La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) recomienda a los países del sur desarrollar cultivos orgánicos y reducir el uso de químicos contaminantes mediante la gestión integrada de plagas, en su informe Comercio y Medio Ambiente 2009-2010 publicado en febrero.

En marzo, la FAO contradice a la UNCTAD y lanza una campaña mundial para promocionar los cultivos transgénicos. Del 1 al 4 de marzo se celebró en Guadalajara, México, una reunión técnica convocada por la FAO para analizar “las oportunidades” de la biotecnología en la producción de alimentos, y fomentar “asociaciones” que fortalezcan la capacidad de los países en desarrollo “para escoger y usar las tecnologías apropiadas” en el terreno de la alimentación.

La UNCTAD asegura que la agricultura sostenible podría generar utilidades económicas y crear nuevos empleos en las naciones del sur, pero la FAO considera que los alimentos modificados genéticamente pueden paliar el hambre en los países en desarrollo. Movimientos sociales, gremios campesinos e infinidad de ONGs no entienden por qué la FAO promociona alimentos transgénicos sin tomar en cuenta sus efectos negativos en la agricultura, en la salud pública, en la biodiversidad y sobretodo en la soberanía económica de las naciones pobres. Resulta inconcebible que la FAO invite al debate en Guadalajara a multinacionales como DuPont, Monsanto y otras que monopolizan la producción mundial de alimentos y semillas patentadas.

Está claro que la FAO sólo busca contrarrestar la creciente oposición mundial hacia los transgénicos, denuncian activistas de la Vía Campesina, Greenpeace, el Grupo ETC, la Red en defensa del Maíz y decenas de organizaciones no gubernamentales que luchan contra los transgénicos porque “nos roban el futuro”. Greenpeace México recordó a la FAO que su deber es “proteger el maíz y otros granos básicos del mundo de la contaminación transgénica”, además de esforzarse en conseguir una alimentación suficiente y sana para la humanidad.

El director ejecutivo del Grupo ETC de Canadá Pat Mooney y otros investigadores afirman que la biotecnología no resolverá el problema del hambre en el mundo, y por el contrario pondrá en jaque la autonomía de los productores rurales en todo el mundo. Mooney asegura que a las transnacionales nunca les interesó la alimentación de los pobres en Sudamérica, ya que sus mayores proyectos investigativos actuales están encaminados a las cosechas de crisantemos y de flores en general. De ahí que su verdadero interés es romper las resistencias a los cultivos de transgénicos y conquistar nuevos mercados, principalmente en Europa, porque lo único que les interesa es obtener ganancias.

Es curioso que la FAO promueva el consumo de cultivos transgénicos para resolver el problema del hambre, pese a haber reconocido que para mitigar la pobreza y la inseguridad alimentaria es esencial el desarrollo ganadero. Los productos pecuarios aportan micronutrientes esenciales que no se obtienen fácilmente de otros productos alimentarios vegetales, destaca la FAO.

En su informe anual sobre la producción pecuaria global, la FAO subraya que el ganado es esencial para la subsistencia de casi mil millones de pobres, al proporcionar ingresos, alimentos de alta calidad, fuerza de tiro, material de construcción y fertilizante. De acuerdo con la FAO, el sector pecuario experimenta uno de los ascensos más rápidos en la agricultura, y representa el 40 por ciento del valor mundial de la producción agrícola.

A nivel mundial, el sector pecuario contribuye al 15 por ciento del total de la energía alimentaria y el 25 por ciento de las proteínas incluidas en la dieta. Por eso el director general de la FAO Jacques Diouf significó la trascendencia de identificar y definir el papel del gobierno como piedra angular para el desarrollo futuro del sector ganadero.

El avance de los transgénicos en el mundo

Agricultores y ambientalistas de la India respiran aliviados tras la decisión del gobierno de aplazar la introducción del cultivo de berenjena genéticamente modificada con fines comerciales, a la cual se le adicionó un gen tomado de una bacteria que lo hace tóxico para las plagas. El ministro indio de Medio Ambiente Jairam Ramesh informó que la medida estará vigente en la India, el mayor productor de berenjenas del mundo, hasta tanto no se ofrezcan garantías científicas sobre la seguridad del producto para la salud humana y ambiental, incluyendo la riqueza genética de las berenjenas.

La moratoria es un buen paso en el camino hacia la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria, aseguró el activista de Greenpeace Jai Krishna, pero de ninguna manera libra del riesgo de que el alimento, muy popular en la India, sea cultivado ilegalmente. En Vietnam, una variedad de arroz OM6162 más resistente a la sequía fue desarrollada por el Instituto de Investigaciones del delta del Mekong.

El director del Instituto Le Van Banh destacó que la variedad mantiene un crecimiento sostenido en condiciones adversas, como la sequía, las inundaciones o la salinización del terreno. Hasta el momento, el Instituto ha creado 31 variedades de arroz que sobreviven a la sequía y otras 14 con tolerancia a la sal. Banh precisó que la OM6162 puede ser cultivada en diversos tipos de suelo, con una productividad de cinco toneladas por hectárea en verano y ocho en la cosecha invernal, amen de cumplir con los requisitos para la exportación.

Por otro lado, expertos de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, hallaron que los 20 cromosomas de la soya tienen 46.430 genes, varios miles más que el trigo y un número similar al del álamo, también poseedor de más de dos series de cromosomas. El hallazgo contribuirá a crear variedades resistente a las enfermedades y a reducir los residuos que dejan la industria porcina y avícola. Esa leguminosa es muy importante para la alimentación humana y animal, así como para la fabricación de biocombustibles.

“Con esta información en nuestras manos podemos encontrar los genes que contribuyen a producir más aceites y mejores biocombustibles”, indicó Scott Jackson, autor principal del trabajo e investigador de la universidad estadounidense de Purdue. Al otro lado del mundo, la Comisión Europea (CE) autorizó el cultivo de papa transgénica Amflora, producida por el grupo alemán BASF. Los países prestos a utilizarla serían Suecia, Holanda, República Checa y Alemania. G

reenpeace Francia señaló que este país tiene el derecho y el deber de establecer una nueva cláusula de salvaguardia sobre el cultivo de este Organismo Genéticamente Modificado (OGM) en su territorio, mientras que el Partido Socialista exigió prohibir este cultivo, tal como se hizo con el maíz OGM de Monsanto.

En la última década, las semillas de Monsanto han crecido un 90% en cultivos de soya de EE.UU. y en 85% en cultivos de maíz. En el ciclo agrícola 2010, Monsanto planea comercializar en el mercado norteamericano y canadiense una nueva versión de maíz genéticamente modificado denominado Genuity SmartStax. Monsanto inserta genes de otras especies en el ADN de los alimentos, alterando la naturaleza de éstos, en algunos casos para que sean más resistentes al herbicida Roundup y en otros para que produzca proteínas tóxicas que actúen como plaguicidas.

Las consecuencias de estos experimentos eran desconocidas hasta hace poco, pero ahora está demostrado que comer alimentos con grandes cantidades de residuos de Roundup afecta al sistema endocrino y puede alterar de manera significativa la función de las hormonas sexuales. Investigadores de la Universidad de California, en Berkeley, demostraron que la atracina, un herbicida común, puede cambiar el sexo de las ranas, divulgó la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS).

Los científicos de Berkeley analizaron a 40 ranas y encontraron que las expuestas al químico tenían poco desarrollo laríngeo, niveles bajos de testosterona y una reducción de la glándula de reproducción. Los animales también perdieron el deseo de aparearse, su producción de espermatozoides decayó y su fertilidad también mermó. Lo más preocupante fue el cambio de sexo observado en algunas ranas.

El herbicida castró a las ranas macho adultas, el 90 por ciento de los animales estudiados tenía características feminizadas, y lo más alarmante fue que el 10 por ciento se transformaron en hembras que copularon con otros machos y depositaron huevos funcionales. Los efectos nocivos de la atracina también han sido observados en peces cebra y ranas leopardo. Se ha demostrado que ese químico afecta la producción de espermatozoides en salmones macho y lagartos. En humanos, la exposición a la atracina está relacionada con la disminución de la fertilidad y la baja producción de espermatozoides.

En un estudio de 2008, el gobierno austriaco demostró que el maíz transgénico con el que se alimentó a ratones durante varias generaciones, dio lugar a problemas de fertilidad y debilitamiento de riñones. Bayer ha tenido que sacar del mercado al endosulfan, un potente disruptor endocrino que se acumula en el suelo, el aire, los plásticos, el agua y los alimentos, pasa a la sangre y a los tejidos grasos, e induce al cáncer de mama y malformaciones en el aparato reproductor masculino en niños.

¿Y el principio de precaución?

“La cuestión del hambre en el mundo no es simplemente el resultado de la falta de inversión o de producción (sino) de la injusticia social, de la discriminación y de la marginación de la población de las áreas rurales”, recalca el relator de la ONU sobre el derecho a la alimentación Oliver De Schutter.

El hambre no depende tanto de la escasez material sino de la insuficiencia de recursos de tipo institucional. Es decir, falta un sistema de instituciones económicas capaces de asegurar el acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada desde el punto de vista nutricional, y con la voluntad para afrontar las causas que provocan la crisis alimentaria, es decir los fenómenos naturales y la irresponsabilidad política nacional e internacional, reflexiona el Papa Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate.

El Papa, De Schutter, el subdirector general de la FAO José María Sumpsi, el secretario general de la ONU Ban Ki-moon y decenas de especialistas coinciden en que se necesitan cambios estructurales para enfrentar al hambre y a la crisis climática, como por ejemplo volver a las prácticas agrícolas locales y en pequeña escala. El cultivo de transgénicos refuerzan el control de la alimentación mundial de unas pocas empresas multinacionales dictadoras, y supone un riesgo de contaminación genética y de suelos, pérdida de biodiversidad, insectos y hierbas más resistentes y efectos imprevisibles e irreversibles en el conjunto de los seres vivos. La FAO vulnera el principio de precaución al promover transgénicos probadamente tóxicos para la salud humana.

Con información de Prensa Latina; CCN (Byron Richards) y http://www.larryleptin.com/

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