En las llanuras de Trípoli, los soldados de Cristo vieron grandes plantaciones y probaron los jugos que habían salvado del hambre a poblaciones sitiadas en Elbarieh, Marrah y Arkah. Los cruzados no eran tontos, al visualizar un multimillonario negocio, se apoderaron de plantaciones y molinos a medida que iban conquistando territorios.

Un día pasaron por las cercanías de Jericó, un lugar conocido como A-Sukkar, donde la miel sin abejas, era abundante. Allí tomó su nombre y se tornó en el “oro blanco” que vendieron  por gramos en las boticas de Europa. Así comenzó la adicción que hizo ricos a sus productores. Los españoles lo trajeron hasta América.

El Bolivia, varios ingenios, a los que pronto se sumará uno nuevo en La Paz, producen varios centenares de miles de toneladas para el consumo local y la exportación. Pero, a partir del primero de enero, el azúcar nuestro de cada día desapareció, al punto de ser necesaria su importación.

Miles de consumidores, familias enteras, deambulan de barrio en barrio, promocionando largas filas para proveerse del endulzante. Se notan rostros desesperados, como los que se ven, de vez en cuando, en los adictos a la cocaína y otras drogas que causan dependencia.

¿El azúcar, será una droga que causa dependencia? No es de creer, pero hay quienes aseguran que, así es. Dicen que el azúcar “refinado” es una droga, no tiene valor nutricional, causa adicción y problemas de salud.

En cada cucharadita, hay sólo 16 calorías y parece que no puede causar mal alguno, pero los entendidos dicen que cuando se lo consume, el sistema inmunológico se debilita durante seis horas, lo que nos hace vulnerables a los gérmenes, virus y bacterias nocivas. El azúcar, según informan, reduce las ganas de comer alimentos nutritivos como las verduras.

Los estudiosos, sostienen que el alto consumo de azúcar es culpable de enfermedades como la diabetes, hipertensión, obesidad, cáncer, Alzheimer y otros. Cada vez que ingerimos este polvo blanco, nuestro cuerpo entra en desequilibrio y las porciones de minerales acaban en desbande, según los estudiosos.

Si eso ocurre días tras día, mes tras mes y año tras año, el cuerpo se desgasta severamente, hasta llegar a su total agotamiento. Desde niños, nos han dicho que el azúcar aporta energía y es vital para el funcionamiento del cerebro. No se niega que el cuerpo precisa glucosa, pero no del “azúcar blanca”, sino de las frutas, verduras y alimentos orgánicos.

La desaparición u ocultamiento, está provocando verdadera desazón entre quienes no pueden pasar el día sin su dosis diaria de azúcar. También los industriales que día a día proporcionan ingentes cantidades en refrescos, chocolates y dulces de toda clase.

Los que manipulan los ingenios, siempre encontrarán toda clase de justificativos para provocar problemas al gobierno y a ello ayudarán esos opinadores, que siempre están al servicio de la oposición.

Menos mal, que cada día, más y más personas están controlando su adicción al azúcar y lo están sustituyendo con miel, Stevia y otros medios. También existen quienes definitivamente no lo consumen y prefieren que su cuerpo extraiga sus necesidades de glucosa de las frutas.

Pero la fabricación de azúcar es una industria multimillonaria. Maneja mucho dinero y proporciona muchos enfermos a los médicos que a su vez se enriquecen tratando de curar a millones de diabéticos. Es ciertamente una industria de la que dependen muchos. Así lo entendieron los cruzados al descubrirlo en las tierras santas y así lo entienden los dueños de ingenios, que dicho sea de paso, no suelen consumir el producto que fabrican.

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