Felicidades Evo, porque esta es una medida histórica, que nos honra como pueblo y como sudamericanos, que enaltece a la Patria Grande, que reivindica lo que somos y lo que merecemos ser, que nos devuelve certeza, confianza y destino, y que, de una vez, había que hacerla, había que tener los huevos, y ejecutarla.
USAID, USaid, Ayuda de los Estados Unidos, es sinónimo de oprobio, de sometimiento, de mendicidad y de claudicación histórica. Es el emergente reaccionario e imperialista de los efectos contagiosos que tuvo la Revolución Cubana en nuestra continente. Es la contraparte limosnera de lo que fue la Alianza para el Progreso, como supuesto antídoto para que no se expandan las ideas libertarias de los cubanos en el resto de América. USAID es el rostro más nefasto y más perverso del imperialismo: es donde los enemigos de la humanidad, los genocidas de toda la vida, se vienen a querer hacer los buenos. Pobres idiotas: no saben, ni nunca entenderán que en toda América, florece la misma dignidad que hubo en la Cuba del 59. Nosotros somos nosotros, y no le pidas a un yanqui que nos comprenda. Nosotros, nunca necesitamos nada de ellos. Menos que nos comprendan.
Vacunitas, proyectitos, caminitos: eso fue USAID en Bolivia y en el resto del mundo. Meterle una aspirina –y cobrarla después- a los que nos estábamos muriendo con su propio cáncer, o sea ellos mismos. Porque la enfermedad más terrible que teníamos los sudamericanos, que teníamos los de este lado del mundo, son ellos, son los norteamericanos. Ellos nos enferman, ellos nos han enfermado. En la medida, como ahora, que los saquemos de nuestros países, de nuestros cuerpos, de nuestras almas, nos vamos a empezar a curar. Nos vamos a empezar a sentir nosotros mismos, y que no necesitamos para nada de ellos: no necesitamos de USAID, no necesitamos de Burger King, no necesitamos ir a Miami, no necesitamos a los USA, no necesitamos a los yanquis, a los gringos, nunca los quisimos ni nunca los vamos a querer.
Siempre nos han tratado igual: como si fuéramos sub normales y/o sus esclavos. Siempre nos han considerado su patio trasero o el lugar donde podían cagarse sobre nosotros sin rubor. Siempre se han creído mejor que nosotros. Por eso, celebro que Evo haya echado a estos infelices, a estos nefastos, a estos c….. de su madre, asesinos por naturaleza, enemigos siempre de lo que somos, de lo que fuimos, de lo que podemos ser. Escribo esto por una convicción profunda: siempre planteé lo mismo, que se vayan todos los yanquis de Bolivia, y que no vuelvan nunca más. Que se vayan todos los norteamericanos de toda Sudamérica, de toda la América Latina. No nos quieren: al menos, ahora, estamos comenzando a reconocer que tampoco los queremos. Lo único que espero, hermano presidente, es que se vayan, se vayan por donde vinieron, y se vayan también todas sus sucursales, toda la parafernalia yanqui representada también por sus ONG conservacionistas –échalos a los de CI y los de WCS, ¡échalos de una vez!-, echa también a New Tribes Mission –agencia religiosa, etnocida y de la CIA-, echa a todo lo que huela a yanqui, a gringo, a ese imperialismo que nos ha desunido, nos ha masacrado, nos ha hecho perder la vida y el tiempo ocupándonos de ellos, de sus injerencias, de su maltrato, de su falta de humanidad.
Pienso en Allende, en Roldós, en Torrijos, en el Jaime Bateman. Siento a los miles y miles de compañeros que murieron por su culpa, por culpa de su entrometerse en nuestros asuntos. Los problemas de los bolivianos los tienen que resolver los bolivianos. Nuestros problemas de desigualdad, de inequidad, de injusticia no los van a resolver nunca ellos. Es peor: su presencia, su intromisión, siempre los ha agravado. Es que, insisto, ellos son la enfermedad, y jamás, pero jamás, quisieron curarnos. Hipócritas y embusteros: váyanse de nuestras patrias y no vuelvan, no vuelvan nunca más. Quédense en Baltimore o en Nueva York: donde ya han cagado a miles de hermanos iroqueses. Algún día la van a pagar también.
“Seremos un pequeño país, pero igual merecemos respeto”- dijo el Presidente Evo, para dejar claro la línea que divide a la ignominia de la dignidad.
Somos un país pequeño pero que no sólo merecemos respeto, sino el derecho a ser nosotros mismos, como ahora, por decisión del pueblo, lo estamos viviendo y sintiendo. Chau USAID, vete de Bolivia, y no vuelvas más, no vuelvas nunca más. El pueblo, sabio, sabe que así será. Río Abajo, 1 de mayo de 2013