México un crimen contra el maíz campesino e indígena
En México, el anuncio de una eventual apertura a los transgénicos fue calificada como un crimen contra el maíz campesino e indígena y contra la humanidad.
Un pronunciamiento de La Vía Campesina del 20 de noviembre de 2012, alerta que las transnacionales Monsanto, DuPont y Dow esperan una respuesta positiva del gobierno mexicano para sembrar 2.4 millones de hectáreas de maíz transgénico en México .
Asegura que “La situación es muy preocupante, ya que el gobierno de México favorece a las transnacionales a costo del bienestar de los campesinos y de nuestra salud”, y porque “pone en peligro nuestra soberanía alimentaria al abrir la agricultura al comercio libre, inundándonos de maíz barato de mala calidad, y dejando a miles de campesinos en la pobreza. Ahora, buscan envenenarnos con maíz transgénico. No lo vamos a permitir.”
Según la denuncia, en México se pretende sembrar la misma variedad de maíz transgénico conocida como “NK 60” y que según estudios publicados recientemente en Francia podría presentar graves daños a la salud.
Según el pronunciamiento, “Todas las plantas transgénicas contaminan los cultivos campesinos a través de genes patentados por las multinacionales, y de esta forma impiden que los campesinos utilicen sus propias semillas”, por lo que se alienta a las organizaciones y a la ciudadanía a realizar acciones en sus países para demostrar la grave irresponsabilidad del gobierno Mexicano.
“Las semillas criollas son un tesoro de los pueblos campesinos e indígenas. Son las únicas semillas que alimentan al mundo de forma sana y sin necesidad de agrotóxicos. Son las únicas cuya diversidad las hace capaces de adaptarse al cambio climático. No podemos tolerar perder estas semillas de maíz al ser contaminadas por transgénicos”.
Transgénicos en Paraguay: el golpe final del gobierno
Al iniciar noviembre 2012, el gobierno de Paraguay liberó ilegalmente cuatro variedades de maíz transgénico, desoyendo las voces de protesta que también se pronunciaron ante anteriores determinaciones que decretaron la liberación del algodón transgénico; la derogación de los procedimientos para la evaluación de estos eventos; y la eliminación ilegal de la obligatoriedad de la licencia ambiental para la liberación de transgénicos, entre otras.
Diversas organizaciones indígenas, campesinas y de la sociedad civil, se han pronunciado ante lo que consideran “la inminente destrucción de nuestras semillas que constituyen nuestro invalorable patrimonio genético”, denunciando además “la criminal decisión de imponernos el maíz transgénico lo que representará el fin de la existencia de los maíces tradicionales del Paraguay, pues, desde el momento en que éstos se contaminen con los transgenes patentados, las empresas propietarias reclamarán su propiedad e impedirán el acceso a los agricultores a sus variedades tradicionales, salvo pago de derechos de uso”.
Recuerdan que en una reciente feria de semillas desarrollada entre el 16 y el 18 de setiembre pasado, productores y fitomejoradores campesinos e indígenas de todo el país, acercaron muestras de más de 40 variedades locales de maíz constatándose que los mismos hasta ahora no se encuentran contaminados con transgenes, lo que muestra que los esfuerzos de los productores campesinos para proteger sus variedades tradicionales, han resultado óptimos.
Las organizaciones campesinas e indígenas abajo firmantes aseguran que “Este acto adicional de traición a la Patria, que socava nuestra soberanía, no tiene parangón y es superior a cualquier acto ‘terrorista’ que se haya cometido en nuestro país”.
Ecuador: una llamada de atención al presidente Correa
A finales de septiembre, el presidente del Ecuador, Rafael Correa, alarmó con declaraciones públicas respecto a la necesidad de abrir ese país a las semillas transgénicas.
De inmediato las organizaciones indígenas, campesinas y de la sociedad civil, le recordaron que en el Artículo 401de la nueva Constitución de la República del Ecuador, “Se declara al Ecuador libre de cultivos y semillas transgénicas”, y se garantiza la soberanía alimentaria como “un objetivo estratégico y una obligación del Estado para garantizar que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, alcancen la autosuficiencia de alimentos sanos y culturalmente apropiados de forma permanente”, por lo que los cultivos transgénicos son incompatibles con este mandato constitucional y el derecho que se otorga a la naturaleza.
Además de denunciar los efectos negativos del uso de trangénicos y el atentado a la soberanía alimentaria, reclaman a Correa por haber calificado de error una decisión soberana y por llamar a eliminar un acuerdo refrendado por el pueblo ecuatoriano de manera democrática y por casi dos tercios de la población.
Aunque las organizaciones campesinas e indígenas, advierten al primer mandatario ecuatoriano que no eluden el debate, le recuerdan que “para asegurar la convivencia digna, pacífica y democrática respetar los acuerdos tomados por la voluntad del pueblo Ecuatoriano”.
“Nuestras organizaciones han debatido en base a la experiencia en diversos lugares del mundo y hemos concluido de manera fehaciente que los cultivos transgénicos sólo provocan destrucción y despojo, llevan a la concentración de la tierra y la riqueza, envenenan nuestras familias, nuestros animales, nuestros cultivos y la vida en torno nuestro, destruyen las fuentes de trabajo y nos expulsan de la tierra”, sostienen en una Carta Abierta dirigida a Rafael Correa.
Le expresan también que “Nos sorprende que Ud. asevere que los cultivos transgénicos pueden cuadruplicar la producción. Los antecedentes por nosotros conocidos, incluidos estudios científicos universitarios, indican que las variedades transgénicas son de hecho menos productivas que las mismas variedades sin la transgenie, y que ello se explica por mecanismos fisiológicos bien conocidos. Sería de gran utilidad, para informar mejor el debate, si Ud. pudiera informarnos de las fuentes que aseveran que los cultivos transgénicos podrían cuadruplicar la producción”.
Afirman que “Si Ecuador desea solucionar el problema de la alimentación, la solución está en proteger, fortalecer y expandir la agricultura campesina y hacer efectivo el mandato constitucional de la Soberanía Alimentaria”.
Brasil: en el ojo del huracán transgénico
El Movimiento de Pequeños Agricultores de Brasil (MPA-Vía Campesina) ha logrado construir una planta de mejora de semillas (UBS, según su sigla en portugués) en la región del extremo oeste del estado de Santa Catarina.
Las semillas como patrimonio de los campesinos y campesinas al servicio de la humanidad son el centro del trabajo del MPA en esta región sur de Brasil, la cual ha sido invadida por cultivos transgénicos de maíz y soja entre otros.
Unas 55 familias campesinas operan como guardianes de las variedades criollas para que otras mil se encarguen de su multiplicación mediante prácticas agroecológicas y son cada vez más los productores que se acercan al movimiento en busca de poder acceder a semillas criollas o bien poder multiplicarlas, frente al creciente encarecimiento de las mismas en el mercado y los malos resultados que han arrojado para los campesinos familiares.
Para algunos campesinos, el hecho de que sean variedades criollas representa otros significados, no solamente se trata de renta sino algo más profundo, como queda demostrado en los predios campesinos de las cercanías de la UBS, donde se percibe una clara conciencia por parte de las familias de que sembrar sus semillas les confiere más libertad, más resistencia a la variabilidad climática y más orgullo y autoestima personales.
La región donde funciona desde hace tres años la UBS fue de monocultivo tabacalero, como lo es en la actualidad la zona cercana a Santa Cruz, en Rio Grande do Sul, donde el MPA cuenta con un centro de formación y producción desde el cual se promueve la diversificación productiva, alimentaria y agroenergética, enfrentándose así duramente a las transnacionales que mantienen sometidos a los tabacaleros.
Chile: Semillas Campesinas en Resistencia
En Chile, las amenazas a la agricultura campesina y las semillas criollas y nativas tienen larga data, y se remontan a la adhesión de Chile a UPOV 91, referida a la última Acta Modificatoria de la Unión Internacional de Protección para las Obtenciones Vegetales (UPOV), que data del 19 de Marzo de 1991 y que responde a lo delineado por la OMC para otorgar mayores garantías y ganancias a las empresas multinacionales de las semillas.
Posteriormente, Chile adhirió al Convenio UPOV 78 en el año 1996. Con ello, entregó a las empresas semilleras un conjunto de privilegios y limitó severamente el derecho de las y los agricultores a reproducir las semillas. Desde entonces, la disponibilidad de variedades vegetales chilenas ha disminuido y ha pasado a ser un país más y más dependiente de variedades y empresas extranjeras. De ahí en más, no han cesado las iniciativas legales para permitir la privatización de todo tipo de semillas, incluidas las semillas campesinas y de plantas silvestres.
Estas leyes hoy son resistidas por el movimiento campesino que ha convocado a impulsar un proceso de oposición social amplio que impida que tales leyes se hagan realidad.
En su convocatoria, declaran que “Las y los campesinos no deseamos privatizar nuestras semillas y no aceptamos que se privatice semilla alguna. Las semillas son un producto colectivo, social, cultural, histórico y en permanente evolución. El trabajo de mejoramiento que han hecho las empresas semilleras es insignificante en comparación al que hemos hecho los pueblos originarios y campesinos del mundo entero desde hace más de diez mil años. Ha sido nuestro trabajo de mejoramiento el que hizo posible la agricultura y el que ha producido la inmensa diversidad que hoy sustenta nuestra alimentación. Sin nuestras semillas, ni Monsanto ni Von Baer, ni el INIA, ni ninguna otra empresa hubiesen podido producir semilla alguna así como tampoco podrían producir en el futuro”.
Reclaman su derecho histórico y presente a seguir reproduciendo y cuidando las semillas sin condicionamiento alguno y reiteran que “Las Semillas Campesinas son un Patrimonio de nuestros Pueblos Indígenas y Campesinos quienes históricamente las han puesto al servicio de la Humanidad para alimentar los pueblos y no para lucrar a los grandes monopolios Nacionales o Transnacionales de las Semillas”.
Costa Rica: Alerta transgénica
A principios de noviembre, se informó que la Comisión Nacional de Bioseguridad evalúa una solicitud para sembrar 4 maíces transgénicos en la región de Guanacaste, en Costa Rica
El rechazo desde los movimientos campesinos y de la sociedad civil no se dejó esperar. Las organizaciones integradas a la Campaña por la Soberanía Alimentaria Nacional en Costa Rica emitieron un comunicado, alertando sobre el peligro de la introducción del maíz transgénico.
El pronunciamiento de “agricultores de todo el país, que hemos sembrado la tierra, sabemos lo que significa cultivar con nuestras propias semillas. Creemos en el fruto de la tierra, del trabajo tesonero y arduo para dar a Costa Rica los alimentos que se lleva a la mesa familiar”, alerta sobre el peligro de aprobar la solicitud para sembrar 4 variedades de maíz transgénico que “podría traer riesgos de contaminación genética sobre variedades locales de maíz y riesgos para la salud humana”.
Recuerdan que Guanacaste, es centro de origen y de diversidad de maíces ancestrales, y que es inminente el peligro de que “los transgénicos tarde o temprano contaminarían con sus genes patentados este invaluable legado del agro cultural costarricense”.