17 Ene
2014

A mediados de 2012, la empresa Monsanto señaló que iba a construir una de las plantas de acondicionamiento de maíz transgénico más grande del mundo en la Provincia de Córdoba, en un sitio llamado “Malvinas Argentinas”.  Las poblaciones de la provincia ya han sufrido el impacto de estar rodeados de plantaciones de soya donde se hacen continuas fumigaciones con glifosato, lo que ha deteriorado la salud de la población, y ahora han dicho basta.  Desde el mes de octubre se mantiene una ocupación del predio para impedir que la empresa avance con los trabajos de construcción de la planta, y hasta ahora lo han logrado, a pesar de las continuas intimidaciones y amenazas que han sufrido varios de los líderes y lideresas del “acampe”.  Ya le ganaron la primavera a Monsanto (que es la época de siembra). Ahora van por el verano. Artistas, científicos, activistas de todo el país y de otras regiones del mundo están acompañando este proceso.

No menos inspirador es el proceso que se adelante en Costa Rica.  Desde que se anunció la aprobación de cuatro eventos transgénicos de maíz en el país, la sociedad se organizó y su estrategia fue la promoción de cantones libres de transgénicos en toda la Nación.  Ha sido un trabajo de hormigas, hecho a nivel territorial y cada cierto tiempo nos anuncia que hay un nuevo “Cantón Libre de Transgénicos”.  Al momento más del 80% del territorio costarricense ha sido declarado libre de transgénicos (69 cantones). Ahora se proponen pasar una ley de moratoria indefinida a los cultivos transgénicos en todo el territorio tico. Pura Vida.

Desde hace un par de años se instaló en México el Tribunal Permanente de los Pueblos que se ha centrado en juzgar los impactos del Tratado de Libre de Comercio de América del Norte. En una de las audiencias temáticas, “Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía”, se analizaron las agresiones al maíz nativo (por ejemplo la contaminación genética, el control monopólico de las semillas, entre otras), en un país donde el maíz es parte consustancial de la vida de la gente, y donde el 70% de la alimentación provienen de la producción campesina.

La audiencia “Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía” fue coordinada por la Red en Defensa del Maíz, contó con la presencia de más de 280 participantes de varios estados y presentó casos y testimonios desde cinco perspectivas: 1) Colisión campo­ciudad, 2) Territorialidad, subsistencia y vida digna, 3) Contaminación transgénica del maíz en el centro de origen mundial 4) Políticas de exterminio contra el Pueblo Maya (incluyendo los impactos de la soya transgénica en la península de Yucatán) y 5) Argumentos científicos sobre cultivos transgénicos en México con énfasis en el maíz.

Entre las conclusiones y recomendaciones del jurado, se destacó la gravedad de los riesgos ambientales, a la salud y económicos a que se somete al centro de origen global del maíz, así como a las bases del sustento de los pueblos que lo crearon y legaron para bien de la humanidad, y también a la seguridad alimentaria mundial, se debe prohibir la experimentación, liberación y circulación de maíz transgénico en México. En términos inmediatos se recomendó reinstalar la moratoria contra cualquier forma de liberación de maíz transgénico. Señala también la gravedad de la destrucción de la apicultura, fundamentalmente de familias campesinas y en la península de Yucatán, debido a los daños de las abejas por el alto uso de agrotóxicos que significan los transgénicos y debido a la contaminación con polen transgénico, por lo que, existiendo alternativas de producción que no dañan la apicultura, se deber eliminar la producción de soja transgénica.

Las leyes de semillas que fortalecen el control monopólico fue otro de los temas que marcaron los procesos de resistencia en el 2013.

En esa línea, Colombia estuvo paralizada entre agosto y septiembre por un paro agrario. Entre otras razones, este paro se desencadenó por la prohibición gubernamental a que los campesinos usen sus semillas propias y otras  semillas de origen nacionales no certificadas (es decir, semillas nativas y criollas) en beneficio de las empresas semilleristas extranjeras especialmente las venidas de Estados Unidos, según lo contemplado en el Tratado de Libre Comercio (TLC).  A través de la Resolución 970/2010, que  reglamenta y controla la producción, importación, exportación, almacenamiento, comercialización y transferencia gratuita de semillas (incluyendo las semillas transgénicas) se habían decomisado y quemado inmensas cantidades de semillas, especialmente de arroz, acontecimientos que pueden ser entendidos con mayor profundidad en el documental 970 (disponible en youtube). Luego del paro se derogó la Resolución 970, pero tenemos que se prepare una norma similar.

Movilizaciones en torno a nuevas leyes de semillas han tenido lugar también en Chile, donde el tema fue parte del debate en las elecciones presidenciales recientes, y lo que está en juego es la aprobación de una ley a través de la cual este país se adhiere al acuerdo internacional que norma la propiedad intelectual de semillas (UPOV 91) que da mayores privilegios a las grandes empresas semilleras del mundo en detrimento de las semillas campesinas.

En otros países en los que se debaten leyes de semillas similares son Venezuela y Argentina.

En el 2013 se cumplieron 10 años desde que se hizo la primera aprobación legal de las semillas transgénicas en Brasil. En este contexto se realizó en la ciudad de Curitiba  – Paraná un seminario internacional,  que constituyó un momento importante para reactivar el debate sobre los transgénicos en Brasil, que hasta el momento estaba más centrado en los impacto de los agroquímicos que se usan de manera masiva en el país, y que están relacionados con los cultivos transgénicos. Recordemos que Brasil pasó a ser el primer consumidor de agrotóxicos en el mundo y el segundo productor de transgénicos. En el seminario se analizó el rol de Brasil en promover los OGM en otros países de América Latina (especialmente Paraguay y Bolivia, por donde se exporta la mayor parte de la producción), así como en algunos países africanos, especialmente Mozambique. Se hizo un importante análisis del papel que están jugando las comisiones nacionales de bioseguridad, que es la instancia que -con distintos nombres- trazan las políticas de bioseguridad en la mayoría de países de la región. Se evidenció el sesgo pro-transgénicos de estas comisiones, por lo que se han convertido en la puerta de entrada de los cultivos genéticamente modificados en la región.

Un aspecto analizado con mucha preocupación fue la posibilidad que en este país se apruebe una nueva ley que legalice los cultivos Terminator, los mismos que están prohibidos por el Convenio de Diversidad Biológica.

También se vio con preocupación la promoción que se hace al nuevo fréjol transgénico de Embrapa que se lo está presentando como el ejemplo de lo que deben ser los transgénicos en el futuro: es desarrollado por una empresa estatal, es un cultivo importante desde el punto de vista de la soberanía alimentaria (y no como los OGM anteriores cuyo destino principal es la industria de aves de granja), no está diseñado para ser usado con agrotóxicos (aunque se dice que Embrapa podría establecer acuerdos con alguna empresa transnacional para permitir la apilación de este tipo de transgenes) y no usa la tecnología del ADN recombinante, sino el silenciamiento de genes a través de la manipulación del ARN de interferencia, tecnología que pocos conocemos y entendemos sus impactos potenciales.

En el 2013 se ha reactivado en varios estados de los Estados Unidos campañas por demandando normas sobre etiquetado de alimentos transgénicos, con algunas pérdidas (como California,  ) y algunas ganancias (como Minnesota y Missouri para el salmón transgénico), mientras que estados como Oregón se intentará introducir leyes en 2014. Este es un debate que se lleva a cabo también en el Ecuador, después de la resolución de la Superintendencia de Control del Poder de Mercado que exige el etiquetado en cumplimento de normas que están vigentes desde el 2001.

Por otro lado, en Argentina se sigue demandando que las empresas que siembran cultivos transgénicos, por lo menos mantengan ciertas distancias de los centros poblados. Fallos judiciales de Chaco, Salta, Córdoba, Formosa, Santa Fe y Buenos Aires establecen ya límites de entre 800 y 1500 metros para las fumigaciones con agroquímicos, al tiempo que médicos de pueblos fumigados, en base a estudios científicos, y organizaciones sociales impulsan leyes con distancias similares.

Algunos retrocesos, desde nuestra perspectiva este año incluyen:

·      En el Cono Sur hace su debut la soya intacta de Monsanto: con resistencia a herbicidas y a insectos, duplicando los impactos del cultivo en la población local

·      Hay algunos retrocesos importantes en la región: Panamá se aprobaron cuatro eventos de maíz transgénicos

·      En Paraguay se aprueban varios eventos transgénicos de maíz, algodón y soya

·      En Canadá se aprueba el salmón transgénico.  En este país se desarrollarían los huevos del pez, y si crianza se haría en Panamá, para ser consumidos finalmente en Estados Unidos

·      En Brasil se liberan cada semana grandes cantidades de mosquitos transgénicos para el control del dengue, pero al mismo tiempo en Cataluña se han prohibido la liberación de la mosca del olivo, manipulada genéticamente por la empresa británica Oxitec.

Mientras tanto, siguen proliferando los super insectos y las super malezas como resultado del uso intensivo de las semillas transgénicas, la gente que vive en las zonas de influencia de las plantaciones transgénicas sigue enfermándose, y los campesinos continúan perdiendo control sobre sus semillas. Los bosques y otros ecosistemas naturales siguen sediento el paso a los monocultivos de soya y maíz GM.

Por otro lado, en el año 2013 continuó el necesario debate sobre el rumbo que está tomando el desarrollo científico, cada vez intervenido por la industria, cada día menos independiente. Es así como, luego de cambiar a su editor,  la revista Food and Chemical Toxicology exigió al Dr.  Gilles-Éric Séralin y su equipo de investigación de que se retracte por la publicación que haría el año pasado en la que encontró una serie de alteraciones en ratas, relacionadas con una alimentación basada en  un maíz transgénico con resistencia a glifosato de Monsanto. Es importante señalar que el nuevo  editor  es Richard Goodman, ex funcionario de Monsanto.  La revista  tradicionalmente publicaba artículos críticos a los transgénicos a partir de investigaciones hechas por científicos independientes.  Con este cambio, podría decirse que Monsanto se compró la revista científica.

No es la primera vez que científicos, luego de presentar sus resultados que dan cuenta de impactos de los cultivos transgénicos son perseguidos, una especie de nueva Santa Inquisión.  Este ha sido el caso del Arpad Puztai por sus estudios con papa transgénica en el Reino Unido, de Ignacio Chapela  y Antonieta Gutiérrez (contaminación de maíz nativo), Andrés Carrasco (impactos del glifosato en embriones de anfibios) y el mismo Seralini por estudios anteriores, entre otros.

Por otro lado, año el Premio Nobel Randy Schekman declaró que nunca más va publicar en revistas tales como Nature, Science y Cell, pues no son revistas de acceso abierto y cuyos editores no son científicos sino profesionales del mundo editorial, más preocupados por el eco que van a tener que por el contenido científico de sus publicaciones.  Y los científicos se preocupan más por el número de veces que su artículo es citado (aun cuando sea para contradecirlo) que por la repercusión que puede tener sus investigaciones para la ciencia y la sociedad.  Esto da lugar además a un tipo de ciencia por contrato, donde las evidencias son el resultado de los auspicios.

Por eso fue refrescante que en México un grupo de científicos asociados en la Unión de Científicos Comprometidos sostuvieran una reunión, en el marco del Tribunal Permanente de los Pueblos, en el que se presentaron evidencias importantes sobre las agresiones que ha sufrido el maíz en México, lo que ha conducido a su contaminación y erosión genética.

Veremos que nos depara el 2014, pero estamos seguros que continuaremos en la construcción de un mundo mejor y de la soberanía alimentaria basada en la producción campesina.

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