La película Tierra Prometida (2013) basada en la novela del mismo nombre de Dave Eggers, aún no estrenada en Argentina, es una narración sobre el fracking en Estados Unidos, donde el autor introduce a un personaje de la traición: es el defensor ambientalista del antifracking (John Krasinski, también guionista de la película) pero que en la realidad es un empleado rentado de la compañía multinacional de gas Global Crosspower, que es filtrado para anular o dificultar la lucha del pueblo contra la gasífera. Eso de los dobles agentes o de los infiltrados no puede sorprendernos a los argentinos, donde la figura del traidor es cosa común: acaba de descubrirse a un policía de inteligencia que estuvo espiando durante más de diez años a la agencia de noticias Rodolfo Walsh.
Hace pocos años, en Estados Unidos se comprobó que la ExxonMobil entre 1998 y 2005 había contratado a premios Nobel para que escribieran ensayos que “comprobaran” que las actividades petrogasíferas y carboníferas, y el uso de combustibles fósiles eran inocuas para el calentamiento global y que no participaban como los principales agentes generadores del cambio climático.
Dos casos de soborno de voluntades: ambos referidos a la compra del trabajo de personas, ya sea sobre la actividad de prensa, o la producción intelectual de premios nóbeles.
Esto todos lo sabemos y desgraciadamente lo vemos con cierta asiduidad; en el caso argentino nadie puede dudar acerca de la estrecha cercanía entre gobernantes y políticos deshonestos con los frackineros del gas y del petróleo.
Pero además de la compra del trabajo de las personas, la prestigiosa periodista canadiense Naomi Klein acaba de sacar a luz la relación entre las grandes fundaciones y asociaciones verdes estadounidenses y las transnacionales petroleras de Estados Unidos e Inglaterra. Lo hace en su artículo “¿Por qué no ahora las Agrupaciones Verdes Desinviertan en los Combustibles Fósiles?”, publicado en el semanario The Nation del 2 de mayo y traducido en el diario La Jornada de México el 5 de mayo.
Klein, muy conocida por sus libros “La Doctrina del Shock. El Ascenso del Desastre Capitalista” y “No Logo. Tomando el Poder de los Mandones de las Marcas”, descubre ahora las obscenas e íntimas relaciones entre fundaciones ambientalistas y petroleras. Ellas impresionan por la hipocresía reinante, como por los numerosos casos en que se inscriben estas actitudes corrosivas.
En el cuadro que se acompaña sintetizamos las principales conclusiones a las que llegó Klein para que se puedan conocer y ser reproducidas, como un ejemplo más de la corrupción ínsita y natural del capitalismo.
Sostiene Klein que ya es hora que las grandes asociaciones verdes se liberen de sus compromisos con las energías fósiles (los dos hidrocarburos y el carbón), y si no lo hacen se confundirán con los intereses de las petrogasíferas y carboníferas.
Para liberarse deben dejar de poseer acciones (que compran o las adquieren de otras formas) de las grandes corporaciones energéticas. Pone el ejemplo de The Nature Corservancy (TNC), que según el propio The Washington Post recibió casi 10 millones de dólares en efectivo y en inmuebles que le “donaron” las filiales de la británica BP en Estados Unidos. Descubre Naomi Klein que TNC tiene a BP, a Chevron, a ExxonMobil y Shell entre los miembros de su Consejo de Negocios. Las cuatro petroleras gozan de permisos y concesiones en Vaca Muerta: ¡con razón tanto silencio y tan poco deseo de esclarecimiento en defensa de las frackineras que operan en Neuquén!
En el cuadro acompañado se puede ver que no solo TNC tiene relaciones de contubernio con las petroleras: Wildlife Conservation Society mantiene con la Hess Oil Company (55º petrolera mundial) mientras que WRI recibe beneficios de la Fundación Shell, y la NRDC no se queda rezagada y lo hace indirectamente con fondos que poseen acciones de varias petroleras.
Klein descubre que estas organizaciones verdes disimulan su posición favorable a la contaminación diciendo que se debe atacar el cambio climático aceptando la fiesta del mercado de carbono, de otros mecanismos de compensación del carbón, del gas natural como sustituto del petróleo y otras prácticas que no hacen mella a los intereses petroleros; crearon verdaderos callejones sin salida, aprecia Naomi Klein. Entretener las acciones verdaderas con temas inferiores es el objetivo para no atacar e impedir la creación de conciencia frente “a los que minan, perforan, taladran, frackean sin límites, queman, entuban o embarcan”.
En su artículo Why aren’t Environmental Groups Divesting from Fossil Fuels? afirma rotundamente que “el dinero que los grupos verdes tienen es cosa seria. The Nature Conservancy, por ejemplo, posee 1.400 millones de dólares en títulos que cotizan en la bolsa y se presume que su chanchito contiene uno de los 100 mayores fondos de donaciones del país… y el del World Wildlibe Fund-US (WWF-US) vale 195 millones de dólares”.
También afirma que “Los puristas dirán que ningún grupo verde está limpio, debido a que prácticamente todos aceptan dinero de fundaciones construidas sobre imperios de combustibles fósiles. Buen punto. Piensen en la mayor fundación de todas: la de Bill y Melinda Gates. En diciembre de 2012 tenía al menos 958,6 millones de dólares –casi mil millones de dólares- invertidos en sólo dos petroleras gigantes: ExxonMobil y BP. La investigación sobre la malaria, enfermedad íntimamente ligada al clima. Los mosquitos y los parásitos de la malaria pueden prosperar en un clima más cálido, y cada vez hay más. ¿Tiene sentido luchar contra la malaria mientras alimentas una de las razones por las cuales puede estarse propagando con mayor ferocidad en algunas zonas?”
Lo mismo pasa con quienes no se deciden a combatir el fracking: técnica de extracción gasífera y petrolera que prolonga la vigencia de las matrices fósiles de nuestros países, mientras no nos damos cuenta que así se prorroga la era del calentamiento global. ¿Para qué decir que se lucha contra este calentamiento si no nos preocupa la imposición del fracking en nuestro interior?
Como concluye Naomi Klein, “El mensaje para los Grandes Grupos Verdes está claro: corta tus vínculos con los fósiles o conviértete en uno de ellos”. Yendo a las comparaciones, incluso la escandalosa relación corruptiva de Estados Unidos queda limitada ante el blanqueo del dinero sucio que se propone instaurar en nuestro país. Aquí también los gobernantes deshonestos ya se han convertidos en miembros de las mafias.
*Licenciado en Economía Política y abogado de la UBA. Miembro de la Mesa Nacional de Proyecto Sur.
SÍNTESIS DE LA INVESTIGACIÓN DE NAOMÍ KLEIN EN DIEZ ORGANIZACIONES AMBIENTALISTAS DE ESTADOS UNIDOS (1)
Fuente: Why Aren\’t Environmental Group Divesting from Fossil Fuels? (¿Por qué no ahora las agrupaciones verdes desinviertan en los combustibles fósiles) publicado originalmente en The Nation (2 de mayo) y luego en La Jornada de México (5 de mayo). Notas: (1) Todos los montos corresponden a dólares estadounidenses. (2) Los millones se muestran como MM. (3) 55ª petrolera mundial según Fortune. |