A esto debe agregársele toda la gama de folletos, spots y otros documentos emitidos desde el Ministerio de Comunicación y pagados para su difusión en los diferentes canales y medios de comunicación durante el último mes. Todo ello apunta como en toda crisis, a un cambio de valores, en el caso actual, a un retroceso en la toma de conciencia sobre los derechos humanos de aquellos que fueron sujetos de dominación y destrucción, como son los pueblos indígenas del continente.
Dichas acciones muestran la creación de esterotipos asociados a los pueblos indígenas de tierras bajas y de los marchistas, en la marginalidad absoluta, como trofeos tras cada acuerdo. El extremo fue cuando Romero firmó con los Esse Ejjas de Eyeyoquibo, antes uno de los pueblos más aguerridos y temidos. Actualmente los Esse Ejjas de Eyeyoquibo son uno de los pueblos más vulnerables del país, ya que habitan en un área de 10 Km2 adquirida por una Iglesia, cerca de Rurrenabaque, sobreviviendo de la pesca en el río Beni, por la que compiten con los pescadores comerciantes. Romero se refirió a ellos señalando que sus pedidos fueron muy reducidos: alguna ropa deportiva y 10 has de terreno y que por tanto su equipo de funcionarios estudiaría sus verdaderas necesidades.
Antes había firmado con una familia de tres integrantes tacanas del Territorio Indígena Multiétnico II y el sábado anterior con el entonces presidente del Consejo Regional Tsiman Moseten (CRTM), un ex corregidor chiman de Puerto Yucumo, una población de Pilón Lajas situada a pocos metros de la carretera Yucumo Rurrenabaque, posesionado hacía menos de dos meses. Con él fueron presentados en TV dos corregidores y un marchista de la TCO que hablaba solo chiman y no pudo responder a la solicitud del periodista. El mismo presidente del CRTM no lee español, tal vez por eso se entienda que el Acta que firmó no consigna nada que pueda considerarse logro para su pueblo, a más de compromisos de cumplimiento de lo que ya está establecido o de búsqueda de proyectos para todos los pueblos de la CPILAP, la regional de CIDOB a la que pertenece el CRTM. Los otros dos corregidores permanecieron en la Marcha y relataron la forma en que los subieron a un auto oficial sin saber donde iban y luego los amedrentaron rodeados de policías y funcionarios, antes de ser mostrados delante de las cámaras.
Después de la firma de este “acuerdo”, funcionarios del Ministerio de Autonomías fueron al local donde estaban durmiendo los marchistas e intentaron hacer salir a los integrantes de Pilón Lajas, junto con el presidente firmante, quien fue increpado por su pueblo y conminado a quedarse hasta el día siguiente, mientras los otros procedían a su desconocimiento. Entre los funcionarios se encontraba Edgar Morales, ex vicepresidente del Territorio Mosetén, a quien los integrantes de su pueblo increparon enojados. Esta persona había sido desconocida como vicepresidente meses atrás debido a que se lo encontró explotando madera ilegal. Romero confirmó a los medios que se trata de un funcionario de su ministerio. A la fecha, Edgar Morales se encuentra tratando de concretar el desconocimiento del presidente de la TCO Mosetén, Marcelino Chairique y figura en la firma de otros acuerdos con las comunidades.
El último acuerdo fue con los corregidores del TIPNIS, quienes fueron transportados intempestivamente a la sede de gobierno, de acuerdo al ex presidente del Tipnis, Adolfo Moye, tras amedrentaciones y otras formas de presión, forzados a aceptar el denominado protocolo de consulta, concentrados en reuniones a puerta cerrada donde se excluye a quienes se considera de opinión diferente.
Estas acciones muestran la forma en que el sector en el poder reconoce a los pueblos indígenas de tierras bajas, percibiéndolos diferentes, perniciosamente diferentes. El atraso, lo primitivo, salvaje y la marginalidad a los que se trata de asociarlos en cada spot o folleto implica la necesidad de su transformación, para convertirlos en ciudadanos, como sujetos pasivos sin historia ni contemporaneidad. En consecuencia, necesitan (aunque ellos lo ignoren) carreteras, parcelar su espacio abierto, convertirlos en peones agrícolas, de cocales, u otros cultivos. Es decir que dejen de ser obstáculo para el avance de la modernidad capitalista.
El estereotipo de marginalización creado alcanza también al territorio. En el folleto: “Atrapados en el Paraíso”, denunciado por el ex presidente del TIPNIS Adolfo Moye y por el diputado indígena Pedro Nuni, bajo la Ley contra el Racismo y la Discriminación, se describe al Territorio Indígena y Parque Nacional como un curichal insalubre y peligroso donde todos los niños mueren si no de enfermedades como el dengue, malaria o tuberculosis, picados por una víbora. En la zona de mayor pluviosidad del país, que en algunos lugares sobrepasa los 5000 mm, por tanto un ecosistema con abundante producción alimentaria, sus habitantes mueren de hambre, de acuerdo al Ministerio de Comunicación.
El TIPNIS fue creado bajo criterios de conservación como Parque en 1965 por la extraordinaria riqueza y diversidad natural del área, la consecuente importancia de la protección de las cuencas regionales, de las nacientes de los ríos, la riqueza de los recursos naturales, paisaje y la belleza escénica, ubicado en un espacio céntrico significativo en la zona de transición de la Cordillera de los Andes a la Amazonía, con unidades en la serranía, pie de monte y llanura beniana. Tras la Marcha Indígena por el Territorio, el Parque Nacional Isiboro Sécure fue reconocido como territorio indígena ancestral de los pueblos mojeño trinitario, yuracaré y chiman, con lo que se reconocía implícitamente la compleja relación entre diversidad cultural y diversidad biológica, que estructura la riqueza biológica del territorio.
La IX Marcha Indígena tiene pues otro mérito, otra batalla ganada: el estereotipo gubernamental de cosificación de los pueblos indígenas que los sitúa en la marginalidad del sistema, para seguirlos excluyendo, confronta con la solidaridad despertada por los marchistas, que responde al reconocimiento de los pueblos indígenas en el marco de una concepción ética y política. Y esta disputa se da también en el espacio de los medios, los que en cada nota, en cada programa, en cada entrevista, reflejan las diferentes representaciones de la alteridad, de la percepción del otro, del ser diferente que es el poblador indígena del bosque. Como enseñaron Confucio, Lao-Tse, Sócrates, Aristóteles, Tomas de Aquino, Montesinos, Hidalgo, Nariño, Gandhi, Marthin Luther King y otros tantos, la política ha de ser ética y la ética ha de ser política para que haya justicia, libertad y felicidad.
Se requiere una concepción ética que situándose desde el lado de las víctimas del sistema, les reconozca el derecho a una comunidad de vida y a un proyecto de vida. Dussel, el filósofo de la liberación, quien recupera de manera critica todas las éticas, propone una ética de la vida y de la vida humana, porque la pulsión de todo ser humano es vivir a plenitud su vida humana total en todas sus dimensiones.
Esto es lo que demanda la IX Marcha Indígena: el reconocimiento del derecho de los pueblos a producir, reproducir y desarrollar su vida en comunidad, de acuerdo a su proyecto de vida.
*FOBOMADE