Chaparina: la memoria sigue intacta

La retardación de la justicia, el despotismo de los gobernantes, la diplomacia que protege a los responsables, no han logrado borrar la violencia y la represión con la que se intentó  someter  la humanidad y la dignidad de 1.500 indígenas –niños/as, mujeres, jóvenes, ancianos y hombres– emboscados en Chaparina tras 66 días de caminata.

Chaparina fue violencia, impotencia, tristeza, y vergüenza, mucha vergüenza. Pero también fue solidaridad, conciencia, repudio  y fortaleza, mucha fortaleza.  

Chaparina es el símbolo de la resistencia, de la dignidad, de la defensa del territorio, del retorno a la Loma Santa.  Pero también es la manifestación de la injusticia,  de la impunidad, de la prepotencia del poder, de la conculcación de derechos.

Mujeres maniatadas y amordazadas; niños asustados, traumatizados, apartados de sus madres, perdidos; hombres correteados, golpeados, arrastrados; mujeres embarazadas  violentadas; ancianos ultrajados; indígenas capturados y conducidos a destinos desconocidos… una movilización pacífica interrumpida a punta de represión, no logró aplacar la protesta social, el reclamo por el derecho al territorio, por la dignidad y por la vida.

A un año de impunidad, de violencia contra niños y niñas, jóvenes y mujeres, ancianos y hombres de las tierras bajas, de  represión con premeditación y alevosía, las víctimas cuestionan al Estado Plurinacional, reclaman por las heridas que aún no cicatrizan, por los golpes que todavía duelen, por la discriminación que continúa excluyendo, por los agravios que siguen ofendiendo, por la justicia silenciada.

El 25 de septiembre ha desnudado al Estado Plurinacional,  ha mostrado que el aparato represor está intacto, que los derechos humanos se siguen violando, que la justicia aún encubre a los represores.

Pero también ha afirmado la esperanza, la fortaleza, la solidaridad, la resistencia.  Muy a pesar de los autores materiales e intelectuales de Chaparina los pueblos indígenas no se rinden, enseñan dignidad, defienden el territorio.

La deuda histórica con los pueblos indígenas aún está pendiente, los derechos humanos siguen reclamando acatamiento, la democracia todavía demanda equidad.

Porque el destino de Bolivia es libertad, soberanía y  democracia, y porque los indígenas son esencia, patrimonio, diversidad, orgullo… ni perdón, ni olvido. La impunidad y el agravio no se pueden guardar en una valija diplomática, como tampoco  la injusticia puede ser eterna. 

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Fobomade

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