Un Estado basado en el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del vivir bien; con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes de esta tierra; en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud y vivienda para todos.
Esta semana tendremos numerosas instancias para poner a prueba nuestra voluntad para manejar (o no) el poder desde esta lógica del Vivir Bien. Pienso, entre varios otros, en la renovación del gabinete y en tres movidas entrelazadas en torno al TIPNIS: la nueva relación entre el MAS y la flamante “brigada indígena” de tierras bajas, gestada desde la represión a su VIII marcha; el mantener o no la Ley Corta del TIPNIS; y la llegada a La Paz de la marcha indígena de CONISUR, contrapunto de la VIII pero sin represión y también sin tanta cobertura de los medios. Cada tema merecería muchas columnas. Pero aquí me limitaré a un criterio general para todos ellos.
Yo sigo apostando por el Vivir Bien, que afinando más, quiere decir convivir bien entre todos. Esto incluye (a) el propio bienestar de cada uno de nosotros, (b) convivir entre los humanos, y (c) convivir con todo lo que es vida, incluida por supuesto la Madre Tierra, una expresión más vital, coparticipante y hasta teológica que tomar los “recursos naturales” sólo como mercancías de libre disposición.
La gran pregunta es si eso puede encajar con la lógica del poder y de la pugna partidaria. A la luz de la CPE, en el nuevo Estado, esa lógica debe ajustarse al Vivir Bien, y es eso lo que deberán priorizar los nuevos ministros. En los otros temas sobre el TIPNIS, la primera norma fundamental del convivir bien es diálogo y más diálogo, escuchando de veras, metiéndose en el pellejo del otro distinto antes de imponer y reclamar X o Z por consigna. ¡Meterse también en el pellejo de la Madre Tierra!
En los dos temas que tienen que ver con el Parlamento y sus dos tercios, si bien cada bando podría ver razones para tildar al otro de “traidor”, deberá prevalecer este diálogo, en busca de soluciones conjuntas. El MAS se alegra de que parlamentarios de oposición no sean “levantamanos” de sus partidos; lo mismo debería ponderar de los propios para hacer prevalecer siempre las razones, el diálogo y no las prebendas ni las sanciones.
Entre la VIII marcha de diciembre y su contrapunto de enero, el buen convivir reclama que líderes, aliados, opositores y reporteros toquen y sientan el sufrimiento de los caminantes –que lo hubo y lo hay en ambos casos– y que no lo manipulen. De ahí, que los propios interesados –los indígenas del TIPNIS con sus organizaciones– sean capaces y hábiles para dialogar entre ellos y buscar soluciones satisfactorias que respeten los criterios del Vivir Bien. A la luz del mapa de comunidades, me parece que un tramo alternativo por el Isiboro, aunque más caro, es el que mejor respeta a la Madre Tierra y el que a más comunidades beneficia.
Comunidades del TIPNIS y carretera
La parte sombreada del mapa adjunto, mayormente dentro de la línea roja (aquí negra), es el Polígono 7, ya muy deforestado y ocupado por 9 centrales con 63 sindicatos de cocaleros, que el mapa no explicita.
Por eso no se lo tituló como parte del TIOC en 2009. Quedan allí encerradas 14 comunidades de CONISUR en medio de cocaleros, algunas sindicalizadas para adquirir derecho al cato de coca. De ellas, 9 están en la marcha, así como otras 6 cercanas de CONISUR.
Al norte del Polígono pasaría el controvertido Tramo II, cruzando el corazón del TIPNIS con su gran riqueza forestal (donde ya no hay comunidades), desde San Jorgito, al sur, en el río Ichoa, hasta el río Sécure, al norte, cerca de Santo Domingo (donde estuvo Evo), San José y Puerto Totora, para de ahí salir del TIPNIS hacia San Ignacio. Las dos primeras y otras 3 del Sécure, pero más distantes, también han marchado.
Pero la inmensa mayoría de las comunidades del TIPNIS queda fuera de ese Tramo II, hacia la confluencia de los ríos Sécure, Isiboro y su afluente Ichoa, hacia el noreste. Son áreas ya bastante deforestadas.
Los beneficiarios directos del proyectado Tramo II serían, por tanto, sindicatos cocaleros y la comunidades indígenas ya acopladas a ellos, que expandirían el modelo deforestador del Polígono 7 al corazón del TIPNIS. Además de negociantes y otros, indígenas o no.
Un trazo alternativo por el Este podría favorecer mejor al área con más comunidades. Pero son suelos inundadizos, sobre todo por la vertiente izquierda del rio Isiboro, dentro del TIPNIS. Al parecer sería más barato y menos riesgoso un trazo por la vertiente derecha, por la orilla del parque-TIOC. Lo obvio sería que avanzar de ahí hacia Trinidad, que así tendría una comunicación con Cochabamba más directa que San Ignacio.
Por cierto, buenos servicios de escuelas, salud o incluso Internet no dependen de una carretera.
Xavier Albó es antropólogo,lingüista y Jesuita. Fuente: www.cipca.org.bo
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