Enrique Mariaca: un luchador de primera línea

Estábamos ya dos años en guerra. Empezó el 32. Ya estaba yo en el sexto año, y ¡zas!, entonces llaman a los de 18 años, que eran todos mis compañeros. Como había saltado de curso tenía 17 y entonces, claro, van pues a la Guerra del Chaco todos, y yo le dije a mi padre:

-Padre, ¿cómo me voy a quedar yo solo? Mis compañeros están yendo. Yo los voy a acompañar.

-Me dijo: Tú ya eres grandecito, tienes razón. Nuestro país está en guerra y ¿cómo te voy a decir que no  vayas? Si quieres ir, ve pues. Entonces te vas alistar.

Y justo, al día siguiente de que me dice eso, lo llaman a él también. Así era la cosa de la guerra; estaban acudiendo a sus reservas máximas. Y ahí tengo una foto que nos sacamos, bonita foto; los dos de soldados.

Con ese bagaje de cosas del Ayacucho, entrar a la Guerra del Chaco era importante para convivir con la gente. Muchas veces lo hemos transmitido en documentos: que la Guerra del Chaco fue el crisol donde se generó un nuevo país. En cierto modo ahí nació una ideología nacional, no digamos nacionalista, -se ha desvirtuado ese término de los nacionalismos-, sino de que lo nacional tiene su valor y hay que luchar por esos valores que representa.

La guerra: de Malpica al cerro de Villamontes

Bien, entonces, nos alistamos  y se organizó el Departamento de Clases (1934 en septiembre). Era con gente que salía de la escuela secundaria con ciertos conocimientos básicos. Por eso incorporaron a todos los muchachos de secundaria para el destacamento de clases y nos prepararon rápidamente para poder recibir unos cañones que nos iban a llegar.

Y resulta que aparecieron unos militares chilenos apoyándonos y, justo, como jefe de nuestro batallón, un capitán Malpica. Hasta ahora me acuerdo del Capitán Malpica; un chileno. Pero estos chilenos militares -no serán todos iguales- en su fuero interno nos maltrataban; nos daban unas tareas bien duras; nos forzaban. En cierto modo, se veía su mala intención de dañarnos. Porque un militar con gente joven que va a ir a la guerra tiene que impulsarles con valores y tratarles de otra forma, y esto no era así. Llegamos a tal punto que estando en Guaqui recibiendo instrucción, entre 7 de nosotros resolvimos darle una paliza a este Capitán porque sabíamos sus costumbres los domingos, que era de franco: qué hacía, de dónde salía, dónde iba. Entonces, en la nochecita que se estaba recogiendo, lo pillamos; y le dimos una paliza al Capitán Malpica.

Bueno, el lunes, gran alboroto. Se había quejado. Exageraría, ¡qué les contaría!

Y entonces dijo el Capitán, el boliviano:

-Anoche han cometido un atropello atroz contra el Capitán Malpica; lo han maltratado, no solamente de palabra sino de obra y eso no se perdona; de modo que hemos resuelto de que ahora mismo, los causantes de este daño: ¡tres pasos al frente!-.

Como les habíamos nosotros contado a los otros compañeros, dijimos, cualquier rato nos van a querer castigar, tenemos que andar unidos. Como se sabía eso de los ´tres pasos al frente´, entonces, todos teníamos que avanzar, y así fue: -¡Tres pasos al frente los culpables!-. Todo el batallón adelante.

Otra vez dijo: -¡Esto no puede ser! ¡Ya!, por última vez, ¡tres pasos al frente! Sino, se van a la campaña, a la guerra-

Igual.

Entonces, nos quitaron los rifles y nos mandaron ya directamente hacia Tarija. Nos embarcaron. Al día siguiente llegamos a Tarija.

Bueno, Tarija era pues para mí una cosa lindísima. Por suerte, ya se iba en camión, porque antes, desde Villazón tenían que entrar a pie. Y también de Tarija a Villa Montes ya había la carretera porque en los tres años, construyeron. En ese tiempo nos dieron un descanso en Tarija de cinco días para entrar ya, al frente de batalla. Eso a fines de diciembre. Por fin de año también, ya algo nos dejaron de jeringar, pero igual estábamos sin armas, castigados.

Cuando llegamos a Villamontes, la primera sorpresa para mí y para todos eran los cerros. ¿De qué? De botellas de cerveza que se tomaban los capitanes, coroneles y demás. Eso demostraba cómo estos chupaban, ahí y en todas partes. ¡Qué barbaridad! Siquiera en la guerra debían ser moderados. ¡Así era!

Bien, llegamos a Villamontes castigados y justo, también habían llegado los cañones, y ya estábamos preparados para eso. Entonces nos separaron porque había muchos regimientos que llegaron al mismo tiempo. Revisaron nuestra instrucción y nos ubicaron en las baterías. A mí me tocó la Batería Duran 12 de Artillería. En ese momento eran obuses de 89 centímetros, y esos allá ya en la línea de combate estaban a 10 Km. de la línea del frente. Bien, entonces, en la Batería Duran nos dieron instrucción para los cañones esos y después no dieron sobre los 75 que todavía estaban por llegar.

La batalla de Villamontes

Allá, el teatro de guerra era diferente que en los años anteriores. En los años anteriores era de mucha movilidad, no había lucha de trincheras excepto digamos en Boquerón, que se atrincheraron porque eran pocos y el ataque de los pilas era tremendo y estaban desguarnecidos de todo lado, y ahí sí, hubo una especie de trincheras y eso les favoreció para defenderse muchos días, pero el resto era de mucho movimiento. Los pilas, como conocían el medio, eran pues hábiles para meterse al monte y cortarnos por ahí y cercanos. Y así es como nos fueron sacando, poco a poco, de nuestro territorio. Pero, en Villamontes, tuvo que haber otra cabeza diferente de los militares. Bilbao Rioja,  -que por lo de Bilbao está relacionado conmigo- estableció tres líneas de trincheras: un arco desde  Ibibobo al sur, un arco de 60 Km. hasta Tararí, donde los pilas también ya nos habían cortado camino a Boyuíbe, a Camiri, a Santa Cruz.

Nosotros, en la batería, teníamos 3 semanas trabajando con la pieza ¿no?, y otras 3 semanas nos íbamos de observadores. Y ¿qué es ser observador? Éramos grupos de 4 personas. Teníamos una línea telefónica, la cabina y todo lo que se necesitaba. Y la disposición en caso de emergencia, ya sea de avance o de retroceso, era que teníamos que recuperar la cabina, todo el cable, para avanzar o retroceder con todo eso. Y en la línea de combate atrincherada estaban las estacas 1, 2, 3, 4, cada 300 metros. Estaban numeradas para que desde el centro de la batería, nos comunicáramos con los puntos de observación, que eran 5:"estación número uno -por ejemplo-, vamos a disparar a la estaca 3, 400 metros". Entonces, a ojo, el observador tenía que estar arriba y de ahí, ir controlando e ir diciendo "tiro correcto" o "avancen 200 metros más" o "giren a la izquierda".  Era el observador que tenía que dar esas indicaciones para orientar el disparo.

Se construyeron 3 líneas de trincheras; la última defensa porque ya, realmente, tanto habían avanzado. Nos cortaron el camino a Boyuíbe, avanzaron por allá y tomaron Charagua también ya cerca de Camiri. Pero lo fuerte era el ataque frontal que organizaron hacia Villamontes. ¿Por qué? Porque naturalmente, rompiendo eso ahí, ya entraban a Tarija. Y también podían entrar a Sucre, pues. Y también podían avanzar con más facilidad a Santa Cruz. En fin, era el desastre. Y más que todo podían tomar esa zona petrolera que ya estaba a la vista, porque ahí a espaldas nuestras de este arco está el río Pilcomayo y la serranía de Aguarague -una serranía linda-, era nuestra defensa; el río por una parte y aquí la serranía, y aquí el arco. Entonces el 13 de marzo, ¿cómo no me voy a acordar?, los pilas concentraron 30.000 hombres, de sus mejores hombres, y atacaron en un frente de unos 10 Km y nos rompieron dos líneas. Llegaron a la tercera pero ahí el destacamento de Méndez Arcos (no coincide con la muerte de Méndez Arcos. Tal vez se formó este destacamento después de su muerte) que eran como unos 3000 hombres, ahí los contuvieron ya. De modo que esa fue la salvación. Al otro día, el 14 concentramos toda la artillería que teníamos porque allá, en esa trinchera estaban estacadas las posiciones de modo que los tiros se arreglaban, se decía "estaca 10 -por ejemplo-, dispare calculando unos 300 o 500 mts su objetivo".

Entonces toda esa artillería, con todos estos procedimientos, se concentró ahí. Eran unas 15 baterías. Cañones, eran como 150 y con eso les bombardeamos un día y medio y, luego, ya, el avance, porque a los pilas que estaban en el campo descubierto -es pues fregado-, se los cocinó en cierto modo, y se les rompió el frente y se los derrotó en dos días, 14 y 15 de marzo. Y ya estaban en retroceso, y nosotros en avance. Y a nosotros con la batería nos tocó irnos hacia el norte a romper el bloqueo que teníamos en Tarairí y recuperamos Tarairí también, el 16. Por esas acciones de guerra, a mi me ascendieron a cabo primero y después a sargento. Ahora soy sargento de artillería y con ese grado ya me retiraron. Pero, lo principal es que rompimos el bloqueo en  Tarairí, y ya avanzamos por el camino pues; y la infantería también. De modo que ya se hizo contacto con nuestras fuerzas más allá, porque los pilas, al saber del desastre de Villamontes, comenzaron a replegarse de Charagua porque ya estaban en mala situación.

Lo grave es que ese momento tan importante de victoria no se consolidó con la recuperación de todo lo que llevaron a cabo los pilas, porque los pilas andaban mal; prácticamente ya no tenían nuevas fuerzas y no tenían los elementos para continuar una guerra con suficiente armamento, municiones, cañones, todo eso. Ya se había hecho la contraofensiva donde estaba comprometida la división de Toro que estaba en Picuibá y que tenía que avanzar al mismo tiempo que las otras para ir retomando posiciones. Pero, este Toro, un borracho, se embriagó y se olvidó y no cooperó en esa acción de contrataque y por eso no pudimos avanzar y recuperar pues. Y ya, como los pilas estaban tan mal, negociaron con los argentinos el cese de hostilidades. Ya vino el 14 de junio, a los 3 meses, el alto al fuego.

Entonces, se determinó el alto al fuego del 14 de junio de 1935. La orden era disparar con todo lo que teníamos, media hora antes de las 12 del día. Y así fue: en artillería, fusilería, ametralladoras, morteros, -fue tremendo, disparamos todo. Llegó las 12 y, ya; salieron los cornetas tocando el alto el fuego; fin de las hostilidades.

Y, entonces, fue emocionante; cómo, instintivamente, todos dejamos nuestras armas. Y salimos ahí, a mirar. Y de allá, también, los pilas. Nos levantamos y corrimos, -y ellos también- y nos abrazamos, y muchos se pusieron a llorar ¿no?; porque era emocionante. Y ¿cómo? Uno no entiende. Si estaba hace ratito, disparando a matar, de repente cambian las cosas. Es que esa guerra, se ve que era una guerra forzada, inútil, estúpida, ¿no?, entre pueblos hermanos. Y eso fue un ejemplo para los paraguayos y para nosotros.

Hicimos intercambio de cosas. Desde luego nosotros estábamos bien dotados también, por ejemplo, me llegaban hasta chocolates. Yo les regalé unos chocolates, unas galletas ricas que me habían mandado, y los pilas no tenían más que unas galletas durísimas, y la gente, muchos, no tenían ni zapatos. Ahí realmente, nos dimos cuenta que ellos estaban en una situación desesperada, última, pero así y todo pues nos arrebataron una extensión bárbara de territorio.

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Fobomade

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