Cuba y la misteriosa alquimia de sus cocteles
Este país conoció la mixtura de licores con jugos de frutas y otras sustancias a finales del siglo XIX, y la adoptó para siempre. Datos bibliográficos indican que la costumbre de disfrutar estas bebidas comenzó durante la Guerra de Independencia Norteamericana (1775-1783), aunque su desarrollo, casi 100 años más tarde, tuvo que ver con la aparición de la Industria del Hielo Artificial en Estados Unidos.
Pero los habitantes de la isla no probaron la misteriosa alquimia hasta finales del siglo, explicó a Prensa Latina el miembro de la Asociación de Cantineros de Cuba Julio César Menne. Al respecto, recuerda que los cócteles encontraron aquí condiciones ideales para asentarse: clima tropical, riquísima variedad de frutas y uno de los mejores rones del mundo.
De acuerdo con el especialista, los primogénitos de esta familia fueron el Cuba Libre (mezcla de ron, refresco de cola y limón), y el Daiquirí (mezcla de azúcar, jugo de limón, ron blanco y hielo frappé). Algunos aseguran que el Cuba Libre nació sobre el mostrador del American Bar en La Habana, cuando, con la primera intervención norteamericana en Cuba (1898), comenzaron a llegar refrescos de cola embotellados.
Inmediatamente la cola y el ron hicieron buena mezcla y se impuso el Cuba Libre, cuyo nombre se deriva del grito de independencia de los mambises cubanos y del momento político en el cual se consideraba a la isla libre de la metrópoli española.
Por su parte, expresa Menne, el Daiquirí fue creado en las minas del mismo nombre en la oriental provincia de Santiago de Cuba, aunque originalmente no se batía con hielo frappé. Esta innovación, que le dio la actual singularidad al trago, fue creada por un barman del bar-restaurante habanero El Floridita.
Durante las primeras décadas del siglo XX, en la Habana proliferaron los bares, los barmen y los cócteles, los cuales, para los años 20, afianzaron su reinado en la Mayor de las Antillas, con la llegada de sedientos turistas y hombres de negocios que venían huyendo de la Ley Seca. Las fusiones nacionales fueron adquiriendo nombres asociados a personajes famosos, hoteles, cabarets y estrellas de cine, como el Hemingway Especial, creado para el escritor norteamericano Ernest Hemingway.
La exquisitez del cóctel fue apreciada por el premio Nóbel de Literatura, quien saboreaba la bebida en el internacionalmente conocido bar habanero y la describió magistralmente en su novela Islas en el Golfo.
Para la década de los cuarentas, los viejos cantineros veían crecer la maestría y elegancia de los criollos, quienes por esa época crearon un nuevo cóctel para refrescar en las playas y en los calurosos veranos cubanos, el Mojito, que se impuso internacionalmente desde La Bodeguita del Medio.
Cuentan que Hemingway acostumbraba a tomar sus Mojitos entre los graffitis de la Bodeguita, para después llegar a El Floridita, donde llegó a compartir el Daiquirí con personalidades de la época como el filósofo Jean-Paul Sartre, artistas como Gary Cooper, Ava Gabner y Marlene Dietrich, y el dramaturgo Tennesse Williams, entre otros, afirma Menne.
La imaginación popular creó otras mezclas deliciosas como el Saoco, combinación simple de Ron y Agua de Coco, arraigados en el gusto de quienes habitan la nación. Para el entrevistado, el cóctel cubano no es una sencilla y rutinaria mezcla de ingredientes, sino toda una creación, un verdadero arte que necesita, además de conocimientos, amor y un delicado sentido estético.
Considerado por sus adeptos como licor para grandes ocasiones, el ron es sello de garantía y elemento muy vinculado a la identidad de la isla socialista.
Sello distintivo del ron cubano
El ron se fabrica a partir del proceso de prensado de la caña de azúcar, para obtener el jugo que es hervido, clarificado y vaciado en centrífugas, con el fin de cristalizar la sacarosa. En el proceso queda como residuo la melaza, que posteriormente es re-hervida, fermentada y destilada para dar lugar a tan demandada bebida.
Según expertos existe cinco tipos principales de ron: blanco, carta de oro, oscuro, añejo y aromático. Generalmente las botellas ostentan el nombre de país donde fue producido, así como el grado de alcohol que contiene y su categoría.
De acuerdo con no pocos amantes de este exquisito licor, se podría afirmar que Cuba fue el lugar que vio nacer el ron, hoy tan conocido a lo largo y ancho del planeta. En ese entendido, el 22 de febrero Cuba denunció ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) las violaciones permanentes de Estados Unidos a las normas y principios del derecho internacional.
La consejera cubana Nancy Madrigal afirmó que Washington mantiene la “Sección 211 de la Ley Ómnibus de Asignaciones de 1998”, pese a que hace 10 años el OSD dictaminó su incompatibilidad con el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio y con el Convenio de París.
Madrigal explicó que la Sección 211 atenta contra los derechos de los titulares de marcas cubanas y uno de sus propósitos es facilitar a la compañía Bacardí la venta fraudulenta e ilegal de un ron no producido en Cuba, bajo la denominación de Havana Club.
En Cuba existe la unión de un conjunto de características naturales, desde la cultura de la caña de azúcar, el dominio del proceso de elaboración del ron y toda la experiencia acumulada a lo largo de 150 años. Lo anterior permite a la isla obtener rones con características muy particulares, explica a Prensa Latina el vicepresidente de la Corporación Cuba Ron SA Juan González.
La caña de azúcar traída por Cristóbal Colón a las Américas encontró en Cuba tierra fértil y manos cabales para su producción. En sus principios el ron fue apreciado por los piratas y marinos del siglo XV, gracias a sus propiedades curativas, o por lo menos eso creían, dado que lo utilizaban para combatir males relacionados con cualquier enfermedad desconocida.
Según se dice, en realidad el único alivio que les proporcionaba la bebida era la inconsciencia del enfermo y amnesia del dolor. De ahí que el ron de caña sea primordial de gran parte de los tragos que se preparan y consumen actualmente en todo el mundo.
No hay ningún problema entre el tamaño de las zafras y la producción de ron, porque éste se hace mediante el procesamiento de la melaza derivada de la caña de azúcar. Los excelentes procesos de fermentación y destilación a que sometemos ese subproducto aportan un rendimiento muy elevado, a partir de las cantidades adecuadas y exactas de esas mieles, dijo González en el año de la recuperación del Habana Club, la marca líder que rige el comportamiento de la actividad de la corporación.
González describe a la marca “Santiago 12 años”, presentada en FIHAV XXVIII, como una joya hecha para la exportación a Europa. Se trata de un licor excelente, originado en bodegas relativamente muy pequeñas y especiales.
En 2009 la empresa sufrió una ligera flexión en la producción, signada ese año en buena medida por la crisis económica global, razón por la cual fue necesario realizar altas inversiones en promoción y publicidad. Lo cierto es que ese fue el único año en que no se registró crecimientos entre los 15 últimos, en los que se reportaron incrementos anuales de dos dígitos en los volúmenes productivos.
Según Gonzáles, en 2010 la compañía se reincorporó a la dinámica que la ha caracterizado con la esperanza de vender globalmente más de cuatro millones de cajas de nueve litros de las diversas marcas de bebidas, en especial de Havana Club. Solamente de ésta última debían comercializar en el exterior no menos de tres millones de cajas.
A juicio del vicepresidente de la corporación, se trata de muy buenos resultados, si se tiene en cuenta que la crisis afectó la posibilidad de tener a tiempo algunos insumos, y esto tuvo consecuencias que limitaron la producción, sobre todo en el primer semestre. Sin embargo, en el segundo se adoptaron decisiones e introdujeron mecanismos para la dinamizar la posibilidad de financiamiento externo para adquirir materias primas, así como otras medidas que permitieron la estabilidad de la gestión.
Cuba también exporta rones mediante Tecnoazúcar, empresa del Ministerio del Azúcar, la cual comercializa servicios y derivados de la agroindustria, entre ellos rones, aguardientes y otras bebidas. Aunque como resultado de la crisis algunos productos decayeron levemente, siempre se mantuvo la excelencia de los rones de mayor demanda, gracias a su gran calidad.
Ese es el trabajo que debemos continuar: investigar y dar seguimiento a los mercados, a la labor de marketing, resalta el empresario, para quien un reto importante lo constituye perfeccionar y elevar la distribución en aquellos mercados del ron en constante crecimiento.
Fiesta de la guayabita, legendario licor cubano
Tras siglos de historia licorera, cosecheros y fabricantes de la Guayabita del Pinar brindan por el éxito de la bebida obtenida a partir de la fruta homónima, fórmula exclusiva de la provincia cubana Pinar del Río.
Bajo los pinares crece silvestre la especie Psidium salutare, bautizada como guayabita por su pequeña talla. Como un hecho casi fortuito, la fruta se fundió con el alcohol y el azúcar, para regalarnos el apetecido licor añejado en enormes toneles de cedro.
La llegada a la isla de Lucio Garay, proveniente de las tierras de Vizcaya, España, propició la fundación en 1892 de un establecimiento para la fabricación artesanal del producto, reservado por las familias para los visitantes ilustres. Esa añosa industria elabora desde entonces dos variedades (seca y dulce), que se abrirán paso nuevamente en el mercado foráneo.
De fama internacional, la bebida se abrazó al incipiente cultivo tabacalero en los umbrales del siglo XVI. Sus inicios se pierden entre las vegas de la entonces Vuelta Abajo, donde los guajiros acostumbraban a beber algún trago vivificante para permanecer en los surcos durante las mañanas de invierno. Era una manera de “entrar en calor” cuando la recolección de la hoja mojaba las ropas y la frialdad salpicaba las manos y el resto del cuerpo.
Endémica del occidente cubano, la Guayabita del pinar se cosecha hoy en las montañas de esta provincia. Desde las serranías de siete municipios, las frutillas son enviadas directamente a una centenaria fábrica, única de su tipo en el mundo.
Una treintena de labriegos, de cuya destreza depende el futuro y prestigio del singular trago, colectan la guayabita en las serranías, desde donde viajan directamente a una centenaria fábrica -única de su tipo en el mundo-, visitada cada día por viajeros cubanos y foráneos.
El año pasado la zafra comenzó temprano y se extendió hasta septiembre, cuando cosecheros y obreros de la industria celebraron la fiesta de la guayabita, tradicional festejo para agasajar a los mejores productores y brindar por el éxito de la campaña. Viñales, localidad distinguida como Paisaje Cultural de la Humanidad, fue la sede de las festividades, animadas por controversias de poetas repentistas y bailes típicos de la región.
En medio del jolgorio los campesinos alzaron sus copas para desear larga vida al licor de 40 grados, apetecido -además- en naciones de Europa y Asia, declaró a Prensa Latina Ángel Suárez, director de la manufactura donde se elabora desde pasadas centurias.
Los autores son periodistas de Prensa Latina.