Llamamos a los pueblos y a los gobiernos a sacudirse con la misma fuerza con que la tierra sacudió hasta los cimientos de la vida de ese digno y valiente pueblo, afectando directamente a una tercera parte de la población – tres millones de personas – y sumando una destrucción de inimaginables proporciones a lo que ya era, para la inmensa mayoría, una situación de tremenda precarización con la violación cotidiana de sus derechos humanos más elementales.
Esta tragedia sobrepasa las fronteras de Haití, siendo responsabilidad de la comunidad internacional dar una respuesta de socorro inmediata a las víctimas y de recursos y políticas a corto y mediano plazo que contribuyan, con todos los medios que la realidad exige, para que el pueblo haitiano pueda reconstruir su propio país y futuro, libre de las dominaciones y dependencias que tanto han marcado su vida. Sin duda tiene la fuerza necesaria, y junto a ello, no podemos permitir que esta tragedia sea aprovechada por quienes siempre han buscado doblegar esa voluntad, para imponer una reconstrucción a modo y semejanza de sus intereses mezquinos.
A lo largo de los últimos años y junto con muchas organizaciones haitianas, hemos denunciado la ocupación militar por parte de las tropas de la ONU y los impactos de la dominación impuesta por medio de la deuda, el libre comercio, el saqueo de su naturaleza y la invasión de intereses transnacionales. La condición de vulnerabilidad del país a las tragedias naturales -provocada en gran medida por la devastación del medio ambiente, por la inexistencia de infraestructura básica, por el debilitamiento de la capacidad de acción del estado- no está desconectada de esas acciones, que atentan históricamente contra la soberanía del pueblo.
Es momento que los gobiernos que forman parte de la MINUSTAH, las Naciones Unidas y especialmente Francia y Estados Unidos, los gobiernos hermanos de América Latina, revean esas políticas a contramano de las necesidades básicas de la población haitiana. Exigimos a esos gobiernos y organizaciones internacionales sustituir la ocupación militar por una verdadera misión de solidaridad, así como la urgente anulación de la ilegítima deuda que hasta el día de hoy se cobra a Haití. Exigimos que los recursos destinados para el auxilio y la reconstrucción no generen nuevo endeudamiento ni que se les impongan condicionalidades o cualquier otra forma de imposición externa que desvirtúen ese objetivo, como es la práctica de las Instituciones Financieras Internacionales como el Banco Mundial, el BID y el FMI, los llamados «países donantes» y las empresas que ellos benefician.
Es hora que la comunidad internacional, y en particular los países e intereses que se han enriquecidos a costa de ello, reconozcan y cumplan con su deber de reparar las deudas históricas, sociales, ecológicas y climáticas que han venido acumulando para con el pueblo haitiano. Es hora de reconocer además, que históricamente son las mujeres quienes no solo llevan una carga desproporcionada de los costos de una tragedia como esta, sino que también puedan y deban ser artífices protagónicas del proceso de reconstrucción.
Llamamos también a los movimientos y organizaciones del mundo entero, a las personas vinculadas sobre todo con la salud y el hábitat popular, la cultura y la comunicación, a movilizarse, creando y sumándose a las campañas de apoyo, organizando comités locales para el envío de recursos y brigadas solidarias en este momento tan difícil. Compartimos con el heroico y resistente pueblo haitiano nuestro luto y solidaridad, con la certeza que el país resurgirá libre y soberano.
Primeras firmas:
Jubileo Sur/ Américas
Jubileo Sur Global
Invitamos a sumar adhesiones e información acerca de sus acciones solidarias, comunicando a la dirección haiti@jubileesouth.org o directamente a la secretaría de Jubileo Sur/Américas, jubileosur@wamani.apc.org