este sistema los alimentos son una mercancía más y los ricos pueden comprarla y desperdiciarla, pero los pobres se alimentan mal y millones pasan hambre todos los días.
Bolivia no está fuera de esa realidad, la diferencia es que tenemos las condiciones y la oportunidad para lograr soberanía alimentaria y desterrar el hambre. Vivimos un tiempo de vacas gordas. En esta época de bonanza económica la prioridad más importante es garantizar la producción suficiente de alimentos diversificados, el acceso a equitativo de la población para que haya buena alimentación y se erradique la subnutrición y desnutrición crónica de toda nuestra población infantil.
Sin embargo nuestro crecimiento económico no ha garantizado aun soberanía alimentaria plena. El 2005 se tenía un PIB de $us 9.500 millones y actualmente bordea los Sus 30 mil millones. A pesar que nuestra economía se triplico en nueve años todavía no se ha logrado que la distribución de la renta solucione los problemas del hambre y la desnutrición en un 20 por ciento de la población boliviana.
La inseguridad alimentaria en la población boliviana según datos oficiales ha disminuido del 32 por ciento al 20 por ciento en cinco años. Significa que aun 2 millones de bolivianos tienen problemas de acceso a la alimentación y padece hambre. A su vez, la desnutrición en Bolivia es del 16 por ciento, pese a que se ha bajado considerablemente estos índices aún hay que hacer mayores esfuerzos.
Otro problema que es el precio de los alimentos que suben de forma irracional. Según los datos de la FAO, en Bolivia desde el 2006 los alimentos han subido el 101 por ciento. A pesar de la subvención de los carburantes a los productores y comerciantes los alimentos siguen cotizándose a precios altos. Son los efectos de la especulación de los precios internacionales de los alimentos que repercuten en nuestro país. Otros factores son la inflación interna, la insuficiente producción local de alimentos y la priorización de la exportación de alimentos de los grandes agroindustriales.
Sabemos que no podemos aislarnos y romper la especulación financiera en la bolsa de valores de los precios de alimentos que controlan las transnacionales intermediarias; pero sí se puede obligar primero a producir alimentos para el mercado interno a precio justo con normativas adecuadas y control estricto de parte del Estado.
Es necesario reconocer los esfuerzos que está haciendo el gobierno en materia alimentaria pero aún es insuficiente. La aplicación del seguro agrario, créditos agrícolas, mecanización del agro, el programa mi agua, el programa un vaso de leche, la subvención de EMAPA de la harina y otros alimentos son parte de la estrategia para lograr soberanía alimentaria. Se están haciendo cosas pero no es suficiente, hace falta mucho más.
Es necesaria una política pública más contundente para lograr soberanía alimentaria a mediano plazo. Es necesario producir alimentos suficientes, diversos, ecológicos priorizando y protegiendo la producción para el consumo interno garantizando el acceso de esos alimentos a todas las familias del país, fundamentalmente a las que tienen ingresos insuficientes y a las que no tienen ingresos.
Tiene que haber pues mayor fomento a la producción, más apoyo a las familias agroecológicas para garantizar la soberanía alimentaria en el nivel local, es decir, cada región y localidad deben tener la capacidad de producir todos los alimentos suficientes y necesarios para una alimentación saludable y nutritiva. La producción local tiene que estar de acuerdo a los hábitos alimentarios y tradición cultural de la agricultura que cada biodiversidad le proporciona.
Las políticas gubernamentales deben apoyar prácticas y técnicas de producción de alimentos que no sean depredadoras de la naturaleza que no usen agro tóxicos y que no causen desequilibrios en los ecosistemas y la biodiversidad.
Ya que se habla de la agenda 2025 planteamos una meta al gobierno. Cero hambre en Bolivia. Acabar con el hambre y la desnutrición significa que ningún boliviano tenga hambre y que tenga los alimentos suficientes en la mesa todos los días.
Finalmente hay que decir que no basta producir suficiente alimentos libres de agro tóxicos, es necesario alimentarse saludablemente con productos sanos, variados y nutritivos; razón por la cual también es necesario una educación para el consumo responsable que es otra necesidad en nuestra sociedad para garantizar la salud integral de toda nuestra población.