Vladimir Orság*
La quinua, es casi el único cultivo que se adapta a las características ambientales de una de las regiones más secas del país. El grano de oro, crece en medio de un clima adverso –escasas precipitaciones, heladas, sequías–, se nutre de suelos muy susceptibles a la erosión hídrica y eólica y con baja fertilidad natural, pero tiene un alto valor nutricional por su contenido de proteínas y aminoácidos, por encima de otros cereales como el trigo y el arroz.
Por sus particulares propiedades, se ha incrementado la demanda de este producto en el mercado internacional a precios muy atractivos para los productores.
Antes del boom internacional de la quinua, su cultivo se realizaba casi exclusivamente en los suelos de ladera y piedemonte de las colinas y serranías, bajo un sistema de producción tradicional –en mantas, con rotación de cultivos y suelos, uso de estiércol y otros– que evitaba el deterioro de las tierras y el medio ambiente en general. La cría de ganado –camélidos, ovinos y otros– era otra de las actividades importantes en la región, porque garantizaba la producción de estiércol, fundamental para la fertilidad de los suelos agrícolas. Este fertilizante orgánico que se utilizaba para la siembra, era colocado en cantidades adecuadas en hoyos preparados sin remover el resto del terreno, lo que permitía una mayor retención de agua localizada para el cultivo y una interacción adecuada durante la mineralización de la materia orgánica con los microrganismos y la parte mineral del suelo. Estas condiciones particulares generadas en los huecos, facilitaba la liberación de nutrientes (nitrógeno, fósforo, calcio, magnesio, azufre y otros) para el cultivo de quinua y su adecuado desarrollo.
En la actualidad, ante la alta demanda mundial de este alimento, las prácticas tradicionales han sido virtualmente abandonadas y la frontera agrícola se está ampliando de manera acelerada en las zonas planas (praderas de tholares y otros), copando los espacios destinados a la ganadería que siempre fue una actividad complementaria para la agricultura. Grandes extensiones de tierra son habilitadas con tractores y arado de discos, se cultiva de manera continua (monocultivo) y, no se respetan los periodos de descanso. Este manejo, está provocando la pulverización y erosión de suelos, una mayor mineralización y pérdida acelerada de la materia orgánica, una mayor incidencia de plagas y enfermedades en los cultivos y, por último, la disminución de la fertilidad y productividad de los suelos.
A lo anterior, se suma que en algunos sectores se cosecha arrancando la planta desde la raíz y utilizando los rastrojos para otros fines (lejía, forraje, etc.), lo que provoca que la cantidad de residuos orgánicos dejados en el suelo sean cada vez más escasos. Como los rastrojos del cultivo no quedan sobre la superficie, luego de la cosecha y después del barbechado, los suelos quedan desprotegidos durante los meses de la época seca del año y pierden la humedad residual, lo que incide sobre la actividad microbiana y la mineralización de los restos orgánicos y favorece el arrastre de suelos por la acción de los agentes de la erosión.
Ante las evidencias del deterioro que están sufriendo los recursos suelo, agua y cobertura vegetal en esta región por la masificación del cultivo de quinua, y ante la existencia de propuestas para su intensificación, a mediano y largo plazo su producción puede ser insostenible.
De acuerdo a los estudios del PIEB (Orsag, et. Al. 2010), en tres zonas: Santuario de Quillacas, Bengal Vinto (Pampa Aullagas) e Irpani (Salinas de Garci Mendoza), FAUTAPO (2008) y otros autores, los suelos de esta región en general son de textura gruesa (contenidos de arena por encima de los 70%) y grava (>30%, especialmente en el subsuelo). Debido a estas características, tienen una baja capacidad de retención de agua y nutrientes. Asimismo, por el predominio de arena en los suelos y bajos contenidos de materia orgánica, estos no forman agregados estables o presentan un grado de estructuración débil o nula, situación que favorece su alta susceptibilidad a la erosión eólica e hídrica, principalmente bajo una remoción excesiva (uso de maquinaria agrícola.
Problemas y propuesta para la validación de prácticas potenciales para la producción sostenible de quinua en el Intersalar
De acuerdo a los resultados del presente estudio (1ra Fase) y otros autores (FAUTAPO 2008, Inda 2010), entre los principales problemas que presentan los suelos del Intersalar y su manejo para una producción agrícola sostenible tenemos:
– La baja fertilidad natural de los suelos
Esto se debe principalmente a la mineralogía que presentan sus suelos y a un perfil donde predomina la fracción gruesa (arena) sobre el limo y arcilla, situación que impide retener suficiente cantidad de agua y nutrientes para las plantas.
Según Swift y Woomer (1991), la materia orgánica (MO) ha sido considerada tradicionalmente como uno de los factores fundamentales de la fertilidad de los suelos debido a que es el reservorio de alrededor del 95 % del nitrógeno edáfico importante para el crecimiento de las plantas y otros, y uno de los problemas centrales de los suelos del intersalar, son los bajos niveles de materia orgánica. El contenido de la MO influye favorablemente sobre algunas propiedades físicas tales como la estructuración y la estabilidad de sus agregados, la porosidad del suelo, almacenamiento y movilidad del agua y aire, y su temperatura. Asimismo, influye en algunas propiedades químicas como la capacidad de Intercambio Cationico (CIC), poder tampón. También favorece la actividad microbiana y la disminución de la susceptibilidad del suelo a la erosión (menor erodabilidad). Si bien estos suelos son de baja fertilidad natural, la quinua real se desarrolla muy bien en estas zonas.
– Manejo inadecuado de los suelos y cultivo.
Entre los factores que también están incidiendo en el deterioro de la fertilidad del recurso suelo y la sostenibilidad de la producción agrícola se destacan:
– Monocultivo
Es de conocimiento general que en la mayoría de las zonas quinueras del Altiplano Sur, se está sembrando de manera casi continua en la misma parcela (con intervalos de un año de descanso, especialmente en Bengal Vinto e Irpani), situación que puede afectar de gran manera la fertilidad de suelos, provocar una mayor incidencia de plagas y enfermedades y otros. Diferentes estudios de investigación llevados a cabo en varios países, han demostrado que la siembra de un cultivo de manera continua en un mismo terreno (monocultivo), provoca su deterioro paulatino (degradación de sus propiedades físicas, químicas y biológicas), con la consiguiente pérdida de su capacidad productiva y la disminución de los rendimientos (Orsag, 1984).
– Disminución de los periodos de descanso
La siembra de quinua en la misma parcela casi de manera continua, está produciendo que los periodos de descanso se reduzcan sustancialmente, de 5 o más años, a uno o dos. De la misma manera, en la actualidad la siembra en el sistema de mantas (práctica tradicional de las comunidades) está sufriendo una reducción marcada de los periodos de descanso, debido a que ya no disponen de varias mantas (4 o más), para rotarlas, luego de su cultivo.
Considerando la alta fragilidad y baja fertilidad de los suelos del Altiplano Sur y el clima extremo de la región, el periodo de descanso practicado de manera tradicional en los sistemas de producción agrícola (5 años o más), permitía de alguna manera restablecer algunas propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos y por consiguiente su fertilidad natural (Orsag, 1984, Herve, Didien y Riviere, 1994).
En ese sentido, la disminución de los periodos de descanso, constituyen otra de las causas para el deterioro del recurso suelo y, por tanto, complican su manejo sostenible.
– Mecanización agrícola
Debido a la alta demanda que existe en el mercado internacional por este grano y a sus precios interesantes, en los últimos años se ha intensificado su cultivo en el Altiplano Sur, con ayuda de maquinaria agrícola (tractores) y sus implementos como el arado de discos. Considerando la alta fragilidad que presentan estos suelos, a lo que se suma el uso inadecuado y excesivo de la maquinaria agrícola, existe una incidencia marcada sobre el deterioro de este recurso natural a nivel de sus propiedades físicas, químicas y biológicas y por lo tanto sobre su productividad.
Según Denker (1961), el laboreo convencional del suelo, facilita las labores agrícolas, ayuda a mullir y mezclar el terreno, para que todos los elementos nutritivos naturales o incorporados, se puedan distribuir homogéneamente por todo la capa arable. También mejora su estructura, favorece la aireación del suelo compacto y duro, con el fin de que se pueda humedecer y almacenar agua más fácilmente y otros. Sin embargo, según diferentes reportes a nivel mundial, la labranza convencional (con maquinaria agrícola) de suelos muy frágiles en zonas secas como el Altiplano Sur, tiene serias consecuencias negativas sobre las propiedades del suelo y por consiguiente sobre su fertilidad. Bajo el laboreo continuo, se presenta la pérdida paulatina de su estructura, pulverización y compactación; disminución del drenaje interno, la oxigenación y la materia orgánica. Por otro lado, la reducción de la tasa de infiltración del agua, el incremento de la erosión y el menor desarrollo radicular provoca la disminución de los rendimientos. Como la materia orgánica, es fundamental para la fertilidad de los suelos del Altiplano Sur, el laboreo continuo del suelo favorece de gran manera su perdida por mineralización.
– Ampliación de la frontera agrícola
Otro factor, que está relacionado al deterioro del recurso suelo en el Altiplano Sur, es la ampliación de la frontera agrícola con ayuda de maquinaria, lo que está permitiendo que se habiliten grandes extensiones, sin respetar el tipo de suelos, su aptitud y sin recurrir a prácticas adecuadas complementarias para aminorar el efecto de los vientos (como cortinas rompe vientos y otros). En estas zonas planas a casi planas del Intersalar, según QUINAGUA, 2009, los vientos alcanzan en invierno, velocidades que superan los 16 Km h-1, los que provocan el arrastre y perdida de suelos por erosión eólica. En el Intersalar, las tormentas de tierra, son cada vez mayores y son indicadores de la desertificación que está sufriendo la zona, la misma que no solo está afectando al medio ambiente en general y a sus recursos naturales, sino también a sus pobladores.
Asimismo, la ampliación de la frontera agrícola, está provocando una alteración de los ecosistemas y un desequilibrio entre las áreas dedicadas al cultivo y la ganadería, debido a la disminución de las praderas nativas y lógicamente de las actividades pecuarias y producción del estiércol. Esta situación, incide sobre las menores cantidades de estiércol aplicadas al suelo y de manera más dispersa en el tiempo.
Estrategias para Impulsar Prácticas y Alternativas para la Producción Sostenible de Quinua
Si bien diferentes instituciones ONGs, Universidades, Fundaciones y otras, están trabajando en el Altiplano Sur con el objeto de buscar alternativas para el cultivo sostenible de la quinua, como el manejo de la fertilidad de los suelos, plagas y enfermedades, barreras vivas y otros, se ha evidenciado que en su mayoría, las propuestas que se recomiendan son muy puntuales. En muchos casos, las prácticas de manejo propuestas son aisladas e individuales y no atacan de manera integral los problemas y los factores arriba mencionados. Asimismo, varios trabajos de investigación y ensayos realizados, no han sido validados en tiempos adecuados y con la suficiente rigurosidad; no se ha hecho un seguimiento a mediano plazo de las prácticas aplicadas y su adopción espontanea por los productores.
Según Orsag (2000), la mayoría de las prácticas de manejo y conservación de suelos que se utiliza a nivel general, no son lo suficientemente efectivas para atacar la problemática de la baja fertilidad de los suelos y su degradación, por las características propias que tiene cada práctica. Por lo tanto, se recomienda combinar (en las parcelas y predio familiar y comunal) una serie de prácticas agronómicas, mecánicas y biológicas, sin olvidar del manejo espacial del territorio (comunitario o del municipio) de acuerdo a la aptitud de sus suelos.
Asimismo, considerando que gran parte de la economía de los pobladores gira alrededor de la producción de este cultivo, es muy riesgoso apostar solo a la quinua, debido a que los cambios climáticos que se están presentando en esta última década con mayor intensidad y frecuencia, están provocando pérdidas en la producción en grandes superficies, lo que puede afectar seriamente la economía de los productores. Ante esta situación, sería importante diversificar las actividades económicas de los productores y de los municipios.
Como en el área trabajan varias instituciones públicas y privadas, existen diferentes criterios y estrategias para buscar soluciones a la problemática de la producción de quinua. Sin embargo, no existe la coordinación y la continuidad necesarias, que permitan encontrar respuestas sólidas a los múltiples problemas de las zonas quinueras, poniendo en riesgo la sostenibilidad de la producción de quinua a mediano y largo plazo. En ese sentido, es importante la creación y presencia de un ente responsable de la investigación y manejo racional de los recursos naturales.
En base a los resultados obtenidos en la primera fase de este trabajo y a los resultados de otras instituciones, se considera que para lograr una producción sostenible del cultivo de quinua se deberían realizar las siguientes acciones considerando como base los principios que se utilizan en otras zonas frágiles y secas del mundo:
Remoción mínima del suelo, actualmente la labranza convencional con maquinaria agrícola para el cultivo de la quinua permite una alteración marcada del suelo y un incremento de su susceptibilidad a la erosión por acción de viento y agua.
Mantener los suelos cubiertos con coberturas vegetales, puesto que luego de la cosecha de la quinua y barbechado, quedan desprotegidos durante varios meses del año y expuestos a la acción de los agentes de la erosión
Rotación de cultivos, pues si bien las condiciones climáticas y edáficas son extremas para otros cultivos, es necesario trabajar en esta práctica para mantener o mejorar la fertilidad y evitar la incidencia de plagas y enfermedades que se produce con el mono cultivo.
Como se advierte, se debe trabajar en varios frentes de manera paralela, especialmente en el manejo de la fertilidad del suelo a nivel parcelario y predial con ayuda de diferentes prácticas agronómicas, mecánicas y biológicas combinadas entre sí. Sin embargo, como no existe la suficiente cantidad de prácticas que hayan sido validadas para estas condiciones extremas a nivel de suelo, clima y condiciones socioeconómicas con la suficiente rigurosidad, es necesario e imperante realizar una serie de investigaciones científicas continuas para validar las practicas potenciales que se han preseleccionado en este trabajo y que en algunos casos coinciden con las que han estado siendo difundidas por algunas instituciones.
Por otro lado, debido a la pérdida de las prácticas tradicionales y del manejo integral del espacio, es importante apoyar la realización del ordenamiento territorial del espacio geográfico de las comunidades o municipios, con el objeto de conocer sus potencialidades y limitaciones. En ese sentido, es imprescindible llevar a cabo el ordenamiento territorial a nivel comunal o cantonal u otros (González y Miranda, 2003), mediante el cual una comunidad decide en base a las características territoriales (físicas, químicas y biológicas), limitaciones y potencialidades, expectativas y el uso adecuado de cada espacio de su territorio.
Asimismo, se debe fortalecer a las organizaciones originales, promover su capacitación y concientización para incentivar su participación en la búsqueda de soluciones conjuntas. Es también importante que las iniciativas y propuestas para una producción sostenible de quinua, consideren retomar y vigorizar los principios comunitarios que tradicionalmente han permitido el manejo y resguardo de los recursos naturales.
Para buscar soluciones a los problemas mencionados a través de investigaciones básicas y aplicadas, es primordial consolidar el Centro Nacional de la Quinua en Salinas de Garci Mendoza, creado por iniciativa de la UTO, y la participación de investigadores de otras Universidades UATF, UMSA y Fundaciones como FAUTAPO. Asimismo, es fundamental el apoyo total del Estado a través del INIAF y el apoyo internacional, con el objeto de investigar y generar propuestas técnicas adecuadas para la producción sostenible de quinua, para lo cual se requiere planificar estrategias a mediano y largo plazo. Para esto, también es primordial la participación incondicional de los gobiernos locales y de los productores ya que estos no deben ser considerados como beneficiarios, sino deben ser parte de este cambio como gestores y sujetos de su propio desarrollo.
Las investigaciones, deben ser llevadas a cabo por equipos de investigación multidisciplinarios, conformado por investigadores y técnicos de reconocida capacidad y comprometidos con el país, donde la excelencia, independencia, apoyo económico adecuado y la continuidad de los investigadores y técnicos, deben ser criterios importantes para garantizar la obtención de resultados valederos para resolver estos graves problemas que aquejan la región.
Es importante, además, que estos trabajos sean compartidos desde sus inicios con los propios agricultores, a través de charlas de concientización y capacitación, para lo cual es necesario trabajar de manera mancomunada en investigaciones participativas, desde la elaboración de las propuestas, hasta la obtención de resultados.
Por otro lado, se debe contar con subestaciones en las diferentes zonas del Altiplano Sur (Oruro, Potosí y La Paz,), para trabajar en parcelas y predios de los agricultores, bajo condiciones de suelos y clima variados, convirtiendo estos predios en lugares de validación de los resultados y contrastación con el manejo propio de los agricultores y en parcelas demostrativas para los pobladores de las comunidades aledañas.
Por las condiciones edafo climáticas extremas y aspectos socioeconómicos complejos de la región, es necesario validar estas prácticas en base a una investigación científica y técnica adecuada durante varios años, evitando que grandes superficies queden descubiertas y expuestas a los agentes erosivos.
*Docente investigador emérito. Facultad de Agronomía-UMSA