La reunión se desarrolló del 18 al 20 de agosto con la presencia de más de mil representantes de 70 países. De ella salió la exigencia de poner fin a la discriminación racial y la demanda internacional de reparar los daños ancestrales provocados a las comunidades de descendientes africanos.
Para el representante de Senegal, Mamadou Diouf, debe existir una reparación ética por tantos siglos de esclavitud, y en segundo lugar conocerse la magnitud y gravedad de ese fenómeno, que trajo a un número indeterminado de africanos a América. Abogó por incluir en el sistema educativo la imagen completa de la esclavitud y la violencia, y por último, demandó la reparación económica, pues a su juicio la pobreza y la riqueza tienen raíces históricas.
Durante la Cumbre, inaugurada por el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, en compañía de su homólogo de Guatemala, Álvaro Colom, se discutieron temas sobre salud, educación, juventud, desempleo, discriminación racial, justicia y derecho a la tierra, entre otros.
El informe final instó a la comunidad internacional a asegurar la integridad y continuidad de los territorios habitados por estas comunidades, a proteger a los descendientes de africanos de desplazamientos por conflictos militares y planes urbanísticos, y de desastres naturales que atenten contra su existencia.
En la "Declaración de La Ceiba, I Cumbre Mundial de los y las Afrodescendientes", los presentes pidieron tener un Foro Permanente en la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE).
Entre los temas más sensibles estuvo el análisis de las demandas y necesidades de los jóvenes afrodescendientes en la agenda pública latinoamericana y la situación de las mujeres negras en el contexto actual. Al respecto, la directora regional para América Latina y el Caribe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), Marcela Suazo, subrayó que urge la incorporación de estos jóvenes en las políticas públicas de la región y en espacios internacionales.
Asimismo, destacó que de los 150 millones de mujeres que viven en América Latina y el Caribe, la mitad sufre condiciones de desigualdad preocupantes. Las expresiones de racismo y discriminación en contra de las féminas afrodescendientes son muy marcadas en algunos países, donde sufren la marginación política y carecen de acceso a la educación orientada a revalorizar sus culturas y capacidades, afirmó.
Por otra parte, la subdirectora de la Organización Panamericana de la Salud, Socorro Gross-Galiano, señaló que los más de 150 millones de afrodescendientes en la región "enfrentan condiciones críticas". Admitió que la exclusión en salud está estrechamente vinculada a la pobreza, la marginalidad y la discriminación racial, social y de género.
La población de América Latina pasó de 166 millones de personas en 1950 a 513 millones en 2000, y se espera que sea de más de 800 millones en 2050. El 20 por ciento de esa población está formada por afrodescendientes, cuya mayoría carece de empleos, de ingresos permanentes, y no dispone de servicios básicos de agua potable, electricidad ni beneficios educativos.
Según el Fondo de Naciones Unidad para la Agricultura y la Alimentación (FAO), mil millones de personas mueren en el mundo de hambre y el 40 por ciento de ellos son africanos y descendientes. Pese a tal desventaja social, Céleo Álvarez, líder de la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario -que organizó el evento con el apoyo de la ONU-, consideró que "la reunión culminó con un nuevo contrato social con la humanidad después de siglos de invisibilidad".
No queremos discursos políticos de compromiso sin concretar. Este encuentro es para exigir mayor inclusión a nuestras demandas y derechos, expresó. La próxima cumbre de afrodescendientes se realizará dentro de tres años en Costa Rica.La contracumbre
Muy cerca del recinto sede de este evento, organizaciones sociales hondureñas realizaron una "contracumbre", denominada "Foro sobre el acaparamiento de territorios en África y América Latina". La reunión paralela fue preparada por la Organización Fraternal Negra (Ofraneh), la Coordinadora Nacional de Organizaciones Negras de Honduras y la Alianza 2-14, entre otras.
Miriam Miranda, integrante de la Ofraneh, explicó que la iniciativa reunió a organizaciones marginadas por el oficialismo de la Cumbre y aglutinó a unos 700 miembros de comunidades afrodescendientes de Honduras. "Es un evento muy importante que sirvió para que las comunidades excluidas del foro mundial puedan elevar sus voces sobre la situación actual de los afrodescendientes", dijo Luther Castillo, médico hondureño fundador del primer centro de salud garífuna en el país.
Nos están despojando de nuestras tierras y estamos sufriendo el tercer destierro de nuestra historia, denunció. En la contracumbre se instalaron mesas con temas como el despojo de territorios, seguridad alimentaria, transgénicos y apropiación de la cadena alimentaria, exploración y expropiación de hidrocarburos, el agua como derecho humano, neocolonialismo y soberanía, y cambio climático.
Las comunidades garífunas de Honduras habitan en los departamentos de Cortés, Atlántida, Colón, Islas de la Bahía y Gracias a Dios, territorios que, aquejados por la pobreza y la falta de servicios básicos, son testigos de los enormes desafíos de esa etnia por mejorar su calidad de vida y mantener lengua, gastronomía, prácticas religiosas, bailes y otras costumbres.La autora es periodista de la Redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.