Tiene aspectos positivos:”Recuperación y crianza de semillas nativas –  Recuperación de la cobertura vegetal del suelo en base a especies nativas – empleo de abonos orgánicos mediante el reciclaje de residuos sólidos – sustitución y eliminación gradual de agroquímicos – prácticas ancestrales de conservación de suelos”

Inclusive está el párrafo: “No se introducirán en el país paquetes tecnológicos agrícolas que involucren semillas genéticamente modificadas de especies de las que Bolivia es centro de origen o diversidad, ni aquellos que atenten contra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana”

Pero a continuación están las siguientes frases que preparan la aceptación de los transgénicos: “Producción de semillas mejoradas – especies introducidas adaptadas – alianzas estratégicas con sectores privados que se dedican a la producción y acopio de semillas – productos destinados al consumo humano de manera directa o indirecta que sea, contenga o derive de organismos genéticamente modificados debidamente identificados e indicar esta condición”. Es decir, se da por aceptado el tratamiento de alimentos, semillas o especies modificadas genéticamente. Hecha la ley, hecha la trampa.

Se asesta el golpe en el Artículo 19 “Política de intercambio y comercialización: Inc. 5. “Disposiciones para el control de la producción, importación y comercialización de productos genéticamente modificados”.  Se abre la norma a la alteración del genoma que Madre Naturaleza preparó en miles de años, se retorna a la privatización esta vez de semillas artificiales y se trabaja en favor de grandes capitales.

Ahora conocemos que durante el gobierno de Carlos Mesa se instruyó, por presión de los productores, la aprobación de la Soya Roundup Ready a pesar de las advertencias  universitarias y el Min. Salud sobre estudio de inocuidad de Monsanto, la transnacional que además produce glifosato plaguicida venenoso para la salud del ser humano.

Sabemos que en Perú la empresa Ventria Biosciences experimenta con arroz modificado con genes humanos para la diarrea de niños cuyas madres ignoran son  objeto experimental. Ahora está en peligro el maíz, nuestro maíz, el mejor del mundo; resulta que somos país, centro de origen y diversificación con 77 razas.

La ley va contra la CPE, la Ley de la Madre Tierra, Reglamentos, Tratados Internacionales y sobre todo, contradice la Cumbre de Tikipaya.

Ahora el PL pasa a Senadores donde es posible se recapacite y modifique el grave error legislativo. Finalmente, puede el Presidente vetarlo en aras a la coherencia ideológica pues el proyecto así aprobado es un golpe a la esencia natural de nuestra naturaleza, la Pacha Mama defendida en Tikipaya y en tribunas internacionales.

Continúa la lucha contra la capitalización neoliberal, contra la venta de las empresas estratégicas, la protección del agua, la nacionalización industrialización de los hidrocarburos. ¡No privaticemos ahora las semillas! ¡Respetemos los derechos de la Madre Naturaleza en su estructura vital y en su lenguaje biológico! ¡Se prohíben los transgénicos en Bolivia!

¡Atención ley de transgénicos!

Al conocer que el Gobierno ha confirmado que impulsa la aprobación de una nueva ley que se titula Ley de Revolución Productiva Comunitaria y Agropecuaria para permitir la producción y comercialización de alimentos transgénicos, quedé escandalizado por la tremenda insensatez de algunos políticos ígnaros. La mayoría parlamentaria puede levantar la mano sin saber qué está aprobando y eso se llama sectarismo estúpido. El ministro Carlos Romero sale con una oratoria muy poco respetable; debe ingresar a Google y escribir Transgénicos-Peligros y Riesgos, luego apretar la tecla “enter”; tendrá toda la información conveniente. También puede escribir a Fortunato Esquivel. Un adelanto enumerado muestra los devastadores efectos de los cultivos genéticamente modificados. 1. Resistencia a los antibióticos. 2. Recombinación de virus y bacterias dando origen a nuevas enfermedades. 3. Mayor nivel de residuos tóxicos en los alimentos. 4. Muerte de insectos no objeto. 5. Generación de alergias. 6. Efectos secundarios graves de los transgénicos. 7. Efectos desconocidos y no previsibles, incluso mortales. 8. Peligros para el medio ambiente. 9. Generación de resistencia. 10. Mayor contaminación química. En resumen sintético va el detalle científico… “La ingeniería genética aplicada a la creación de transgénicos es la introducción de genes que determinan cierta resistencia a los antibióticos marcadores. Éste es el caso del maíz transgénico que posee un gen resistente a la ampicilina por lo que una sola mutación de este inducirá una resistencia a los antibióticos del grupo de las cefaloporinas. La abundante utilización de bacterias, virus y plásmidos en la creación de transgénicos ha dado resultado a la creación de nuevas cepas patógenas de enfermedades existentes (más resistentes) o de nuevas enfermedades. (Léase lo que sucede hoy con el bacilo Coli que ya dio más de 30 muertos en Alemania por las espinacas contaminadas). Al ser resistente a los agroquímicos, los mismos son utilizados en grandes cantidades; es el caso de la soja transgénica RR resistente al herbicida glifosfato. La mayoría de los alimentos transgénicos contendrán proteínas para las cuales no se tienen métodos seguros para determinar si poseen o no capacidad alergénica. La incertidumbre sobre la inocuidad de los transgénicos utilizados en medicina quedó en evidencia en mayo de 1999, la Asociación Diabética Británica, por el informe realizado en el año 1993, donde unos 15.000 miembros de dicha asociación (el 10 por ciento ) denunciaron diferentes grados de molestias físicas desde que usaron la insulina transgénica, de efectos ligeros hasta muy graves, hipoglicemia y coma diabético. Las técnicas utilizadas no son precisas para controlar la ubicación del nuevo gen en la cadena cromosómica pudiendo quedar fuera o dentro del núcleo recombinándose con imprevisibles consecuencias, murieron 37 personas y 1.500 quedaron con graves secuelas permanentes por ingerir triptófano transgénico. Se ha detectado transferencia transgénica a cultivos nativos, incluso a bacterias y virus del suelo. El polen de estos cultivos -maíz, por ejemplo-, puede matar a las orugas de otras especies (como la mariposa monarca) como lo demostró la Universidad de Cornell en 1999 y se reducen los heterópteros, abejas, aves y carábidos depredadores. El uso masivo de la toxina Bt, de glifosato y otros herbicidas está generando resistencia en las plagas de insectos y malezas que se propone combatir. Por ser genéticamente resistente a los pesticidas obliga a los agricultores a combatir con agroquímicos mucho más tóxicos lesionado el medio ambiente. ¡Atención, la ley puede tener un efecto devastador tan grave como el gasolinazo!

*******

Print Friendly, PDF & Email