Haciendo una analogía tal vez muy burda; en nuestras sociedades basadas en el consumismo y el individualismo, ingresamos en la carretera del desarrollo y nos pasamos al carril más rápido; nos embriagamos de las nuevas tecnologías y de nuestra supuesta omnipresencia como la especie superior; y aceleramos a fondo, con un consumismo ilógico de los recursos; sin tomar en consideración que la carretera del desarrollo, aun no fue terminada.
El consumismo se caracteriza por el consumo masivo de bienes y servicios, pero para que estos servicios y bienes estén disponibles, es necesario entrar en una lógica de producción masiva y la extracción intensiva de recursos naturales.
Pero este nivel acelerado de producción no implica necesariamente que las necesidades de toda la población sean cubiertas, en la 31ª Conferencia Regional de la FAO en Panamá, el director de políticas para América Latina y el Caribe, Fernando Soto, señalaba; "El problema del hambre en América Latina no es un problema de producción de los alimentos sino del acceso a ellos, ya que en su conjunto la región produce más alimentos de los que necesita".
Aquí es donde entra en juego el otro elemento social, el individualismo que emerge del capitalismo, y con el que convivimos todos los días; donde concebimos a los alimentos como mercancía y le quitamos su función vital para el sostenimiento de nuestra sociedad. Es increíble pensar que del total de alimentos que se producen en el mundo, aproximadamente un tercio terminen en la basura; según datos de la FAO, cerca de 1 300 millones de toneladas de alimentos, se desperdician. (FAO-Global food losses and food waste). Desperdiciar los alimentos o descartarlos es práctica habitual en los supermercados de EE.UU y Europa.
Me impacto por demás, ver que en los pueblos originarios, por ejemplo, cuando un comunario tiene buena pesca o atrapó un ejemplar muy grande, lo comparte de la forma más desinteresada con su comunidad. Esta acción tan sensata de consumir los recursos solo para satisfacer las necesidades y no desperdiciarlos, es parte de la increíble visión y forma de vida de los pueblos ancestrales.
La visión de cada comunario de no sentirse solo un individuo que vela y protege sus propios intereses y sentirse parte importante e indivisible de una comunidad y determinar sus necesidades y acciones en función del bienestar colectivo, implica algo más que el calabozo de las definiciones y categorías políticas, que pretenden agruparlos dentro de concepciones extrañas o alejadas de su esencia.
El sentido de velar y proteger a todos los miembros de la comunidad es una constante de los pueblos originarios de todo nuestro planeta, y dentro de sus diferentes formas culturales, la relación de pertenecía y unidad es hasta mística, donde los intereses personales se someten a los de la comunidad. El principio sudafricano del “Ubuntu”, que señala que “Soy porque todos somos”, es también una regla vida ancestral en los pueblos de nuestro continente.
Si no empezamos a mirar en el conocimiento y sabiduría de nuestros pueblos ancestrales estamos condenados a caer en el abismo que el desarrollo materialista y consumista nos ha impuesto. Porque la extracción intensiva de recursos naturales, nos lleva a depredar y desfigurar nuestro espacio vital; y estamos cegados por conseguir estos recursos y en el proceso contaminamos y destruimos el ambiente en que vivimos, como si pudiéramos escapar de los efectos posteriores migrando a otro planeta. Atacar nuestra Amazonia que se constituye en la reserva de la biodiversidad de la humanidad, con proyectos hidrocaburíferos, que contaminaran el suelo y le quitaran su capacidad de generar vida y la transformaran en desierto, implica que no solo estamos cegados, sino que nos idiotizamos con esta idea de consumo descontrolado; el que, a corto plazo, va a terminar por consumirnos a nosotros mismos como especie y a destruir a las demás en el proceso.
Cuanta es la claridad de los pueblos originarios que ya profetizaban el final, al que nos llevará el consumismo;
“Sólo después que el ultimo árbol sea cortado,
Sólo después que el ultimo río haya sido envenenado,
Sólo después que el ultimo pez haya sido atrapado,
Sólo entonces nos daremos cuenta que no nos podemos comer el dinero”
Profecía de los Indios Cree