Una de sus historias ocurrió en la pequeña hacienda de Don Benedito y doña Creusa, en la comunidad de Villa Rosario, en el municipio de Cobija, en la década del 60, antes de que yo naciera.
En una de sus andanzas, Sabino Araujo llegó al lugar de Don Benedito donde se alojó y vivió durante algún tiempo. Para ganarse el pan diario tenía que ayudar en las labores agrícolas sembrando y cosechando arroz, maíz, plátano y yuca. También cosechaba café y lo molía en el tacú para que no faltara porque era una costumbre tomar una tacita de café cada cierto tiempo durante todo el día amenizando las pláticas. También se cosechaba las hojas de tabaco y se confeccionaba el mazo con hojas prensadas envueltas con un bejuco especial; luego se raspaba con un cuchillo para confeccionar con papelito el cigarro fuerte para disfrutar el sabor y ahuyentar los mosquitos. Fumar tabaco fuerte y tomar café puro, era y es, el hábito tradicional en las pláticas y tertulias de la selva
Era un lugar donde había mucho tigre y era peligroso cazar. Como faltaba carne, Sabino Araujo se ofreció para traer carne del monte cada fin de semana, viernes o sábado. A raíz de esto nació el mito de Sabino. Cada noche que salía a cazar no llevaba armas y llegaba con un animal sin signos de violencia, sin muestra de haber sido sacrificado por arma de fuego. La explicación era que el Padre del Monte le proporcionaba los animales y en retribución llevaba alcohol y tabaco que le dejaba al pie de un gran árbol de Piquí y que era recogida por el Padre del Monte.
Durante mi infancia y mi juventud me quedé con esa historia que era corroborada por los habitantes de la hacienda de don Benedito y algunos familiares que vivían en la comunidad de Villa Rosario. Durante muchos años me quede con la duda. ¿Cómo era posible lo real de esta historia? Finalmente la explicación que encontré es que eran indígenas los que dejaban el animal al pie del árbol en agradecimiento y retribución al alcohol y tabaco que dejaba Sabino Araujo.
La explicación es posible porque tradicionalmente los indígenas domestican a los animales salvajes y los cazaban con dardos venenosos. Por otra parte, la región donde ocurrió la historia, en la zona del oeste del rio Nareuda es un gran bajo y no había asentamientos comunales; inclusive en la actualidad es poco poblado. Lógicamente los indígenas de algún grupo nómada vivieron durante algún tiempo en esa zona.
La historia del padre del Monte es fascinante porque se explica por la mitología de las creencias populares. En los ámbitos urbanos y en las comunidades campesinas existe la creencia de que existe un Padre del Monte que protege la naturaleza de la ambición de los seres humanos y que castiga a quienes dañan excesivamente la flora y la fauna.
Los hechos o fenómenos que dieron lugar a la creencia popular de la existencia del padre del monte se explica por la existencia de pueblos indígenas. Es decir, para los karayanas (los blancos o citadinos) los fenómenos no explicados se atribuye a al Padre del Monte y a la Madre Naturaleza, pero en el fondo muchos de esos fenómenos son causados por los mismos pueblos y grupos indígenas especialmente los no contactados.
La leyenda en la amazonia brasileña el “Pai do mato” habita el monte defendiendo los animales. Las pocas personas que lo vieron dicen que tiene la altura de un hombre, posee el cuerpo cubierto de pelo, sus manos como la de un mono. Acostumbra andar con grupos de taitetuces (puerco del monte) y utiliza el animal más grande para montarlo y cabalgar; emite un rugido que estruenda por todo el bosque. Es común escuchar entre las madres, refiriéndose a los hijos que tienen el pelo largo: – “Estas igual que un padre del monte”-, -“ tú quieres volverte un padre del monte”-
Por otra parte, en el ámbito interno de los pueblos indígenas, en la dimensión originaria; la creencia del Padre del Monte y de la Madre Naturaleza es real y más profundo porque conlleva una espiritualidad; en el sentido de la creencia de que la tierra, el agua, los animales, los árboles y los propios indígenas no solo tienen vida material sino que tienen espíritu y están interrelacionados entre sí y son parte de un todo.
Las ceremonias chamanicas al beber la planta sagrada de la ayahuasca durante cientos de años construyeron una sabiduría, lograron ver, en las plantas y animales, sus propiedades medicinales y terapéuticas y adoptaron los espíritus de los animales para ser más fuertes y no tener miedo. Es frecuente ver entre los indígenas pedir permiso a la madre del Agua para pescar o al padre del monte para cazar como una costumbre ancestral.