Hoy, por primera vez en la historia de nuestro país, se discute en las calles, los cafés, las filas de los bancos, las casas, la idea loca que tuvo el Ecuador de dejar una reserva de petróleo bajo el suelo. Las discusiones han sido gatilladas por la decisión del gobierno de terminar con la Iniciativa Yasuni-ITT que tras 6 años no logró levantar los fondos suficientes de la comunidad internacional para dejar indefinidamente bajo el suelo el petróleo del bloque ITT dentro del Parque Nacional Yasuni. En este blog hay una relación bastante completa de los sucesos: http://otra-educacion.blogspot.com.au/2013/08/lecturas-para-entender-y-defender-mejor.html.
Al dar por terminada la Iniciativa, el presidente Correa anunció: “el mundo nos ha fallado”, refiriéndose a que la comunidad internacional no dio el dinero que Ecuador merecía por su sacrificio. Anunció también que sin el petróleo del ITT Ecuador no podría salir de la pobreza ni alcanzar el Buen Vivir, frase con la cual el gobierno ecuatoriano ha renombrado al desarrollo. Desde entonces la consigna gubernamental ha sido “petróleo o muerte”: nos dibuja imágenes de extrema pobreza en un mar de abundantes recursos naturales. De extracción petrolera aséptica, casi como si fuera llevada a cabo en un quirófano. De ecologistas infantiles de panza llena que les gusta la pobreza de los ecuatorianos como parte del folclor. Por último, de oscuros intereses imperialistas (o eco-fundamentalistas de extrema izquierda como dicen aquí: http://bullazurda.org/2013/08/23/articulo-yasuni-entre-el-eco-fundamentalismo-y-el-socialismo-del-buen-vivir/) que buscan desestabilizar al gobierno de la Revolución Ciudadana. Últimamente ha empezado a caer la mentira y se admite que el Yasuni “ya está tocado” pues tiene 5 bloques petroleros operando ilegalmente en su interior. Ilegalmente porque su operación fue aprobada con la Constitución anterior a la de 2008, que prohibía terminantemente extraer petróleo de áreas protegidas.
Ahora bien, ¿qué y cómo respondemos los colectivos y personas que defendemos la no explotación petrolera en el Yasuni? Siguiendo la reflexión que me gatilló Antonio Malo (http://ecofilosofadas.blogspot.com.es/2013/08/la-naturaleza-no-existe-y-el-yasuni-itt.html), ensayo aquí un análisis de los 3 principales argumentos que se esgrimen desde la defensa del Yasuni y por qué creo que el argumento preservacionista, que llama a “no tocar” el Yasuni es erróneo.
1. El argumento preservacionista
Hoy sabemos que a lo largo de las fases de exploración, perforación, explotación, transporte e industrialización, la actividad petrolera provoca inmensos daños ambientales que llegan a ser irreparables: desestabilización de suelos, deforestación, erosión, pérdida de biodiversidad, ruido, pérdidas de ojos de agua, contaminación de aguas y del aire.
Los impactos son, sin duda, devastadores. Debido a eso, el principal argumento que se esgrime en el caso del Yasuni-ITT es el del preservacionismo: ‘No toquen el Yasuni’. Sin embargo, aparte de que el Yasuni está ya intervenido por la actividad petrolera, el argumento preservacionista es, lastimosamente, el más difícil de sostener. Es quizá el argumento que más agudiza la contraposición entre seres humanos y naturalezas, pues apela a una naturaleza-paisaje-que-no-debe-ser-tocada y coloca al ser humano como “el malo de la película” que mancilla recurrentemente a la madre naturaleza. Este argumento es fácilmente acorralado por el argumento del bienestar humano. Dice Correa: “los derechos de la naturaleza no pueden estar por sobre los de los seres humanos”. “Es ella o nosotros”.
Condolerse por la desaparición de especies y contaminación de cuerpos de agua en un Parque donde hay explotación petrolera desde hace por lo menos 20 años, despierta también varias antipatías, ¿por qué no nos condolimos antes? ¿por qué no nos condolemos por los impactos de otras industrias, igual de devastadoras que funcionan en otras partes del Ecuador (camaroneras, mineras…)? preguntan los más escépticos. Condolerse desde la comodidad de la ciudad, condolerse cuando usas objetos que usan petróleo en su manufactura o transporte (¡todo!), cuando no has aportado a la Iniciativa, cuando ni siquiera conoces Yasuni. Argumentos que llaman más a la inacción que a la coherencia y que han sido ya desbaratados en otros espacios.
Sin embargo, el argumento preservacionista se mantiene y se expande. Mi llamado a no utilizar este argumento se basa en que esta postura pasa por alto varias cosas. Ignora que, aparentemente, no hay naturaleza virgen, prístina, intocada por el ser humano, en el mundo -tal vez algunos puntos en la Antártida o en el fondo marino-. Que a lo largo de la historia de la humanidad los seres humanos hemos utilizado la naturaleza, que necesitamos utilizarla, y lo hacemos de acuerdo a la organización social imperante y las relaciones de poder dentro de esas sociedades. Pero ignora y oculta, sobre todo, que el uso que hacemos hoy de la naturaleza está determinado por las relaciones de poder dentro del sistema capitalista, que es absolutamente destructor. La cuestión no es, pues, no tocar la naturaleza, sino reconocer que para proteger a la naturaleza (ésa que es una con nosotr@s) es necesario reconocer el sistema que nos oprime a tod@s, para ensayar luego formas de superarlo.
El preservacionismo nos lleva también a discusiones dentro del optimismo tecnológico: la idea de que con tecnología y protocolos adecuados se puede solucionar todo. La famosa “tecnología de punta” o la oferta de que “solamente se intervendrá el 1×1000 del Parque” nos llevan a una escalada tecnológica: a cada escenario de riesgo que se coloca, se contra-argumenta que es hay un protocolo o una solución tecnológica que nos ayudará a prevenir o mitigar el daño. Discusiones similares se llevan a cabo entre los relacionadores comunitarios de las petroleras y los habitantes locales que se oponen a sus actividades. A las dudas de la gente sobre la posibilidad de derrames, incendios o explosiones responden siempre con una parafernalia tecnológica, hablan de procesos químicos de depuración de aguas y protocolos de seguridad supuestamente infalibles. La discusión tecnológica me recuerda a la escalada armamentista: ante cada riesgo expuesto se esgrime una tecnología más nueva, más sofisticada, que no hace mas que despertar nuevas dudas frente a nuevos riesgos que encuentran nuevas tecnologías y así hasta el infinito. La escalada tecnológica no hace más que ocultar el hecho de que no existe forma de prevenir al 100% los impactos de las actividades industriales que usan alta tecnología. Por eso la decisión de llevar a cabo una actividad de alta complejidad como extraer petróleo en el bosque húmedo tropical, hogar de indígenas en aislamiento voluntario, es siempre política, no técnica. La discusión tecnológica es fútil.
2. El de los derechos humanos
El artículo 57 de la Constitución dice textualmente: “Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva. El Estado adoptará medidas para garantizar sus vidas, hacer respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento, y precautelar la observancia de sus derechos. La violación de estos derechos constituirá delito de etnocidio, que será tipificado por la ley.”
No puede estar más claro: no se puede extraer petróleo ni minerales de territorio de indígenas en aislamiento voluntario, que están en TODO el Parque Nacional Yasuni. Este es un argumento tan incontestable que el gobierno simplemente optó por la mentira y el ocultamiento: negar la existencia de estos pueblos en el bloque ITT, después de que por 6 años anduvo por el mundo diciendo que eran ellos una de las razones para no extraer el petróleo. Aquí el link al pronunciamiento del Observatorio de Derechos Colectivos del Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES) sobre el tema: http://www.observatorio.cdes.org.ec/113-noticias/ultimo-minuto/451-pronunciamiento-cdes-por-aislados-e-itt-existen-o-no-existen-esa-es-la-cuestion.
3. El del cambio de modelo de desarrollo
Los funcionarios y partidarios del gobierno astutamente han llevado la discusión al primer argumento. Llaman eco-fundamentalismo, neo-ecologismo y hasta pachamamacentrismo, a esta nueva ‘moda’ de querer mantener una naturaleza intocada a costa del buen vivir humano (http://www.telegrafo.com.ec/actualidad/item/el-neoecologismo-sobre-el-yasuni.html). Que pone los derechos de la naturaleza por encima de los derechos humanos (como si los derechos de los pueblos en aislamiento voluntario no fueran también derechos humanos).
Han llevado la discusión a esa esquina porque les aterroriza que nos pongamos a discutir lo que en verdad Yasuni simboliza: la posibilidad de pensar en otro modelo de desarrollo, de inventarse formas de obtener el dinero que se necesita para “salir de la pobreza” sin seguir dependiendo del petróleo.
Como dice Antonio, la discusión del Yasuni quedó atrapada entre la eco-eficiencia y el preservacionismo, las dos caras del ambientalismo capitalista. Hay que salir de ese atolladero: sin bien respetamos la vida de los miles de especies de flora y fauna que existen en esa porción de bosque húmedo tropical, y nos interesa mantener los procesos ecológicos de los ecosistemas, ésa no puede ser la bandera de lucha. La defensa del Yasuni es la defensa de la posibilidad de soñar en ese Ecuador post-petrolero (que no puede ser tampoco país minero), para lanzarnos a seguir soñando en ese mundo sin capitalismo.
Por eso, la defensa del Yasuni no debe girar en torno a reclamar un paraíso natural, intocado y hermoso, posición que es fácilmente etiquetada como infantil e irresponsable en un país con tantas necesidades sociales como el nuestro. La defensa del Yasuni debe exigir, desde un sentimiento de profunda solidaridad humana, respetar el espacio de vida de los indígenas en aislamiento voluntario y empezar ya la transición hacia un mundo sin explotación capitalista.
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