“La preservación, conservación y regeneración del ambiente (son) condiciones esenciales para la humanidad. En consecuencia, vemos el desarrollo social y ambiental como una pauta estratégica, que se refleja en las políticas de financiamiento del banco”, afirma el website del Banco Nacional de Desarrollo Social y Económico (BNDES), una institución que tiene abundancia de fondos para invertir en el progreso del país. Durante los ocho años de la administración del ex presidente Lula (2003-2010), su presupuesto giró alrededor de 500 mil millones de reales. Expertos declaran que el 79% de ese presupuesto fue destinado a empresas grandes, del cual el 60% se dirigió a los sectores de la minería, siderurgia, cría de ganado, metalurgia, producción de etanol, energía hidroeléctrica, petróleo, gas natural, y las industrias papelera y de celulosa. La mayor parte de estas inversiones no están en el camino de la sostenibilidad y dañan la selva tropical amazónica, no sólo en la porción brasileña de ella sino también en todos lodos los países limítrofes.
En Brasil, uno de los más recientes casos fue la aprobación del BNDES de financiar hasta el 80% de la planta hidroeléctrica de Belo Monte, en el río Xingu (estado de Pará). En contra del compromiso presente en toda su publicidad, el banco ignoró los hechos de que la planta generará solo 40% de la energía prometida durante la mayoría del año; que el costo total es incierto (19 mil millones de reales es la cifra proporcionada, pero puede llegar a 30 mil millones); que Belo Monte tendrá un impacto en las poblaciones indígenas; que el estudio de impacto ambiental ha sido impugnado por 38 especialistas; que es incierto si las áreas serán inundadas; y finalmente, que desaparecerán muchas especies endémicas.
A través de su departamento de relaciones de prensa, el BNDES declare que “el cumplimiento de las demandas sociales, ambientales y laborales es una condición básica del financiamiento del BNDES y de todos sus proyectos. Entre estas condiciones está la emisión de una licencia ambiental por parte de las autoridades pertinentes”. Pero, según los expertos, esto no basta. “El BNDES no puede decir que ‘si el Ibama (Instituto Brasileño del Ambiente y de Recursos Naturales Renovables) lo aprueba, el banco lo aprueba’. El BNDES debe ayudar a garantizar que la legislación ambiental se cumpla, no proceder a hacer lo contrario. Todos saben cuán cuestionables son estas plantas hidroeléctricas. Además, Belo Monte representa enormes riesgos y presenta tasas de interés mínimas. ¿Cómo es posible eso?”, pregunta Gabriel Strautman, secretario ejecutivo de Rede Brasil, sobre el tema de las Instituciones de Multilaterales de Financiamiento. “Hay una red de intereses que se mueven en proyectos como éste”, dice Ricardo Verdum, asesor del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (INESC).
En diciembre de 2010, los Amigos de la Tierra-Amazonia Brasileña y Ríos Internacionales publicaron un informe titulado “Mega proyecto, mega riesgos”, con análisis de los riesgos de inversión que rodean a la planta eléctrica. El informe fue enviado al BNDES, que no acusó recibo. Durante el mismo mes y antes de que el Ibama hubiera emitido oficialmente una licencia de construcción, el banco anunció un préstamo puente de 1,087 mil millones de reales para Belo Monte, una movida que fue inmediatamente cuestionada por el Ministerio Público Federal del estado de Pará (MPF-PA). En noviembre, la Oficina de Contabilidad Federal (TCU) publicó un estudio que afirma que las políticas oficiales de financiamiento no han sido suficientes para estimular prácticas económicas sostenibles.
Inversiones insostenibles
Uno de los temas centrales del informe TCU es la cría de ganado. En Brasil, entre 2005 y 2010, el BNDES ha invertido 12 mil millones de reales en empresas cárnicas que funcionan en la Amazonia, pese a saber que esta actividad es una de las principales causas de la deforestación. En 2009, Greenpeace y el MPF-PA revelaron que las empresas cárnicas financiadas por el BNDES estaban comprando Ganado de haciendas en áreas deforestadas ilegalmente y cuyos propietarios eran acusados de usar trabajo esclavo. Fue recién entonces que el BNDES demandó a esas empresas que dejaran de adquirir ganado de tales fuentes. La cría de ganado es responsable del 85% de lo que hasta ahora hemos perdido de selva.
Las plantas hidroeléctricas de Jirau y San Antonio, en el río Madera (estado de Rondônia), han recibido también financiamiento del banco. Según la Comisión Misionera Pro-indígena (CIM) y la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), desde su construcción, Rondónia ha sufrido una epidemia de dengue, la migración de miles de personas, hospitales hacinados, drogadicción y prostitución infantil, aparte de impactos en las poblaciones tradicionales. Además, una investigación de Reporter Brasil denuncia el reclutamiento de trabajadores que pagan para garantizar su puesto de trabajo en la obra de construcción y que poco después son despedidos. Además del impacto ambiental causado por proyectos de esta magnitud, éste es un buen ejemplo de caos social.
En el 2008, el BNDES firmó el Protocolo Verde, cuyos signatarios se comprometen a avanzar hacia “el desarrollo sostenible basado en la preservación ambiental y en el continuo mejoramiento del bienestar de la sociedad”. Pero la existencia de este protocolo no ha impedido las atrocidades en sus políticas de financiamiento. “Basta comparar lo que (el banco) dice con lo que sucedió en la realidad”, dice Roland Widmer, coordinador de Eco-finanzas de Amigos de la Tierra.
Muchos especialistas, entre ellos los que componen la Plataforma BNDES, creada para monitorear y presionar por la democratización del banco, afirman que su problema crónico es falta de transparencia. Nadie puede decir, en el fondo, cómo realiza el banco su evaluación de los riesgos financieros y sociales y de los impactos ambientales para aprobar los proyectos que financia. “La información del website es insuficiente”, dice Gabriel. “El destino de los dineros públicos es un tema constitucional, esto debería ser información pública”, dice João Roberto Lopes Pinto, politólogo y profesor de la universidad PUC-Rio. Cuando los autores de este artículo interrogaron sobre los criterios empleados para aprobar el financiamiento de Belo Monte, el banco decidió responder con un listado de los que entiende son los beneficios de la planta eléctrica, tales como la generación de energía y la creación de puestos de trabajo.
Además del Protocolo, el BNDES ha recibido en 2010 más de mil millones de reales del Banco Mundial, destinados, entre otras cosas, a la creación de una nueva política ambiental. El BNDES también administra el Fondo Amazónico, cuyas donaciones deben ser destinadas, en breve, a proyectos relacionados con la conservación de la biodiversidad. “Esto ha obligado a realizar un debate dentro de la institución, que puede conducir a la adopción de criterios de sostenibilidad social y ambiental para los proyectos que financia”, dice Adriana Ramos, del Instituto Social y Ambiental (ISA).
Más allá de las fronteras
El BNDES financia a empresas brasileñas implicadas en proyectos de construcción igualmente impactantes en los vecinos países amazónicos. Uno de los motivos de esto es aumentar la hegemonía de Brasil en Suramérica. En donde hay una gran empresa brasileña que funciona en la región, puede haber financiamiento del BNDES. El banco afirma que no está implicado en proyectos hidroeléctricos en Perú, pero los expertos lo niegan. “Es conveniente negarlo para evitar las presiones de la sociedad civil”, dice Strautman.
La parte principal de seis futuras plantas de energía puede llegar a un costo de 16 mil millones de dólares. La planta Inambari inundará más de 46 ((sic)) hectáreas de la selva. Paquitzapango impactará a 17 mil Ashaninka, el grupo indígena más grande en la Amazonia peruana. “Muchos de estas operaciones de construcción han sido conducidas con planificación inadecuada y no son del interés del Perú”, dice Marc Dourojeanni, presidente de la Fundación ProNaturaleza. “La impresión que da es la de un control brasileño de proyectos en países vecinos. Debería respetarse la soberanía”, dice João Roberto.El banco está también cubriendo los costos de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos en Bolivia, que conectaría los valles bolivianos con la Amazonia, a través del financiamiento a la empresa constructora OAS. “Debemos vigilar este proyecto para que no pase lo mismo que pasó aquí, dice Strautman.
El BNDES debe evaluar mejor aquello que financia. “El banco tiene un potencial para dirigirse hacia la sostenibilidad en el Brasil y en otros países, dice Roland. “Debe ser más analítico y menos una máquina de prestar dinero”, añade Pedro Bara, responsable de estrategia e infraestructura de WWF en la Amazonia. Mientras el BNDES mantenga la misma postura, y en ausencia de información sobre las nuevas Fuentes de financiamiento en relación con la ecología, estará en las manos de las sociedades civiles de los países amazónicos el seguir las huellas de las operaciones de las empresas brasileñas que están siendo financiadas por el banco, una pesada tarea.
Más referencias:
Mega-project, Mega-risks – Risk Analysis for Investors on the Belo Monte Hydroelectric Powerplant Complex http://www.internationalrivers.org/files/Belo_Monte_Mega_Riscos_V8_101220_FINAL.pdfTCU Report http://www.amazonia.org.br/arquivos/369857.pdf BNDES Platform: Diagnosis and proposals to reorient the main public instrument of development in Brazil http://www.plataformabndes.org.br/documento_plataforma.pdfProvisory Measure 511, of November 5th 2010 http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/_Ato2007-2010/2010/Mpv/511.htm
* Karina Miotto es periodista egresada de la PUC-SP. Como trabajadora por cuenta propia para el Grupo Abril, es autora del blog Eco-Repórter-Eco y es corresponsal de ((o)) eco Amazonia. Fuente: http://www.oecoamazonia.com/en/news/brazil/135-os-financiamentos-insustentaveis-do-bndes-na-amazonia Traducido por la Campaña en Defensa del TIPNIS.
«