El día Mundial de los Océanos se celebra cada 8 de junio bajo los auspicios de la ONU, con la esperanza de sensibilizar a un mayor número de personas en la defensa de ese bien común.“La vida vino de los Océanos”, dijo el científico ruso Aleksandr Oparin, al presentar en 1924 una provocadora y revolucionaria teoría sobre el origen de la materia orgánica en el planeta.
Ahora cobran auge en el mundo científico investigaciones que sugieren el posible nacimiento de la vida terrestre en el espacio sideral, tal vez en “semillas” traídas por los impactos de cuerpos celestes como meteoritos y cometas. En cualquiera de las distintas hipótesis -son más de dos- aparece en mayor o menor magnitud el papel de fuente nutricia y de vida que siempre han tenido las aguas saladas del planeta, ocupantes de alrededor del 71% de su superficie.
Contaminación marina
Es un hecho que el mar está en riesgo por “las masivas cantidades de fósforo y plástico que se vierten” en él, lo que a su vez implica peligros para la salud de los humanos y de los demás seres vivos, asevera el informe anual del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
A los plásticos se les considera, no obstante, sólo la parte visible, pues a ellos se asocian pilas, sustancias metálicas, botellas de aceite para vehículos, combustibles o sustancias tóxicas que se dispersan en el mar. Como consecuencia de la circulación general del aire y las aguas, cada año se detectan nuevos contaminantes en zonas tan apartadas como la Antártida o las profundas fosas oceánicas
Además, los niveles de contaminación química son muy superiores a los atribuibles a causas naturales. Por ejemplo, el mercurio se vierte en el mar a un ritmo dos veces y media superior al que provocarían los procesos naturales; el manganeso se multiplica por cuatro; el cobre, el plomo y el zinc por doce; el antimonio por treinta, y el fósforo por ochenta.
El documento del PNUMA alerta que la contaminación producto del fósforo y de otras sustancias como el nitrógeno y las aguas residuales, envenena a los peces, afecta el equilibrio y daña hasta a la actividad turística mundial. Algunos metales pesados como el mercurio y el plomo, junto con el cadmio y el arsénico, resultan contaminantes graves en las cadenas alimentarias.
En un estudio sobre contaminación, Marina, Christopher L. Berríos expone que el desarrollo y progreso tecnológico han creado varias formas de contaminación, las cuales alteran el equilibrio físico y mental del ser humano. El 80% de las substancias que contaminan el mar se originan en tierra, muchas veces debido a la creencia errónea del hombre de que la capacidad purificadora de las grandes masas de agua marina es muy grande y podría neutralizarlas.
Así, se recurre con excesiva frecuencia al barato sistema de arrojar al mar los residuos generados por humanos, pero en muchos lugares los excesos convierten, según estudios y evidencias, grandes zonas marinas en desiertos de vida o en cloacas malolientes.
Las aguas del mar, ya sea las que bordean las grandes ciudades, comunidades pesqueras, las de las playas y las de allende, se usan como vertederos para una cantidad impresionante de desechos. Los recorridos de los buques de Cruceros turísticos tienen un lamentable y cuantioso aporte en ese vertimiento de basura, que forma en algunas regiones del mundo nichos extendidos como alfombras.
En el último trimestre de 2010, la prensa internacional reflejaba la existencia insólita de “islas de basura” surgidas como consecuencia de las corrientes marinas y de los vientos, aglutinadores de los desechos plásticos en el mar. El periódico argentino Clarín hacía referencia en septiembre de 2010 a que, luego de 22 años de juntar restos de plásticos acumulados en medio del océano, un grupo de investigadores estadounidenses descubrió las causas de la formación de una isla de basura en el Océano Atlántico.
Si bien se conocía la existencia de una gigantesca isla de plásticos flotantes en el Pacífico Norte, solo entonces investigadores de Woods Hole Oceanographic Institution y de la Universidad de Hawai, en Honolulú, dieron a conocer en la revista Science los resultados de muestras tomadas entre 1986 y 2008. Así se conocía que más de siete mil estudiantes universitarios habían detectado en 6.136 localizaciones del mar Caribe y el Atlántico Norte, mayormente en este, cientos de miles de piezas por kilómetro cuadrado, en su mayoría milimétricas, concentradas en una superficie superior a la de Cuba.
Aunque la gigantesca isla de plástico se había formado con desechos arrojados desde las tres Américas, la conclusión de los investigadores es que el mayor caudal de residuos flotantes provenía del Norte, desde donde tardan menos de 60 días en arribar, desde las costas norteamericanas, a la zona de acumulación.
El periódico chino Pueblo en Línea publicó el 9 de marzo de 2010 que una Isla de Basura del Pacífico tenía entonces una superficie equivalente a seis veces la de Inglaterra. A los “continentes conocidos por todos”, según la publicación, habría que añadir una gigantesca isla formada por basura, también denominada “franja de basura del Pacífico”, extendida entre California y Hawai. Consideraba asimismo que en el mundo existen “cinco vorágines” de este tipo, las cuales atraen basura “desde más allá de varios miles de millas”, debido a la combinación de los efectos naturales y a las prácticas humanas que deterioran el medio marino.
Súper banqueros surcan los mares y van a todos lados ahítos de petróleo crudo. Junto con los accidentes en las zonas de prospección y explotación, son los que más inciden en la contaminación de las aguas. Les siguen casi a la par los buques transportadores de mineral cuando ocurren depósitos fortuitos durante la navegación.
A mediados de abril de 2010 la explosión registrada en la plataforma Deepwater Horizon dio comienzo al derrame de mayor magnitud de la historia, en las cálidas aguas del Golfo de México. Tal accidente se convirtió en una colosal catástrofe ecológica que mató a numerosos ejemplares de valiosas especies marinas. Durante los meses que duró el incesante flujo tóxico al mar se vertieron unos cinco millones de barriles del crudo en esa zona.
En el 2011, luego del terremoto y tsunami de gran magnitud que azotaron a Japón, la empresa de energía TEPCO se vio obligada a descargar unas 11.500 toneladas de agua altamente radiactiva al océano. Todo a causa de las radiaciones emitidas por los averiados reactores de la central nuclear de Fukushima, en las inmediaciones del desastre. Un gran volumen de agua con alarmantes volúmenes de radiactividad pasó a los mares, luego de que las autoridades japonesas declararon que no había otra opción.
Cuando la cantidad de contaminantes en el agua es excesiva, según la Organización Mundial de la Salud, resulta imposible la autodepuración natural. Al superar ciertos límites, los océanos pueden generar destrucción y muerte entre los seres humanos, efectos económicos adversos y envenenamiento.
Los plásticos industriales vertidos en el mar, particularmente aquellos con tamaño inferior a cinco milímetros, pueden generar graves daños a la salud. Según especialistas, los peces los confunden con alimentos, pueden morir como consecuencia de ellos o trasmitir toxinas que ocasionen daños endocrinos, mutaciones y cáncer a las personas.
Investigadores detectaron que en los trozos plásticos más pequeños se habían establecido microorganismos que, después de degradarse por el clima y la radiación solar, habían terminado depositándose en el lecho marino. Según ellos, en el fondo del mar existen bacterias que transforman el mercurio en metilmercurio, lo que causa malformaciones fetales cuando se lo ingiere a partir de peces contaminados.
Sobreexplotación
Un grave problema que afecta a los Océanos es la sobreexplotación de los mares, denunciada con fuerza por organizaciones no gubernamentales defensoras de la conservación de la vida natural y de los ecologistas.
La excesiva captura de peces y otras especies, incluidos mamíferos, no sólo es un problema que lleva a la extinción de valiosos táxones de animales, también dañará de forma colateral y de manera grave a la seguridad alimentaria humana. Ello supone afectación a unos 520 millones de personas cuya economía y modo de vida dependen directamente de los recursos pesqueros
Al divulgar un informe reciente sobre economía verde, la ONU estimó que hay unos 35 millones de personas pescando ahora mismo en 20 millones de barcos, por el mundo. Añadió que unos 170 millones de empleos dependen directa o indirectamente del sector. La pesca furtiva, sin artes ni conocimientos idóneos, también degrada la riqueza de la biodiversidad marina.
La ciencia ha constatado una dramática disminución en las colonias de peces. Un estudio reciente del Centro de la Diversidad Biológica (CDB), de Estados Unidos, y el Instituto británico de Atención Internacional a la Vida Salvaje (CWI), alerta sobre la crítica condición y los riesgos de extinción de las especies del Ártico.
En este caso las amenazas provienen del cambio climático antropogénico y del ciclo del carbono en mal funcionamiento debido al efecto invernadero galopante. El cambio climático derrite velozmente los hielos polares, lo que implica cambios y perjuicios a los ecosistemas de numerosas especies, entre ellas aves marinas y grandes mamíferos como el oso polar, la ballena, las nutrias y focas.
Peligran las praderas marinas
Las praderas marinas surgieron hace cientos de millones de años, posiblemente cuando zonas terrestres quedaron sepultadas bajo las aguas y se adaptaron a las nuevas condiciones para dar soporte a muchas especies de animales. Las praderas marinas abarcan alrededor de 600 mil kilómetros cuadrados de los fondos marinos.
Estos ecosistemas sirven de cobija y alimento a peces y moluscos de gran valor comercial, a reptiles como a las tortugas marinas, y también al manatí y al dugongo entre los grandes mamíferos. Abarcan una gran variedad de fanerógamas, plantas que se caracterizan por la producción de semillas, tienen un importante complejo de rizomas (tallo subterráneo con varias yemas) y pueden desarrollar flores o frutos.
La Posidonia Oceánica que se extiende por costas del Mediterráneo; la Zostera Marina en el Atlántico Norte y la Cymodocia nodosa, que habita en el Atlántico Norte y en algunas zonas del mediterráneo, son muestras de estas fanerógamas objeto de estudio a lo largo de la investigación dirigida por Frederick Short, de la Universidad de Hampshire, en Durham.
Las praderas marinas contribuyen también a mantener otros como las barreras coralinas, los conformados por ostras marinas, manglares y pantanos. Los arrecifes coralinos son estructuras geológicas sólidas del relieve submarino, de origen biológico, ubicados en fondos marinos de zonas tropicales y subtropicales que constituyen no solo una barrera natural protectora de las costas, sino también un importante recurso económico, social y paisajístico. (1)
En general, las praderas marinas producen importantes cantidades de biomasa y oxígeno y cumplen un importante papel en la absorción del dióxido de carbono, principal gas causante del aumento de la temperatura global. Y pese a su enorme importancia, estas zonas submarinas cubiertas de pasto se encuentran en peligro por culpa de la acción humana.
En las regiones costeras con más desarrollo urbano van desapareciendo debido a la contaminación, mientras que en los países en desarrollo, su declinación se debe a la sedimentación producto de la deforestación, así como a los desechos urbanos. (2)
Tal situación la revela una evaluación sin precedentes que dispara la alarma sobre el estado de las praderas marinas: El 14% de sus especies se encuentran en peligro de extinción, revela el estudio de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza difundido en la revista Biological Conservation.
Dicho estudio no es el primero que lanza la alerta sobre el estado de las praderas marinas; sin embargo, si es el único de su tipo realizado, hasta ahora, que refleja la situación existente a nivel mundial.
Según la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, de las 72 especies existentes en las praderas marinas, 15 deben ser consideradas como en peligro, vulnerables o a punto de ser amenazadas, y por lo menos 10 corren un riesgo significativo de extinción. En cuanto a las 57 especies restantes, no existe gran preocupación con respecto a 48, mientras que el resto no se encuentran bien documentadas como para evaluar su riesgo, indicaron los expertos.
Aunque es posible que éstas no se hallen en gran peligro, sí se encuentran en declive, lo que trae como consecuencia la pérdida de hábitat para muchas especies y una disminución de la diversidad.
Notas:
1. En Cuba los arrecifes coralinas ocupan más del 98% del borde de la plataforma marina, pero la mayoría se ven afectados en gran medida por la elevación de la temperatura y la acidificación del mar, factores asociados al cambio climático. Los huracanes, cuya intensidad y frecuencia aumentó en la última década con una incidencia significativa en algunas áreas de la isla, también provocaron daño en estos ecosistemas reconocidos como los de mayor diversidad biológica, señaló a Prensa Latina el doctor en Ciencias Biológicas Pedro M. Alcolado.
Si bien la invasión del pez león, especie foránea proveniente de los océanos Índico y Pacífico, no tiene como causa el cambio climático, se considera una seria amenaza a los arrecifes coralinos del Gran Caribe. Este es un animal voraz que se alimenta de larvas y juveniles de gran cantidad de peces e invertebrados. Por otro lado está el efecto humano, la venta de corales como suvenir o adorno es un problema que en la nación antillana no termina de resolverse. El buceo puede ser también un peligro potencial, aunque en la isla la capacidad de carga de visitantes con fines turísticos está de acuerdo a lo recomendado científicamente y regulaciones elaboradas por el Centro Nacional de Áreas protegidas, destacó Alcolado, quien se desempeña en el Instituto de Oceanología de Cuba.
2. La contaminación es otro aspecto que no se puede descuidar en Cuba, en particular la que puede derivarse de infraestructuras hoteleras, de donde en algunos casos, a pesar de tener plantas compactas de tratamiento terciario, escapan aguas insuficientemente tratadas por roturas o por no dar toda la capacidad de depuración- que hacen que las algas proliferen compitiendo por el espacio con los corales. Estos factores han provocado una sustitución de corales buenos constructores de relieve y de gran valor como refugio de fauna, protección costera y atractivo para el turismo de buceo, por otros corales más resistentes pero no buenos constructores.
Los autores son periodistas de la Redacción de Temas Globales de Prensa Latina.