El río Madera es el afluente del Amazonas, el mayor río del planeta con mayor volumen de agua (y de sedimento). Su caudal pasó de 51 millones de litros de agua por segundo. Es el mayor registrado en 100 años en la estación de Porto Velho, la capital de Rondonia. Con 500 mil habitantes, la ciudad es el lugar más afectado por la elevación del río, que está 18 metros por encima de su nivel normal. Más de dos mil familias ya tuvieron que abandonar sus casas.
Los daños ya evaluados en 360 millones de reales, tienen la dimensión de esa vasta cuenca. Como consecuencia, el Estado del Acre, al oeste, está aislado por tierra del resto de Brasil. Si el Madera continua incrementandose en las últimas semanas, el estado de alerta que llegó al nivel 2, podrá llegar a la etapa siguiente y final, el nivel 3. Será una tragedia.
La esperanza es de que el río pueda tener un reflujo. Paró de llover en parte de sus cabeceras. Luego, ese estiaje (que puede ser interrumpido) deberá influir sobre el curso del río, disminuyendo su volumen. Pero los estragos continuarán La estación de lluvias se extiende hasta Abril.
Quién vive en la Amazonía está acostumbrado a las inundaciones. Ocurren durante la mitad del año en la gran cuenca, que alcanza 3.5 millones de kilómetros cuadrados. Los otros seis meses son de reflujo. Pero cuando el río alcanza ese tamaño, da miedo y causa profundos daños. La imagen de diluvio deja de ser una exageración ante estos paquidermos cuaáticos, que afectan millares de kilómetros de extensión.
Rondonia, sin embargo, vive una experiencia diferente. El crecimiento sin igual del río en un siglo encontró en su camino dos de las mayores hidroeléctricas del país, ya en fase de operación Fue la primera confrontación del río en su plenitud conocida y las dos enormes obras de concreto y fierro del hombre, capaces de proveer energía a seis millones de personas. Una pelea inédita en aquella región, Y aún poco conocida en Brasil. Tanto que la opinión pública nacional no se está dando cuenta de la gravedad de la situación en la cuenca del Madera. Ni aún los medios.
En Porto Velho pronto comenzó a circular el rumor de que las dos represas no soportarían la presión excepcional de las aguas y se romperían. Un periodista llegó a anticipar en su blog que 50 mil personas morirían ahogadas si ocurriese el accidente. Sería el tsunami amazónico.
Um rumor escandaloso tiene alguna razón de ser. Lo que estaba amenazado (amenaza aún no totalmente descartada) era el canal hidráulico de tierra construido frente de la represa de la hidroeléctrica de Jirau, la primera represa en el sentido del curso del río. En una represa provisoria para la construcción en seco. Cuando la estructura está lista, el canal hidráulico se levanta.
Por coincidencia, en el momento exacto en que el Madera alcanzó su pico de caudal, de más de 51000 metros cúbicos de agua por segundo, entraba en operación la 30ª de las 50 unidades generadoras de Jirau, que pasaba a producir 2150 MW de los 3750 MW que constituyen su capacidad nominal de energía (semejante a la de la hidroeléctrica siguiente, de Santo Antonio).
Tal vez el canal hidráulico ya hubiese sido destruido si un incidente providencial no hubiese ocurrido. Para generar aún más energía de la capacidad del proyecto, la hidroeléctrica de Santo Antonio, río abajo, elevó su cota encima de lo que fue aprobado. Con eso, generó desencuentros con Energía Sustentable del Brasil, la empresa que construyó Jirau.
El impase subió a la esfera administrativa y aún no fue resuelto, Para protegerse del efecto del remanso de agua, a consecuencia del niel más elevado de Santo Antonio, el canal hidráulico de Jirau también fue alterado. Probablemente eso le está salvando de ser arrastrado por el furioso Madera.
Si el canal hidráulico sucumbe al final, el daño material (y de cronograma) será significativo. Aún así, no significa que la estructura de concreto pase a sufrir el riesgo romperse.
Al contrario de las dos otras grandes hidroeléctricas de la Amazonía (Tucuruí, en operación, y Belo Monte, en construcción), Jirau y Santo Antonio, tienen represas bajas. Son, como dicen los técnicos, casi al hilo del agua. Funcionan con agua prácticamente corriente, sin formar embalse. Eso es posible porque funcionan con unidades generadoras bulbo.
Estas son mucho menores que las máquinas convencionales, que necesitan de gran volumen de agua para alcanzar su plena capacidad. Las turbinas bulbos funcionan en horizontal (no en vertical, como las otras). Demandan poca agua y una inclinación de un tercio de caída necesaria para la activación de los picos de las gigantescas turbinas de Tucurui, por ejemplo. Cada una de las 22 que fueron instaladas en la casa de fuerza de la represa del río Tocantins, en Pará, exige 500 mil litros de agua por segundo.
Si las características de las dos hidroeléctricas del Madera es positiva por ese ángulo, dejando de inundar áreas mayores del bosque denso que ocupa los márgenes del río (y sus poblaciones), por otro lado, las represas no desempeñan las funciones de regular el caudal, formando embalses o lagos artificiales, como el de Sobradinho (el mayor del país, con 4.2 mil Km2) y Tucuruí (3mil km2). Sus compuertas prácticamente no retienen agua. Lo que llega a la estructura, pasa.
Y al pasar con el volumen que el Madera alcanzó, sujeta todo lo que está en el camino a los caprichos del enorme curso de agua. Es algo para pensar antes de construir una hidroeléctrica detrás de otra en una región tan colosal y diferente como la Amazonia.
Enviado para Combate Racismo Ambiental por Roberta Graf.
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