Una definición de su escritura y militancia, en sus propias palabras: “El poeta debe ser, fundamentalmente fiel con la poesía, con la belleza. Dentro del caudal de lo bello debe sumergir el contenido que su actitud ante la vida y los hombres le imponga como gran responsabilidad de convivencia” / “Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha sólo de palabras… Hoy también puedes mejorarme, ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha del pueblo”. Ha publicado, entre otros: La ventana en el rostro (1961), El turno del ofendido (1962), Los testimonios (1964), Taberna y otros lugares (1969), Las historias prohibidas de Pulgarcito (1974), Poemas clandestinos (1975).
Como tú
Yo como tú
amo el amor,
la vida,
el dulce encanto de las cosas
el paisaje celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan,
de todos.
Y que mis venas no terminan en mí,
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.
Los burócratas
Los burócratas nadan en un mar de aburrimiento
Tempestuoso.
Desde el horror de sus bostezos son los primeros
asesinos de la ternura
terminan por enfermarse del hígado y mueren
aferrados a los teléfonos
con los ojos amarillos fijos en el reloj.
Los burócratas tienen linda letra y se compran corbatas
sufren síncopes al comprobar que sus hijas se masturban
deben al sastre acaparan los bares
leen el Reader Digest y los poemas de amor de Neruda
asisten a la ópera italiana se persignan
firman los pliegos nítidos del anticomunismo
los hunde el adulterio se suicidan sin arrogancia
tienen fe en el deporte se avergüenzan
se avergüenzan a mares
de que su padre sea un carpintero.
Sobre Nuestra Moral Poética
No confundir, somos poetas que escribimos
desde la clandestinidad en que vivimos.
No somos, pues, cómodos e impunes anonimistas:
de cara estamos contra el enemigo
y cabalgamos muy cerca de él, en al misma pista.
Y al sistema y a los hombres
que atacamos desde nuestra poesía
con nuestra vida les damos la oportunidad de
que se cobren,
día tras día.
Para un Mejor Amor
“El sexo es una categoría política” Kate Mills
Nadie discute que el sexo
es una categoría en el mundo de la pareja:
de ahí la ternura y sus ramas salvajes.
Nadie discute que el sexo
es una categoría familiar:
de ahí los hijos,
las noches en común
y los días divididos
(él, buscando el pan en la calle,
en las oficinas o en las fábricas;
ella, en la retaguardia de los oficios domésticos,
en la estrategia y en la táctica de la cocina
que permitan sobrevivir en la batalla común
siquiera hasta el final del mes).
Nadie discute que el sexo
es una categoría económica:
basta mencionar la prostitución,
las modas,
las selecciones de los diarios que sólo son para ella
o sólo son para él.
Donde empiezan los líos
Es a partir de que una mujer dice
que el sexo es una categoría política.
Porque cuando una mujer dice
que el sexo es una categoría política
puede dejar de ser en sí
para convertirse en mujer para sí,
constituir a la mujer en mujer
a partir de su humanidad
y no de su sexo,
saber que el desodorante mágico con sabor a limón
y jabón que acaricia voluptuosamente su piel
son fabricados por la misma empresa que fabrica el
napalm
saber que las labores propias del hogar
son las labores propias de la clase social a que
pertenece ese hogar,
que la diferencia de sexos
brilla mucho mejor en la profunda noche amorosa
cuando se desconocen todos esos secretos
que nos mantienen enmascarados y ajenos.