De esta manera, una dieta correcta permitirá mantener el peso adecuado, condición que es reforzada con actividad física sistemática. Por eso, es pregunta obligada para cualquier foráneo que comparta una mesa china con personas de esa nacionalidad: ¿cómo pueden estar delgados si es tan abundante y variado lo que se sirve y consume?
La respuesta está en los orígenes de la sociedad primitiva que en la búsqueda de fuentes alimenticias descubrió las propiedades curativas de muchas de ellas, acontecimiento que favoreció el surgimiento de la Farmacología o Medicina de este país.
Así, cada sabor es asociado a un órgano y la intensidad de su acción con la estación del año. Por ejemplo, en el verano los alimentos dulces dispersan la energía estancada y regulan la función del estómago. Sin embargo, en esa época del año, los amargos mejoran la actividad coronaria y del intestino delgado.
Mientras, en primavera, los agrios ayudan al hígado y a la vesícula biliar. En tanto, los picantes en otoño actúan sobre los pulmones y el intestino grueso y los salados en invierno benefician a riñones y vejiga.
Entonces, mediante la comida -que es todo un arte para disfrutar- buscan cuidar su salud, en vez de la apariencia, como resulta con la mayoría de las dietas en occidente.
Sin embargo, con la reforma y apertura, los estilos de vida de esa región del planeta ganan terreno en la nación asiática, de manera particular en niños y jóvenes.
Esa situación se ha convertido en una seria preocupación para las autoridades sanitarias, por el creciente incremento de la obesidad, que acarrea otros males crónicos como la diabetes tipo dos, enfermedades del corazón y el cáncer.
Paradójicamente entonces, el camino hacia la prosperidad de China, como país en desarrollo, arrastra esta carga pesada para la salud pública, en la que influye además, como consecuencia de la planificación familiar, el consentimiento a los hijos únicos por parte de sus progenitores y cuatro abuelos, quienes en su afán por complacerlos les dejan comer cuanto quieren.
A consecuencia del crecimiento económico, también las bicicletas le ceden el paso a las motos eléctricas y los autos, mientras cada vez es mayor la adicción a las pantallas de televisión y computadoras.
En la batalla por revertir esta situación, el país encamina sus esfuerzos en varias áreas, una de ellas es la evaluación de los riesgos para la salud de las grasas trans. Autoridades sanitarias señalaron recientemente que incluso podrían modificarse las normas nacionales para la preparación de alimentos.
Los mencionados lípidos son aceites vegetales sometidos a un proceso de hidrogenación para llevarlos a un estado semisólido a fin de aportar consistencia a determinados productos como margarinas, pastelería, helados y comida rápida.
Su consumo excesivo se traduce en un aumento del colesterol malo (LDL) y una disminución del bueno (HDL), con resultados aún peores que los ocasionados por las grasas saturadas (sólidas), la formación de ateromas en las arterias (quiste sebáceo característico de la ateroesclerosis) y por lo tanto la aparición de complicaciones cardiovasculares.
Por otro lado, mientras cada vez más aparecen a la venta productos farmacéuticos que se anuncian como reductores del peso corporal, el país refuerza las acciones contra medicamentos falsificados para este y otros fines, infracciones de los derechos de propiedad intelectual y publicidad médica engañosa.
En octubre último la Administración Estatal de Alimentos y Medicamentos de China prohibió la producción, venta y uso de todas las píldoras contra la obesidad que contengan sibutramina, al demostrarse mediante pruebas su incidencia en la elevación de la presión arterial y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en quienes la consuman.
Tales medidas deben contribuir a que la población china continúe disfrutando el momento de la comida como un evento social de grato placer, sin alejarse del bienestar para la salud aportado por el milenario conocimiento dietético.
La autora es corresponsal de Prensa Latina en China.