tan tenso el parche de sol
se me llenaron los ojos de agosto
vi el cuerpo del viento bailando una canción de enloquecidos colibríes
entre grietas, entre huesos, entre restos de una noche con forma de árboles
una sed espesa dormía en mi huerta
al extremo dos mujeres se estaban
una tejía su cuerpo de arcilla irradiando una tela de incontables arenas sus colores
la otra en tules de oro traslúcido era una desnudez apenas soportable
su mirada era un fuego de otro orden abierta a un sacrificio de cópula
pájaros de leche picoteaban sus pezones
fue entonces que vi las manos al centro de mi huerta
eran dos sombras húmedas raigadas
mostraban la extensión de mi cuerpo
era un silencio con hambre el origen de la semilla
era una danza de fuego el origen del agua
era un lento beberse tiempo nuestra palabra.
Valle Hermoso, Salta, luna creciente de agosto, preparando la siembra, adviento de primavera