La decisión de la FAO de declarar 2013 como el Año Internacional de la Quinua, nos lleva a varias reflexiones.

• Conviene insistir en lo que afirma la FAO: «La riqueza de la quinua no reside solo en los granos de sus coloridas panojas, sino también en el conocimiento acumulado por los pueblos andinos que ha permitido preservar sus diversas variedades, mejorar su rendimiento y desarrollar una gastronomía en torno a este grano. El grano fue cuidadosamente resguardado por estos pueblos y hoy es un legado inestimable para la humanidad debido a sus características únicas»1.

• Fue el gobierno boliviano el que tomó la iniciativa ante la FAO. El Perú, junto con otros países, la respaldó. ¿Por qué no tuvimos nosotros la iniciativa? Pareciera que en el Perú sólo tenemos ojos para las agroexportaciones costeñas, que en ningún caso incluyen productos nativos. Los productos serranos y amazónicos tienen el mismo escaso prestigio social que, lamentablemente, tienen sus productores en el país… hasta que desde afuera nos llaman la atención.

• Ahora que todos son «quinuófilos», sería interesante tener información sobre: a) en los últimos cinco años, ¿cuánto ha sido el número y el monto de créditos entregados a los campesinos productores de quinua?; b) ¿cuánto ha invertido el Estado, en sus distintos niveles, y el sector privado en investigación sobre la quinua?; c) ¿cuántos programas de capacitación y extensión técnica se han hecho en beneficio de los productores de quinua y a cuántos productores han incluido? (se afirma que hay alrededor de 70 mil productores); d) con relación a todos los alimentos que son distribuidos en los diferentes programas de asistencia alimentaria, ¿qué porcentaje ocupa la quinua?; e) ¿qué porcentaje de los campesinos productores de quinua son pobres? (la mayoría son minifundistas); y f) ante la elevación de los precios de la quinua, ¿cuántos campesinos productores de quinua han empeorado su dieta alimentaria al dejar de consumirla y reemplazarla por otros alimentos más baratos?

• ¿Qué pasará ahora que es casi seguro que el mercado nacional e internacional de la quinua crezca y que despierte el instinto de los inversionistas? Se nos ocurren dos escenarios. El primero, que se diseñe y ejecute una política de amplio, decidido y continuado apoyo a los campesinos productores de quinua para que mejoren las semillas, reciban la capacitación que sea requerida, accedan a los servicios financieros y no financieros necesarios, y puedan comercializar exitosamente su producción tanto en el mercado interno como en el externo. Los resultados serían mejor nutrición y menor pobreza. El segundo, que la inversión privada extrarregional (costeña o extranjera) «capture» la producción de la quinua, convierta a los campesinos en proveedores baratos, «expropie» sus conocimientos acumulados —que la FAO resalta— y exporte toda la producción que sea posible. En esta opción, el probable resultado sería peor nutrición y estancamiento de la pobreza de los productores campesinos. ¿Por cuál de los dos escenarios optará el gobierno? Aún no lo sabemos.

Cuanto menos intervenga el Estado, más cancha libre tendrán los inversionistas extrarregionales. Por eso, debemos destacar lo que anunció la primera dama, Nadine Heredia, en Nueva York, ante las Naciones Unidas: «Me comprometo en este esfuerzo por promover el acceso de la población a alimentos nutritivos, y a la difusión de la quinua como una opción viable y efectiva para combatir el hambre y la desnutrición». Estaremos atentos al cumplimiento de su compromiso.

 

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